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Solo vemos la punta del iceberg en las muertes en el trabajo: apenas el 11% se debe a accidentes laborales

Imagen de archivo de un accidente laboral.

Laura Olías

27 de noviembre de 2023 13:43 h

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Las muertes en accidentes de trabajo son abrumadoras, en España más de 41.000 personas en las últimas tres décadas, pero solo suponen una pequeña parte de quienes fallecen a causa del trabajo. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha publicado un estudio que cifra en casi tres millones las personas que mueren cada año por motivos laborales en el mundo, de las que 330.000 trabajadores se dejaron la vida en accidentes, los siniestros más visibles. La gran mayoría, el 89%, un total de 2,6 millones de personas fallecen cada año por enfermedades motivadas por su ocupación, como enfermedades circulatorias y cánceres, que en la mayoría de ocasiones no se registran ni vinculan a su origen laboral.

Con cifras de 2019, la organización internacional que vela por los derechos laborales desde las Naciones Unidas ha difundido este lunes el informe Un llamamiento en favor de entornos de trabajo más seguros y saludables, con nuevos datos sobre cómo incide la siniestralidad laboral en el mundo. “Datos que se presentarán en el 23º Congreso Mundial sobre Seguridad y Salud en el Trabajo que tendrá lugar en Sídney (Australia) del 27 al 30 de noviembre”, indica la organización.

En total, estima que “alrededor de 2,93 millones de trabajadores murieron como resultado de factores relacionados con el trabajo” en 2019, lo que supone un aumento de más del 12% en comparación con el año 2000.

Este incremento en la cifra absoluta de víctimas laborales “está influido por varios factores”, explica el organismo, como “un agravamiento en términos de exposiciones desprotegidas a los riesgos profesionales, así como a cambios sociodemográficos”, con un aumento de la población activa mundial del 26% en este periodo. “Las herramientas de diagnóstico también han mejorado significativamente en las dos últimas décadas, lo que ha contribuido a aumentar el número de casos detectados”, indica el estudio.

El informe subraya que las muertes relacionadas con el trabajo están desigualmente distribuidas por género, con una tasa de mortalidad masculina (108,3 por 100.000 personas en la población activa) “significativamente superior a la femenina” (48,4 por 100.000). Por regiones, Asia y el Pacífico registra la mayor mortalidad relacionada con el trabajo (63% del total mundial), debido también al tamaño de su población activa.

“Además de la tragedia mundial de las muertes relacionadas con el trabajo”, la OIT estimó que más de 395 millones de trabajadores en todo el mundo sufrieron lesiones laborales no mortales en 2019, “que perjudicaron la salud de los trabajadores y provocaron ausencias laborales”, cifra el organismo.

El 89% de víctimas fallece por enfermedades

La gran mayoría de estas muertes laborales, 2,6 millones, se atribuyeron a enfermedades relacionadas con el trabajo, todavía más invisibles que los accidentes en el puesto de trabajo y con una gran infradeclaración de su origen laboral, como reiteran los sindicatos. Esto impide no solo la compensación a las víctimas y sus familias por sus patologías, sino también la prevención para que no sigan enfermando más trabajadores.

Las patologías que causaron más muertes fueron las enfermedades circulatorias, las neoplasias malignas (cánceres) y las enfermedades respiratorias. “En conjunto, estas tres categorías contribuyeron a casi tres cuartas partes del total de la mortalidad relacionada con el trabajo”, sostiene la OIT.

Entre 20 factores de riesgo laboral considerados, el más letal son las largas jornadas laborales (a partir de 55 horas semanales, once horas diarias en cinco días), que mató a casi 745.000 personas en el mundo en 2016. Esta exposición a largas jornadas de trabajo están detrás de muchos accidentes y patologías, que acaban costando la vida a los trabajadores.

Le sigue “la exposición a partículas, gases y humos”, con más de 450.000 muertes asociadas, y en tercer lugar las lesiones en accidentes con más de 363.000 muertes, como se puede ver en el gráfico anterior.

La incidencia de estos factores de riesgo profesionales, analizados de forma conjuntas por la OMS y la OIT, muestra una evolución variable a lo largo del tiempo. Por ejemplo, “la tasa de cánceres de tráquea, bronquios y pulmón atribuibles a la exposición laboral al cromo se duplicó entre 2000 y 2016”, indica la OIT, mientras que “el mesotelioma atribuible a la exposición al amianto ha aumentado un 40%”.

La tasa de cáncer de piel no melanoma aumentó “más de un 37%” entre 2000 y 2020, añade el organismo, que hace unos días destacaba que casi una de cada tres muertes por este tipo de cáncer se debe al trabajo bajo el sol. Solo en 2019, fallecieron por este motivo “casi 19.000 personas” en el mundo. Por otro lado, “las muertes debidas a la exposición a asmágenos y partículas, gases y humos disminuyeron más de un 20%”, recoge el estudio.

Con motivo de su Congreso Mundial sobre Seguridad y Salud en el Trabajo, la OIT pone el acento en la necesidad de “mejorar los marcos nacionales de seguridad y salud en el trabajo (SST)”, por ejemplo mediante la promoción de datos fiables, así como aumentar la inversión en esta materia y mejorar los sistemas de gestión y prevención en los lugares de trabajo, “adaptándolos a peligros, riesgos, sectores y ocupaciones específicos y teniendo en cuenta cómo las condiciones de trabajo pueden afectar la salud física y mental de los trabajadores”.

En España, el pacto de gobierno de PSOE y Sumar se ha comprometido a actualizar “la legislación de prevención de riesgos laborales”, una materia que ya se prometió el pasado mandato, pero que no llegó a negociarse. Entre las materias, promete actualizar “el catálogo de enfermedades profesionales, así como el procedimiento de notificación del accidente de trabajo”.

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