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Pescanova busca su salvación arrojándose a los brazos de la banca

La banca atrapada en Pescanova analiza la oferta mejorada de Damm, aunque mantiene la suya en la mesa.

Cristina G. Bolinches

Como un hipotecado a punto de ver cómo su piso pasa a manos de la banca, aunque con muchos matices. Los actuales gestores y acreedores de Pescanova están a punto de decidir su futuro. Si la compañía puede, o no, sobrevivir gracias a nuevas inyecciones de capital y, además, a cambio de ver cómo los bancos, los mismos que controlan su abultada deuda, se cuelan de lleno en su accionariado.

Aún falta saber cómo, qué porcentaje puede acabar en manos de la banca pero, si se cumplen los plazos previstos, la duda se resolverá en sólo unos días, antes de que acabe el mes. Aunque podría prorrogarse si, como indican fuentes conocedoras de las negociaciones, estas se logran encauzar tras semanas de serios encontronazos.

A estas alturas y después de lo ocurrido en los últimos meses, con un concurso de acreedores que ha golpeado a la compañía pesquera bandera de los intereses gallegos y españoles, ya casi nada sorprende.

Tras la marcha forzada de la anterior dirección, encabezada por Manuel Fernández de Sousa, señalado como culpable del agujero negro en las cuentas de la compañía, al frente de ella se situó una de las familias más poderosas del panorama empresarial: los Carceller. Una familia con bastantes claroscuros, conocida, fundamentalmente, por ser la dueña del grupo cervecero catalán Damm.

Contentar a los bancos

Contentar a los bancos

La última propuesta ideada por Carceller para evitar la liquidación de una sociedad cuya deuda supera los 3.500 millones de euros cuenta con el respaldo de sus actuales socios en la gestión de Pescanova: las firmas de inversión KKR, Luxempart y Ergon Capital. Su idea es que los acreedores asuman una quita, previsiblemente, inferior al 80%. Entre ellos, figuran nombres de postín financiero como Santander, Sabadell, La Caixa, BBVA, Bankia, Popular y Novagalicia. También foráneos, como Deutsche Bank, HSBC o Rabobank.

Es decir, los acreedores verían cómo casi ocho de cada 10 euros que inyectaron en la pesquera se evaporan en el aire con la intención de que la compañía se mantenga a flote y evite la liquidación. Pero, si llegan a aceptarlo, no será a cambio de nada. Si dan su visto bueno a la quita, que sería una de las más altas en el proceso concursal de una gran empresa de alimentación cotizada, la banca puede hacerse con hasta el 10% del accionariado.

Además, los Carceller propondrían efectuar una inyección de capital de unos 250 millones de euros como “socio industrial de referencia” con una clara mayoría en el accionariado, según ha señalado la empresa. Se trata, en su opinión, de “una oferta sólida” que “combina aportación de capital y experiencia industrial, aspectos que dudamos que tengan otras propuestas”.

Esas otras opciones vendrían, entre otras, de parte de los fondos Centerbridge y Bluecrest, que, según ha trascendido, serían partidarios de una quita menor, aunque en ningún caso inferior al 60%. Además, según fuentes financieras, algunos bancos no acaban de sentirse cómodos con la propuesta de los Carceller, dado que si tienen que asumir una elevaba quita preferirían tener la sartén por el mango y ostentar la mayoría del capital.

Hoy por hoy, según los datos que figuran en la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), Damm posee el 6,2% de Pescanova, por detrás de Fernández de Sousa, que, según los registros del regulador, tiene bajo su control el 7,515% de las acciones, aunque el expresidente está ahora más pendiente de su futuro judicial. No en vano, el juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz le ha impuesto una fianza de más de 158 millones de euros junto a otros diez directivos por su presunta responsabilidad civil en la quiebra de la compañía. Hay que recordar que su equipo directivo minusvaloró su pasivo, asegurando que sólo alcanzaba los 1.500 millones.

Los vaivenes judiciales de los Carceller

Los vaivenes judiciales de los CarcellerLos Carceller, tras la quiebra de Pescanova, ya intentaron hacer un guiño a la banca colocando como presidente a Juan Manuel Urgoiti, un viejo conocido del mundo bancario, ya que fue presidente del BBV y del Banco Gallego. Pero, en las últimas semanas, Carceller, que tiene intereses, entre otros, en el grupo de alimentación Ebro Foods y en la cadena de restauración Rodilla, ha sido protagonista por sus vaivenes judiciales.

A principios de enero, la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional archivó las diligencias por las que el juez Ruz imputaba a Demetrio Carceller Arce y a su padre (Demetrio Carceller Coll) 13 delitos contra la Hacienda Pública y uno de blanqueo de capitales, aunque este último sí sigue imputado por presunto fraude. Según explicó la Audiencia Nacional en su auto, la “gestión” del presidente de Damm “no resulta acreditadamente integrada en lo ilícito por actividades de clase alguna encaminadas al fraude fiscal”.

Otro de los encontronazos que la gestión de Carceller ha vivido en las últimas semanas es la marcha del consejero Luis Ángel Sánchez-Merlo, presidente del operador de satélites Astra Ibérica, que el 13 de enero abandonó Pescanova alegando motivos personales. Sánchez-Merlo llegó a la compañía en otoño, como consejero externo junto a Urgoiti. Algunos accionistas minoritarios creen que su dimisión pone de relieve las dudas en el seno del consejo de la pesquera.

Si Pescanova logra sobrevivir, ha de anclarse industrialmente. Por ese motivo, el sindicato CCOO, que tiene la representación mayoritaria en el comité de empresa, considera que, pese a todo, la propuesta de Damm es la que más garantías ofrece, dado su perfil de industria, aunque sea el de una cervecera.

También la Xunta de Galicia se ha mojado. Su presidente, Alberto Núñez Feijóo, instó a finales de la pasada semana a alcanzar un acuerdo “posible y viable” que mantenga la compañía, si se puede, “compacta y conjunta como hasta ahora”. Algo que hoy no parece fácilmente alcanzable.

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