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El batacazo del empleo en la crisis del COVID-19 evidencia de nuevo el problema de gran temporalidad laboral en España

Un trabajador recibe un paquete con mascarilla protectora en Palma de Mallorca durante el aislamiento.

Laura Olías / Raúl Sánchez

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De los 900.0000 empleos destruidos en la última quincena de marzo, durante la crisis originada por el coronavirus en España, más de dos tercios eran temporales. En concreto, 613.250 trabajadores con contrato temporal, mientras que la merma de afiliados con contrato indefinido fue de 223.353 personas. El descalabro del empleo ha sido el mayor de la historia en un solo mes y deja en evidencia una vez más uno de los mayores problemas del mercado laboral español: la elevada temporalidad. Cuando la situación económica empeora, y más aún ante una crisis de este calibre, el ajuste del empleo llega de mano de los temporales, con la rápida destrucción de empleo de los trabajadores más vulnerables.

No es la primera vez que pasa. El ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, ha señalado este jueves cómo la proporción de empleo temporal destruido es similar a la de la pasada crisis económica, tras la quiebra de Lehman Brothers, y ha recordado que la estructura del mercado laboral español no ha cambiado apenas en este tiempo.

No obstante, la caída ahora ha sido muy rápida, sin precedentes en una crisis también inaudita. El empleo destruido solo en 14 días de esta crisis por el COVID-19 es el mismo que el eliminado en 101 días, cinco meses, en la Gran Recesión, ha advertido Escrivá. “Todo el mundo sabía que iba a pasar. Esto es una versión muy extrema de una desaceleración o una recesión. Si hay un parada completa de la demanda, mucho empleo temporal va fuera”, explica Ángel Talavera, economista jefe para Europa de Oxford Economics.

Los sindicatos habían advertido por su parte que muchas empresas no estaban incluyendo a los trabajadores temporales en el principal mecanismo para evitar la destrucción de empleo, los ERTE (expedientes de regulación de empleo temporal), pese a las ventajas aprobadas por el Ejecutivo para esta herramienta de ajuste del empleo.



Ángel Talavera precisa que la crisis del COVID-19 se trata de “un caso muy extremo”. “Todos los países del mundo están cayendo en datos de empleo drásticos. Los de EEUU parecen errores. Eso también hay que ponerlo en contexto. En España está pasando por una vez lo que pasa en todo el mundo”, señala Talavera.

Pero es que, en España, hay mucho empleo susceptible de este rápido “ajuste”. La temporalidad, la proporción de trabajadores temporales sobre el total de asalariados, es del 26,3%, según los datos de la EPA de 2019. Es decir, que uno de cada cuatro asalariados en España tiene un contrato temporal. Aunque la tasa se redujo en la pasada crisis, volvió a crecer con la recuperación económica. El pasado año fue el primero en el que la temporalidad disminuyó unas décimas desde 2014.



Una novedad del momento actual respecto a la pasada crisis es la mayor facilidad para dejar morir los contratos y no renovarlos, dado que cada vez son más cortos. Los contratos temporales que más han crecido desde 2007 son los de menos de una semana, seguidos de los inferiores a quince días.



En cuanto a los colectivos más afectados por la temporalidad son los jóvenes, con una tasa de temporalidad del 46,7% entre las personas de entre 25 y 29 años y del 66,6% entre las que se sitúan entre los 20 y 24 años. Por sexos, las mujeres presentan una mayor proporción de contratos temporales, un 27,2%, frente al 25,4% de los hombres.

Si se atiende a los sectores económicos, hay notables diferencias. La construcción, el sector que más empleo ha perdido en términos relativos en las dos últimas semanas de marzo, tiene una enorme temporalidad, con un 38% de sus trabajadores con este tipo de contratos. El sector Servicios presenta una tasa del 25,4% y la industria, del 19,3%.



Las contrataciones que ya no habrá en abril

Raquel Sebastián, investigadora de economía laboral en el departamento de análisis económico de la Universidad Complutense, precisa que “para entender la intensidad de estos números, se tiene que analizar también la creación de empleo. Una gran parte de la destrucción neta no viene solo por el despido, sino porque se deja de contratar o no se renueva un contrato existente”.



En este sentido, todas las miradas están puestas en el mes que viene, abril, en el que este año se celebra la Semana Santa. Durante las vacaciones de este momento del año, el turismo y la hostelería registran una importante creación de empleo, gran parte estacional y de trabajadores fijos discontinuos que se incorporan al mercado laboral para cubrir esta temporada.

Este año todo apunta a que no se producirán apenas incorporaciones dadas las medidas de confinamiento y parón de la actividad económica que, aunque aún no tienen fecha de finalización, muchas voces apuntan a que se alargarán más allá del 12 de abril. “Solo tenemos que estar atentos a Italia, donde empezó todo diez días antes. Cuando empiecen a 'desconfinarse', luego nos tocará a nosotros, pero no va a ser rápido el volver a salir a la calle con normalidad”, teme Raquel Sebastián.

El ministro José Luis Escrivá ha afirmado que, dentro de la incertidumbre que existe, sus estimaciones apuntan a que la mayor parte del “ajuste” en el empleo se ha producido ya en marzo. Ángel Talavera cree que los datos de abril serán “tan malos o peores que los de marzo”, porque aunque es posible “que el ajuste adicional del empleo sea un poco más suave, porque las empresas se hayan quitado ya todo el trabajo que no necesitaban”, el próximo mes no se producirán las contrataciones que se esperan en ese periodo.

En opinión de Raquel Sebastián, los registros que nos esperan en abril serán aún peores ya que “el sector de los hostelería seguirá paralizado y, a su vez, la construcción, que ha funcionado en marzo, ya no podrá trabajar en abril”.

Claves: cuánto dure la crisis y la protección social

Para los dos economistas consultados, muchas preguntas sobre el alcance de esta crisis están por determinar y dependen sobre todo de una cuestión: cuánto se extienda el confinamiento y la crisis sanitaria. Eso determinará la salida de la crisis laboral o económica, apunta Ángel Talavera.

“Con una duración larga, podemos ver en el sector empresarial bancarrotas en masa. Ahora asumimos que todos los empleados en ERTE retornarán a la actividad normal, pero en un escenario en el que las empresas cierran, esa gente no vuelve. El gran riesgo es una crisis que se alargue demasiado, en el que no aguante el tejido empresarial y no haya puestos de trabajo a los que volver”,  argumenta el economista jefe para Europa de Oxford Economics. El experto cree que España tomará más medidas para hacer frente a esta crisis, posiblemente en el terreno de la fiscalidad, con aplazamientos en el pago de algunos impuestos que tanto reclaman las empresas.

Raquel Sebastián apunta también a la salida de la crisis gracias al consumo de los ciudadanos una vez pasen las restricciones de movimiento, para lo que es imprescindible la protección social de la población. La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, ha subrayado que en esta crisis se está construyendo un “escudo social” para garantizar los ingresos de las familias, algo que no existió en la Gran Recesión. En el caso de los trabajadores temporales sin el mínimo cotizado para recibir la prestación por desempleo, el Gobierno ha creado un subsidio extraordinario de 430 euros durante un mes, pero al que solo tendrán acceso aquellos empleados con contratos de al menos dos meses de duración que se hayan extinguido durante el estado de alarma.

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