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Prácticas laborales internacionales que acaban en fraude: así me timaron en Nepal

Documentación de la academia fraudulenta de Nepal

Gloria De las Heras

Existen entidades y agencias que promocionan su actividad a través de Internet y ofrecen prácticas u oportunidades laborales difíciles de rechazar, con un proceso de selección y tramitación aparentemente legítimo. Estas web suelen contar con supuestos testimonios de anteriores participantes y también con imágenes y vídeos de todos los proyectos que gestionan. Al menos esto es lo que me encontré hace apenas unos meses cuando decidí lanzarme a probar suerte con una organización que ofrecía prácticas periodísticas en Nepal.

Al contactar con ellos, me pidieron el currículum e inmediatamente premiaron mis aptitudes y experiencia. Me ofrecieron la posibilidad de entrar en el programa que me interesaba. El trato fue extremadamente amable y la comunicación fluida y rápida.

Fue a finales de 2016, durante mi tercer año de carrera de Periodismo, cuando decidí averiguar que tipo de prácticas podía hacer en el extranjero durante el verano. Quería alejarme del mundo occidental y corporativo y experimentar en el continente asiático, en primera persona, cómo funcionan los medios de comunicación y qué podía aportar yo en un país totalmente desconocido para mí.

Decidí irme a Katmandú, en Nepal, a través de una agencia que había ojeado en internet y que prometía programas de voluntariado y, en mi caso, prácticas laborales orientadas a estudiantes. Debía pagar una tasa inicial para reservar mi plaza y ya más adelante, según se acercase la fecha de mi llegada, abonaría lo referente al alojamiento y comidas que ellos me proporcionarían. 

Los pagos se hacían a través del servicio de transferencias de Western Union, indicando simplemente el nombre del destinatario. Este sistema dificulta la localización del beneficiario ya que no proporciona su cuenta bancaria. Pero en ese momento no sospeché. Poco después de pagar la tasa de reserva, ya me pidieron, amablemente, que ingresara lo restante a la mayor brevedad posible, a pesar de que todavía faltaban meses para mi llegada. Varios cientos de euros no reembolsables en caso de cancelación.

Pregunté varias veces acerca de las condiciones del programa: ¿en qué consistiría mi trabajo? ¿dónde y cuánto tiempo iba a trabajar? ¿habría remuneración por las prácticas? Las respuestas siempre fueron difusas y escurridizas. Sí sabía que mi jornada sería de 8 horas diarias de lunes a viernes, con fines de semana libres para hacer turismo. Se me daba total libertad sobre qué hacer durante esas horas de trabajo y recibiría un certificado oficial al completar el programa. Por otra parte, esta misma agencia, ofertaba 'packs' de viajes de fin de semana durante la estancia, siempre previo pago.

Podría haber sospechado de la facilidad de los trámites, podría haber sospechado por la exigencia rápida de pagos, sin una fecha exacta por escrito pero “cuanto antes” y podría haber sospechado al obtener siempre respuesta de una misma persona, con su firma personal, y no en representación de una entidad.

Pero cogí el vuelo de ida, con la intención de estar tres semanas allí. Nada más llegar a Katmandú, tras casi 24 horas de viaje, la mentira se cayó por su propio peso. 

El mismo hombre que contestaba mis correos, me recogió en el aeropuerto y me acogió en su casa, en un barrio en el que todavía eran visibles las consecuencias del devastador terremoto de 2015 que sufrió Nepal. Insistió en que me tomase un par de días de descanso para recuperarme del jet lag, en que no había prisa en que me incorporase a mi puesto de trabajo. Tras los dos días de cortesía, insistí en empezar con las prácticas prometidas, pero cada vez era más evidente que esas prácticas no existían.

“Indra Foundation”, a través de su web Placement Asia (http://www.placementasia.com/), ahora cerrada, no existía. No existía ninguna oficina, sede, ni colaboración con empresas o medios locales.

“Yo te voy a llevar de viaje por Nepal para que puedas producir un documental sobre nuestra cultura”, me explicó esta persona, que cada vez me suscitaba menos confianza, ya que la dirección del domicilio en el que me alojé ni siquiera aparecía en Google Maps. Esas eran mis prácticas. Una vez que vi la situación real, hice mi debido turismo durante 5 días y compré un vuelo de vuelta a Madrid.

En mi tercer día en Nepal, tuve la suerte -infortunio para ella- de que apareció en la casa otra chica, en esta caso turca, en la misma situación que yo. Ella había contratado unas prácticas en el campo de las microfinanzas con la misma empresa durante seis semanas. Al darse cuenta de la realidad, tomó la misma decisión que yo y volvió a su país.

Cuando una contratación laboral no depende de una institución de educación o no tiene sede en tu país de origen o en uno de la Unión Europea, aumenta el riesgo de estafa y la dificultad para denunciar si esta se produce. El hecho de que todo el episodio ocurriese en Nepal hizo imposible que entidades de consumo o la Policía Nacional pudiesen hacer algo respecto a mi caso.

Las asociaciones de consumidores alertan del auge de los fraudes en prácticas laborales

Es muy fácil proyectar una imagen por Internet con intención de engañar si los potenciales consumidores no tienen forma de comprobar en persona la veracidad de la información que se refleja.

La mejor medida de protección es investigar lo máximo posible de la empresa ofertante y asegurarse de recibir una respuesta clara en cualquier petición de información. En caso de tener que tramitar pagos, es recomendable tener los datos bancarios del beneficiario y nunca está de más buscar enlaces externos a la propia empresa que valoren la actividad de esta. Son algunas de las recomendaciones de FACUA para evitar fraudes en la oferta de empleo o de prácticas laborales.

Además, esta asociación de consumidores alerta del auge de empresas y academias que obligan a pagar cursos con la promesa de un empleo fijo, y la importancia de tomar medidas de precaución y denunciar en caso de fraude. Uno de los ejemplos más habituales es el de jóvenes au-pairs que se se van al extranjero con la promesa de manutención y de aprender inglés u otro idioma a cambio de cuidar a unos niños y que acaban denunciando que su trabajo es mucho más duro y excede  lo acordado.

Sobre mi experiencia en Nepal, mi naturaleza aventurera me dice que esto ha sido una experiencia más que cargar en la mochila, pero me ha quedado claro que a veces es necesario actuar con cautela para evitar riesgos innecesarios.

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