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Protestas, familias en la calle y solidaridad ciudadana: una noche a las puertas del Samur Social en huelga

Familias de solicitantes de asilo pasan la noche frente a la sede del Samur Social.

Fabiola Barranco

No han pasado ni 24 horas desde que tuvieron que huir repentinamente de Georgia. Todavía en 'shock', una familia aguarda en las puertas del Samur Social de Madrid a la espera de poder ser atendidos, aunque ya han tenido una primera entrevista con la trabajadora social que, según cuentan, les ha indicado que no serán acogidos esa noche. El idioma y la falta de información sobre cómo llevar a trámite su solicitud de asilo también juega en su contra. Sin embargo, algunas vecinas tratan de explicarles amablemente la secuencia de pasos burocráticos que les espera a partir de ahora. 

Quien parece llevar el timón de la situación es la madre. Atiende a las indicaciones mientras trata de consolar a sus tres hijos pequeños que empiezan a desesperarse por el frío y el agotamiento. “Está muy cansado”, se disculpa ante las vecinas cuando uno de ellos, de unos ocho años, se le arrima a punto de romper en llanto. 

Pocas horas antes, vecinos del madrileño barrio de La Latina salieron a la calle para exigir soluciones para las familias que están durmiendo desde hace varios meses a las puertas de la sede del Samur Social. Mientras, la plantilla del servicio municipal de emergencias protagonizaba una jornada de huelga y se concentraba frente a la sede de la entidad al grito de “¡Ninguna persona en la calle!”.

José Luis, un vecino de Madrid, se acerca a la familia georgiana para decirles en inglés que él puede reservar un par de habitaciones en un hostal para que pasen dos noches allí y descansar. Sandra, otra vecina, paga un taxi que les lleva y les evita el camino a pie, cargados con sus maletas, después de todo el día a la intemperie y con la incertidumbre sobre sus hombros.

A pocos metros, otra familia procedente de Venezuela aguarda con sus dos hijos de uno y cuatro años. Cerca de la media noche, una trabajadora social sale para indicarles que tienen plaza en un recurso. “¡Bien, por fin nos vamos mamá! ¡He esperado cien años!”, exclama emocionado el crío, saltando de un lado a otro, haciendo notar las luces de colores que se encienden en las suelas de sus pequeñas zapatillas. No han “esperado cien años” a ser atendidos, pero sí cuatro días consecutivos que se hacen tediosos para los adultos y eternos para los pequeños.

Otro grupo de jóvenes solicitantes de asilo procedente de distintos puntos de Latinoamérica también resisten estoicos cada día a las puertas del Samur Social. Sin embargo, no pierden el humor. Bromean con dejar sus huellas marcadas en la acera del número 10 de la Carrera de San Francisco, como si fuera el paseo de la fama de Hollywood, “para que no se nos olvide por lo que pasamos y para que, cuando ayudemos a otros, quede constancia de que pasamos por aquí”, dice uno de ellos.

Su pelea va más allá de acudir diariamente a la sede del Samur, también han interpuesto quejas ante el Defensor del Pueblo, cuya contestación y sugerencias han presentado ante Cruz Roja, entidad que recibe la subvención del Gobierno para el refuerzo de la actuación de primera acogida en el sistema de atención humanitaria. Del mismo modo, junto a otras familias acogidas en la Parroquia San Carlos Borromeo de Entrevías, prevén presentar durante la mañana de este martes nuevas quejas en el Ministerio de Trabajo, de quien depende el sistema de acogida de solicitantes de asilo.

“Desde los balcones vemos a diario niños en la calle”

Mientras el Ayuntamiento de Madrid y el Gobierno central llevan meses responsabilizándose de la emergencia social sin que se destinen los recursos para solucionarla, la ciudadanía ha redoblado sus exigencias para que se ponga fin a una situación que califican de “vergonzosa”. 

José Luis cuenta que tanto su mujer como él se sienten “especialmente sensibilizados” con las personas refugiadas y solicitantes de asilo. Asegura que la sucesión de noticias sobre familias durmiendo en la calle les ha empujado a sumarse a la concentración vecinal que tuvo lugar este lunes a las puertas del Samur Social. “¡No puede ser que se queden familias en la calle!”, exclamaba indignado. La protesta llegó hasta la Junta de Distrito Centro, donde más de un centenar de personas del barrio de La Latina y otros colectivos sociales como la PAH o Asambleas de Vivienda se dirigieron para reclamar “que nadie más tenga que dormir en la calle”. 

“Lo que vemos desde nuestros balcones a diario son niños en la calle”, se queja Carmen Nava, una mujer que se suma a la manifestación para, además, mostrar su apoyo a los trabajadores de Samur Social en huelga.

“Yo fui también usuaria después de ser víctima de una estafa de alquiler y fui muy bien tratada por los profesionales. Ellos no son el problema, sino la privatización de los recursos sociales en Madrid”, denuncia la joven mientras camina con vecinos y trabajadores en huelga que se dirigen de manera espontánea hacia la zona de Príncipe Pío. Es el primer día de Campaña de Frío y funciona con normalidad, pese al paro convocado. Los servicios mínimos han cubierto la atención y se han llenado los autobuses con destino a los albergues habilitados por el ayuntamiento, en el marco del programa municipal de atención a personas sin hogar, activo desde el 25 de noviembre hasta el 31 de marzo de 2020.

Allí estaba Darío Pérez, jefe de servicios de Samur Social desde su creación en el año 2004. Rechazó hacer declaraciones a este medio, pero debatió con un pequeño grupo de activistas y vecinos que se acercaron a hablar con él, reclamando la “competencia en emergencia del Ayuntamiento”.

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