“Los mercados continúan adictos a la teta de la Fed”
Tras dos días de reunión, la Reserva Federal (el banco central estadounidense conocido como Fed) anunció en la noche del miércoles que no va a restringir la metadona que lleva suministrando desde hace meses a los mercados. Ben Bernanke optó por continuar con las medidas de estímulo (básicamente la compra de bonos estadounidenses y de activos que tienen como garantías hipotecas), ante el temor de haber sido demasiado “optimistas” con la situación económica en EEUU.
Bernanke oficialmente no abandona su puesto hasta enero, aunque se espera que se anuncie su sustituto en los próximos días.
El anuncio pilló por sorpresa a los mercados que esperaban, también porque la Fed había dado esos mensajes, que comenzaran a frenarse los estímulos, lo que en jerga monetaria se conoce como “taper”. Pero la reunión del consejo de gobernadores, cuya tendencia imperante en este momento es la de mantener la política expansiva, se inclinó por continuar con las compras masivas de papel, esa estimulante política monetaria. No se sabe si hubo “tuppers” de por medio.
La respuesta general de los analistas fue de incredulidad –si en algo se basa la política monetaria es en manejar las expectativas del mercado con anticipación– y de suspicacia. La sensación imperante es que algo sabe la Reserva Federal que no conoce el resto del mundo.
El analista Javier Flores reconoce que el anuncio de la Fed es una contradicción. “Se está recortando déficit, cada vez hay menos deuda en circulación y la propia entidad está acaparando bonos, con la influencia que esto tiene sobre el precio de la renta fija estadounidense”.
Detrás de la sorprendente acción de la Fed, hay un escenario complicado. Cuando la Fed empezó a dar señales de que la era de los estímulos había terminado, la economía estadounidense daba impresión de fortaleza. Sin embargo, los últimos datos de coyuntura, especialmente los referidos a desempleo, han sido mixtos. A diferencia de Europa, la Fed ha ligado su política monetaria a que la tasa de paro caiga por debajo del 6,5%. Aunque el desempleo baja, lo hace de una forma que no es para dar alegrías: se pierde población activa y se crean puestos precarios (similar a lo que está pasando en la UE). Con estos miembres, Bernanke no considera afianzada la recuperación económica.
Además de esta guía del empleo, la Fed, como banco central que es, también está muy pendiente de la inflación. Como recuerda el economista Ángel Martín Oro en un post publicado hoy mismo en su blog, el nivel de precios en EEUU está por debajo de lo “deseado” por Bernanke, que se aproxima al 2% del IPC, y en la actualidad se encuentra en el nivel del 1,4%. La posibilidad de frenar la recuperación y hacer caer aún más los precios espanta a la Fed, según asegura este especialista.
Pero detrás del entramado de cifras, también hay que prestar atención a la marea política. El runrún con el inminente relevo de Bernanke tiene muy revuelto al mercado. Desde que se especuló con que Larry Summers, exsecretario del Tesoro con Bill Clinton, podía asumir este rol, el bono americano, conocido como Treasurie, ha aumentado su rentabilidad ante la posibilidad de que se adelantara la retirada de los estímulos.
Pero tras la retirada de Summers, la Casa Blanca no deja de emitir señales de que casi con toda seguridad nombrará a Janet Yellen, la actual vicepresidenta de la institución, y muy favorable a las políticas expansivas. El gesto de Bernanke puede ser un guiño anticipado a este cambio. Pero parece que llueve también sobre mojado.
Por ahora los mercados se han tomado con auténtica euforia el anuncio y las bolsas mundiales se han disparado el jueves. El euro se ha apreciado y se cambia ya al nivel de 1,35 dólares. El oro trepa con celeridad hasta máximos. Las bolsas agradecen que siga la ronda de metadona, y se sienten, paradójicamente aliviadas, por no haberse recuperado aún de su drogadicción. Como explica Martín Oro, “los mercados continúan adictos a la teta de la Fed”.
Entre los expertos, los temores a que tanta liquidez esté creando una burbuja, otra más, en Estados Unidos, cundían ayer y muchos lamentaban que la Fed no hubiera sido capaz de tomar este paso ahora, cuando los inversores ya estaban predispuestos a aceptarlo. Más adelante, dicen, será más difícil.
Lo que es seguro es que Bernanke acaba de pasar la patata caliente de quitar los estímulos a su sucesor, sea quien sea. Será él, o probablemente ella, el que tenga que meter en vereda al mercado y eliminar la distorsión que supone la compra masiva de deuda. Las nuevas expectativas es que la retirada de estas medidas se retrasará a marzo. Y con ellas, se habrá acabado en parte la crisis de 2008.