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La precariedad de las pensiones en Alemania: un millón de jubilados tiene que seguir trabajando con 67 años

Manifestación de pensionistas alemanes que reivindican una jubilación mejor.

Aldo Mas

Berlín —

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Alemania es un país rico, la cuarta economía del mundo y la mayor de Europa. Pero hay un oscuro reverso en este estatus de potencia económica que afloraba esta semanas gracias a la labor parlamentaria del partido izquierdista Die Linke.

En este partido tienen la costumbre de preguntar al Gobierno en el Parlamento cómo va la evolución del empleo en aquellas personas con más de 67 años. Gracias a esos interrogantes, se puede apreciar que en la evolución del mercado de trabajo alemán hay un problema. Hay cientos de miles de personas mayores que no pueden dejar de trabajar o que, si se han jubilado, han tenido que volver al trabajo. Cada año que pasa, este colectivo es más numeroso.

Según informaba el lunes la Red de Redacciones de Alemania (RND), el Ministerio de Trabajo del país del canciller Olaf Scholz ha anunciado que en 2023 eran 56.105 personas mayores más las que se sumaban al buen millón de ciudadanos germanos que siguen trabajando más allá de los 67 años. Esta es la edad que, por regla general, sirve de referencia para entrar en la jubilación. Es la edad que tienen como horizonte para jubilarse los nacidos después de 1964.

“Cada vez son más los pensionistas que trabajan en Alemania”, apuntaban en la RND, dando cuenta de una información que ha sido replicada a diestro y siniestro en el panorama mediático teutón. La RND presentaba los datos sobre esos exactamente 1.123.000 alemanes al haber tenido acceso al intercambio de preguntas y respuestas mantenido entre el Grupo Parlamentario de Die Linke y el Gobierno alemán.

La gran mayoría de esos mayores trabajan en lo que aquí se conoce como 'mini-job', una de las más institucionalizadas formas de trabajo precario que existen en Alemania. La remuneración de esos “mini-trabajos” es de 520 euros al mes. Para los empresarios, esta figura de empleado está libre de algunas cotizaciones sociales (desempleo y dependencia e incluso, llegado el caso, de jubilación y seguridad social).

De acuerdo con las cuentas que ha pedido al Ministerio de Trabajo Die Linke y que ha reproducido la RND, son hasta 870.000 los alemanes mayores de 67 años que trabajan con contratos de 'mini-job'. Esa cifra ronda el número total de alemanes mayores de 67 años que el Gobierno alemán contaba como trabajando en 2015. De ahí que Sören Pellmann sea de los responsables de Die Linke que hagan sonar las alarmas.

“El sistema de pensiones está roto”

“Cada vez hay más gente que tiene que trabajar más allá de los 67 años, lo cual es una triste evolución y un síntoma de que el sistema de pensiones está roto. Para muchos, no se trata de una decisión voluntaria, sino necesaria para llegar a fin de mes”, ha señalado Pellmann en unas declaraciones difundidas por su su grupo parlamentario.

Dietmar Bartsch, el líder de Die Linke en el Bundestag, lleva ya meses pidiendo mejoras en el sistema de pensiones alemán. Él quisiera ver instalado un montante mínimo de 1.200 euros mensuales para los jubilados germanos. De acuerdo con datos del Ministerio de Trabajo solicitados y hechos públicos por Bartsch, tras una vida laboral en la que se cotizaron 45 años, la jubilación media en Alemania está en 1.543 euros.

Antes de que la crisis energética desatada por la guerra de Rusia contra Ucrania llevara la inflación en Alemania a niveles de récord –los precios subieron un 7,9% en 2022–, ya era una preocupación recurrente en el país la pobreza en la tercera edad de Alemania. Cabe esperar que los jubilados que han vuelto al trabajo o los mayores que trabajan en precario estén amenazados por la pobreza, definida como ingresos de 979 euros al mes, según los estándares europeos.

Un sistema de pensiones amenazado

El canciller Olaf Scholz y su Gobierno no parecen tener, de momento, soluciones a la problemática que plantea este grupo de población. Él se ha quejado, de hecho, al ver que hay, en su opinión, muchos alemanes que se jubilan antes de tiempo. Es decir, antes de los 67 años.

Hay excepciones en Alemania que hacen posible la jubilación a los 65 años. No hace mucho, en tiempos de Angela Merkel como canciller, el país posibilitaba incluso la jubilación a los 63 siempre y cuando se hayan cotizado 35 años.

Por otro lado, en el Consejo Asesor de Economistas del Gobierno alemán, lo que también se conoce aquí como “cinco sabios”, se han escuchado voces como la de Monika Schnitzer, la presidenta de dicha instancia teutona, quien ha dicho que contaría con su bendición la instauración de los 70 años como edad de jubilación.

Dejando al margen escenarios como ese, lo que ya se percibe de forma evidente sobre el sistema alemán de pensiones es la amenaza del problema de la natalidad que sufre el país desde hace lustros. En Alemania, donde oficialmente se cuentan 84,4 millones de habitantes, una de cada cinco personas es mayor de 66 años, según las cuentas de la Oficina Federal de Estadística (Destatis). Dicha institución cuenta que cada mujer tiene, de media, 1,46 niños. La edad media del ciudadano alemán ronda ya los 45 años.

Si, en el futuro, la cuestión que se plantea aquí es “¿Quién va a pagar las pensiones?”, ahora mismo ya hay mayores alemanes en edad de estar jubilados que tienen que responder al interrogante: “¿De qué voy a trabajar en precario?”.

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