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El escándalo de Wirecard pone a las autoridades alemanas contra la pared entre denuncias de usuarios

Sede de Wirecard.

Aldo Mas

Berlín —

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Se amontona la tarea para los responsables de la Autoridad Federal Supervisora de los Servicios Financieros de Alemania (BaFin, por sus siglas alemanas). Además de tener que realizar pesquisas contra la plataforma de pagos por internet Wirecard y encargarse de que prosperen las causas contra los responsables de la firma caída en desgracia por el mayor escándalo fraude contable que se recuerda en el país de la canciller Angela Merkel, en la BaFin tienen que pensar en defenderse. 

Ya están llegando a los tribunales las primeras denuncias contra el modo en que la BaFin lidió con Wirecard. Así, el gabinete del abogado Andreas Tilp ya ha puesto una denuncia en el Tribunal Regional de Fráncfort en la que reprocha a la BaFin la inacción ante la firma que fuera el gran referente de las fintech germanas. “Se tendría que haber investigado”, han señalado desde el gabinete de Tilp al diario Frankfurter Allgemeine Zeitung. 

El propio Tilp ha manifestado a dicho periódico que la BaFin cayó en un “flagrante desprecio de sus deberes y poderes legales, negándose a llevar sus propias investigaciones sobre Wirecard”. A todas luces, cuando la BaFin empezó a investigar, el daño ya estaba hecho. De lo contrario el presidente de ese órgano supervisor, Felix Hufeld, no habría hablado de “vergüenza” ante un escándalo en el que se sospecha que una empresa ha inflado sus cuentas para hacerse más atractiva a ojos de mercados e inversores. 

En 2018, la empresa integró en su irresistible ascenso el DAX, el índice bursátil que reúne a las grandes empresas alemanas. Pero el escándalo estalló a finales del pasado mes de junio, cuando se produjo la dimisión del CEO, Markus Braun, quien ahora está en libertad condicional tras haber pagado cinco millones de euros de fianza. 

Tilp denuncia que los manejos de Wirecard podrían haberse destapado en febrero de 2019. Entonces, el diario británico Financial Times ya llevaba publicado un amplio dossier de informaciones sobre las supuestas irregularidades de la empresa alemana. De las cuentas de Wirecard se han esfumado 1.900 millones de euros o, mejor dicho, se volatilizaron porque nunca existieron.

Que Hufeld saliera a la palestra para flagelarse hablando de “vergüenza” nacional también ha dado pie a que el abogado Michael Leipold haya puesto una denuncia por “daños y perjuicios” contra la BaFin. “Al hablar el máximo representante de la autoridad supervisora de 'negligencias', ha puesto la primera piedra para una denuncia por daños y perjuicios”, ha justificado Leipold en unas declaraciones recogidas por el Frankfurter Allgemeine Zeitung. Este abogado representa a 300 inversores de Wirecard afectados por la caída de la firma. Hace dos veranos, una acción de Wirecard costaba 193 euros. Ahora el precio del título ronda 1,85 euros.

Acciones legales contra el Estado alemán

Tilp y Leipold no son los únicos abogados enfrentados a las autoridades alemanas a cuenta de “uno de los mayores escándalos contables de la historia” de Alemania, según los términos de la revista económica Manager Magazin. En Berlín, Marc Liebscher y Wolfgang Schirp están velando armas para cargar judicialmente contra el Estado alemán por su inacción ante el caso. 

Ambos acusan al Estado alemán de ser responsable en las “gran deficiencia de las autoridades de supervisión” evidenciada en el caso Wirecard. Estas acusaciones no son sólo producto del apetito de letrados deseosos ver a las autoridades germana pagar indemnizaciones por su aparente inacción ante el caso Wirecard.

En realidad, la otrora exitosa empresa de Markus Braun gozó de una mirada benevolente por parte de prácticamente de todos y cada uno de los estamentos de las finanzas germanas e internacionales. Esto es al menos lo que ponía de relieve hace unos días en las páginas de opinión del diario berlinés Der Tagesspiegel la experta en cuestiones financieras Dorothea Schäfer, investigadora del Instituto Alemán para la Investigación Económica de Berlín (DIW, por sus siglas alemanas).

“Nadie quería arruinar la estrella del cielo de las fintech: ni los auditores, ni el Ministerio de Hacienda, ni el Bundesbank, ni los bancos que le dieron créditos, ni las instituciones inversoras, entre las que se encuentran nombres ilustres como Goldman Sachs, Morgan Stanley, Société-Générale, Blackrock, Citigruop, la filial de Deutsche Bank DWS y Union Investment”, escribía Schäfer en su artículo titulado 'Cuando todos miraban a otro lado'.

Reformas a la vista

Por alusiones como esa, el vicecanciller y ministro de Hacienda, el socialdemócrata Olaf Scholz, se ha visto salpicado por el caso Wirecard. Al menos políticamente, el escándalo está sirviendo para cuestionar su gestión. Este miércoles se celebraba precisamente una sesión extraordinaria de la Comisión de Finanzas del Bundestag a la que acudían diputados deseosos de ver explicar a Scholz la reprochada pasividad de las autoridades con Wirecard.

Entre tanto, Scholz ya ha puesto sobre la mesa una reforma de la BaFin para fortalecerla ante casos como el que representa la plataforma de pagos en internet caída en desgracia, “una complicada firma internacional”, según la descripción que ha dado el vicecanciller y ministro de Hacienda. De acuerdo con sus planes, está previsto que salga fortalecido de aquí al año próximo el papel de la BaFin además de que se mejore la protección de los inversores. 

“Quiero una autoridad capaz de golpear, por eso es importante para mí que la BaFin esté bien equipada”, ha dicho Scholz sobre sus intenciones en una entrevista publicada en la penúltima edición de este mes del semanario Die Zeit. En mitad del escándalo la BaFin ha de reformarse, seguir investigado a los responsables de Wirecard y defenderse ante quienes la quieren llevarla a los tribunales. Suena a lograr la cuadratura del círculo en las finanzas alemanas.

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