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Las muertes de migrantes en el Mediterráneo Central aumentan un 21% desde el cierre de los puertos italianos

Gabriela Sánchez / Raúl Sánchez



Cuando Mohamed (nombre ficticio) corría hacia la orilla, a oscuras, desde el lugar en el que llevaba encerrado varios días en la costa libia, solo veía dos opciones en el horizonte: Europa o la muerte. Una vez embarcado, el joven compartió con sus compañeros su temor a ser interceptado por una patrullera del país del que huían. “Pactamos lanzarnos al mar si aparecían. Ahogarnos era mejor que volver a Libia”, admitía el camerunés, rescatado el pasado junio por el barco de rescate Open Arms.

Durante los meses de junio y julio, el cierre de los puertos italianos se ha sumado a la decisión de la Unión Europea de ceder la coordinación de los rescates a los mismos guardacostas libios de los que tratan de escapar los migrantes. En este tiempo, han muerto al menos 851 personas en las aguas del Mediterráneo Central, el 80% de todos los fallecimientos registrados en esta ruta por la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) en 2018.

El número de vidas perdidas frente a las costas libias entre junio y julio supone también un aumento del 21% con respecto a las muertes producidas durante el mismo periodo del año pasado, atendiendo a los datos de la OIM. Según las cifras de Acnur, el incremento de fallecidos alcanza el 28%, a pesar de que las llegadas a las costas italianas han caído en picado.

Durante estos meses, el ascenso del ultraderechista Matteo Salvini al Gobierno italiano ha acelerado las políticas migratorias que ya había iniciado el anterior Ejecutivo de Italia bajo el amparo de la Unión Europea: el acuerdo con Libia, que cerró la financiación de guardacostas libios para frenar la salida de migrantes, se une al aumento de las trabas impuestas a las ONG de rescate movilizadas en aguas internacionales.

Mientras las muertes han aumentado en lo que llevamos de verano, las llegadas han disminuido. Durante junio y julio, 2.378 personas han alcanzado las costas italianas por la vía marítima. El año pasado, 15.375 migrantes entraron en Italia de forma irregular en el mismo periodo de tiempo.



El análisis de los datos realizado por eldiario.es demuestra que, teniendo en cuenta el número total de llegadas, los meses de febrero, junio y julio de 2018 se han convertido en los más mortíferos desde 2014. Durante el mes de julio, 180 personas han fallecido por cada mil migrantes que alcanzaron las costas italianas.



“El número de muertes en el mar ha crecido en los últimos meses. La responsabilidad de este aumento recae directamente en unos gobiernos europeos más preocupados por mantener a la gente fuera de su territorio que en salvar vidas”, ha afirmado Matteo de Bellis, investigador de Amnistía Internacional sobre asilo y migración. En un informe reciente, la organización concluye que “las políticas europeas han capacitado a la guardia costera libia para interceptar a personas en el mar mientras han restado prioridad a los rescates y han obstaculizado el trabajo vital de las ONG de salvamento”.

Los naufragios, más cerca de Libia

Los naufragios se están produciendo cada vez más cerca de las costas libias, según evidencian los datos de la OIM visualizados en los siguientes mapas. A medida que la presencia de las ONG de rescate disminuye en el Mediterráneo Central y la Guardia Costera italiana se desentiende de los rescates de migrantes bajo órdenes europeas, las tragedias documentadas por la ONU se aproximan a las aguas libias.


Más de 14.000 muertos por la ruta de Italia desde 2014

Ubicación de las personas que han fallecido intentando cruzar la ruta del Mediterráneo Central desde 2014. El tamaño de la burbuja representa el número de fallecidos y desaparecidos.

Fuente: Missing Migrants OIM

Desde Human Rights Watch (HRW) han condenado el aumento de las muertes producido en los últimos meses. “Los esfuerzos de la UE para bloquear los rescates y los titubeos sobre dónde pueden aterrizar las personas rescatadas, impulsados por el enfoque duro y despiadado de Italia, están provocando más muertes en el mar y más sufrimiento en Libia”, ha analizado la investigadora de la ONG Judith Sunderland.

“En vez de desalentar los rescates de organizaciones no gubernamentales, buques comerciales e incluso buques militares, los Estados miembros y las instituciones de la UE deberían garantizar que las personas rescatadas puedan ser llevadas a puertos seguros donde puedan satisfacerse sus necesidades de protección”, ha añadido la experta.

La UE fuerza a las ONG a alejarse de la zona de rescate

Las trabas a las ONG de rescate que operan en el Mediterráneo Central comenzaron en 2017, cuando la Unión Europea forzó a estas organizaciones a firmar un “código de conducta” y comenzó a reforzar el papel de la guardia costera libia, cuyos agentes han llegado a amenazar en alta mar a equipos de rescate humanitarios internacionales.

Entonces, algunas ONG, como Save The Children, optaron por cerrar sus proyectos en el Mediterráneo. En 2018, tan solo rastreaban la zona en busca de vidas en peligro, con más o menos actividad, cuatro barcos humanitarios: Open Arms, SeaWatch, Lifeline y Aquarius.

Desde el cierre de los puertos italianos y malteses, en estos momentos no hay ningún barco de rescate vigilando las aguas internacionales entre Libia e Italia. Algunos están siendo investigados por la justicia. El Iuventa, de la ONG Jugent Rettet, se encuentra incautado por la Justicia italiana desde agosto del año pasado debido a la apertura de una investigación por “facilitar la inmigración ilegal”. Lo mismo ocurre con el Lifeline, inmovilizado en Malta desde finales de junio.

Las trabas burocráticas ligadas a la incertidumbre del puerto en el que podrán atracar mantienen bloqueado en La Valeta al barco humanitario Seawatch. Las únicas naves que permanecen en activo, el Open Arms y el Aquarius, se encuentran retiradas de la zona de rescate tras verse forzadas a recorrer largas distancias para desembarcar a las personas rescatadas en el Mediterráneo Central.

El buque catalán ha podido zarpar este viernes de Algeciras rumbo a Barcelona, después de recorrer 600 millas hasta alcanzar el puerto seguro ofrecido por su Estado de bandera, España. El Aquarius ha tenido que esperar cinco días hasta recibir la autorización de Malta para atracar en La Valeta, tras un acuerdo alcanzado por seis países europeos anunciado este martes.

Hace justo dos meses, el cierre de los puertos europeos empujaba al Aquarius a recorrer alrededor de 700 millas para desembarcar en Valencia a 629 rescatados de varias embarcaciones en riesgo. Entonces, el responsable de Comunicaciones Externas de Médicos Sin Fronteras, ya lo advertía: “Como Italia siga cerrando sus puertos y la UE no actúe, va a morir muchísima más gente sin testigos”.

De momento, la OIM ha documentado la muerte de 851 personas. Se desconoce si son más las personas ahogadas en unas aguas con cada vez menos ojos y cada vez más trabas para salvar vidas, como la de Mohamed.

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