La madera de tus muebles puede ser legal, pero ¿es sostenible?
¿Has pensado alguna vez de dónde procede la robusta librería que tienes en el salón? ¿O el banco de madera del jardín? ¿O el contrachapado de la mayoría de los muebles de Ikea? Según la legislación europea, si han sido fabricados después de 2013, la madera utilizada tiene que haber sido talada de forma legal. Pero, ¿significa esto que proceden de bosques gestionados de forma responsable? Probablemente, no.
Según el reglamento UE 995/2010, que entró en vigor el 3 de marzo de 2013, en Europa está prohibida la importación de madera ilegal. Sin embargo, la legislación europea no da unos criterios concretos a cumplir y confía esta tarea a los países de procedencia de la madera, muchos de ellos falsas democracias o regímenes dictatoriales. “A falta de una definición acordada a nivel internacional, la legislación del país de aprovechamiento de la madera [donde fue talada], incluidos los reglamentos y la aplicación en dicho país de los convenios internacionales pertinentes de los que sea parte, debe ser la base para definir la tala ilegal”, dice el reglamento.
La lista de los principales exportadores de madera a la Unión Europea está repleta de países con pobres resultados en las listas de percepción de la corrupción que cada año elabora Transparencia Internacional. Los primeros de la lista son Rusia y China, en los puestos 136 y 100 respectivamente de 175 países. Entre los exportadores de maderas tropicales, las que mayor impacto ecológico suelen tener, destacan Malasia - el único país con mejores niveles de corrupción -, Indonesia, Camerún, Gabón o Costa de Marfil. Estas maderas procedentes de países de “alto riesgo” entran en Europa principalmente como mobiliario o como madera aserrada, o cortada, que luego será utilizada para fabricar muebles, suelos, revestimientos o tabiques, según la ONG Forest Trends.
La mayoría de estos países no cuenta con legislaciones que aseguren la gestión responsable de los bosques según los criterios de Naciones Unidas, que incluyen la extensión forestal, la biodiversidad, la salud de los bosques, o la función socioeconómica de los mismos, entre otros. “La legalidad y la sostenibilidad son dos [elementos] muy separados y por desgracia a menudo disociados el uno del otro”, asegura Kevin Woods, investigador de Forest Trends sobre el caso concreto de Myanmar (Birmania), del que es especialista.
Los activistas denuncian además que, en muchos de aquellos países en los que sí hay una regulación al respecto, las empresas suelen pagar a los funcionarios para obtener los permisos necesarios. Indonesia es un buen ejemplo de ello, un país en el que existe una moratoria desde hace varios años a la concesión de nuevos permisos para talar árboles. El país asiático fue, sin embargo, el origen de la mitad de la madera ilegal del mundo en 2013, según un informe de Chatam House, procedente principalmente de sus junglas de Sumatra y Borneo, uno de los principales pulmones del mundo. “En Indonesia es muy fácil obtener el certificado de legalidad. Así que tenemos que vigilar con mucho cuidado lo que ocurre in situ”, asegura Annisa Rahmawati, investigadora sobre bosques de Greenpeace en el país asiático.
Esto fue lo que ocurrió también en el caso de la República Democrática del Congo en noviembre de 2013, cuando un cargamento procedente del país africano fue detenido en Amberes al descubrirse que los permisos habían sido falsificados. En uno de sus países vecinos, la República Centroafricana, las maderas tropicales que han terminado en casas de franceses, británicos y alemanes principalmente, han servido para financiar la guerra que ha cobrado miles de vidas desde 2012, según denuncia un reciente informe de la ONG Global Witness.
La legalidad se ha convertido así en un asunto menor para la salud de los bosques mundiales. De hecho, Europa es el segundo importador mundial de madera sólo por detrás de China, pero apenas importaba madera ilegal incluso antes de la puesta en práctica de la regulación. “La nueva legislación europea ha tenido algún impacto en la reducción de la deforestación, pero no ha sido muy elevado”, asegura Annisa Rahmawati de Greenpeace. Mientras, la madera ilegal viaja cada vez más a China, Vietnam e India, donde las importaciones han crecido un 50 por ciento entre 2006 y 2013, según Chatam House.
Bosques, clave para el cambio climático
La tala sin control es una de las principales razones de que la deforestación siga avanzando rápidamente. Y el resultado puede ser trágico si no se le pone freno, dice el Center for Global Development (CGD), quien calcula que en los próximos 35 años se perderá una extensión de bosque equivalente al tamaño de la India. Según el estudio del CDG, mantener los bosques es además la forma más barata que existe para luchar contra el cambio climático, ya que la deforestación emitió entre 2001 y 2012 casi la misma cantidad de CO2 que toda la Unión Europea. El coste de reducir la deforestación sería, sin embargo, 5 veces menor que si se tratara de reducir una cantidad equivalente de CO2 en otros sectores.
Además, los bosques no son sólo fundamentales para el mantenimiento de la biodiversidad y la lucha contra el cambio climático, sino que son también clave para la supervivencia de al menos mil millones de personas que viven gracias a los recursos forestales, según la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO en sus siglas en inglés). Y pueden ser también una jugosa fuente de ingresos para las comunidades locales.
Así, el valor de los productos no madereros obtenidos de los bosques ascendió a 8.800 millones de dólares en 2011, según FAO. Entre estos recursos se incluye comida – frutos y hongos, principalmente, aunque también animales -, hierbas medicinales o algunos valiosos ingredientes utilizados en fármacos o cosmética, entre otras industrias.
“La gente no sabe aprovechar los recursos que hay en los bosques”, dice Panut Hadisiswoyo, director del Orangutan Information Centre, una de las organizaciones que lucha en Indonesia contra la pérdida de los hábitats de los orangutanes. “Pero los bosques son ricos. Los aldeanos pueden obtener más ingresos manteniendo los bosques que cortando la madera. Sólo hay que enseñarles a hacerlo”.