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Cómo puede ayudar la terapia focal en el cáncer de próstata

Un hombre haciendo deporte.

Mercè Palau

El cáncer de próstata es el segundo más frecuente entre hombres de más de 65 años. En España, se diagnosticaron más de 30.000 nuevos casos en 2019, según el Observatorio de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC). En los últimos años se ha avanzado mucho en el diagnóstico, el tratamiento y el seguimiento de este tipo de cáncer. Decidir qué tratamiento debe seguirse dependerá de factores como el estadio del cáncer, el riesgo (algunos cánceres crecen de manera muy lenta mientras que otros lo hacen más rápido), la edad e incluso los posibles efectos secundarios. Y es que cada vez preocupa más no solo la recuperación sino otras cuestiones de calidad de vida.

Las opciones de tratamiento incluyen desde la vigilancia activa (el cáncer se controla de cerca para detectar signos de que está empeorando y actuar solo entonces) a la terapia sistémica (hormonal, quimioterapia e inmunoterapia). Las técnicas tradicionales como la radioterapia externa o la cirugía pueden causar efectos secundarios en las vías urinarias o en la esfera genital o rectal.

Terapia focal, apuntar y destruir de forma selectiva

Del esfuerzo por conseguir procedimientos más avanzados y menos invasivos en el cáncer de próstata surge la terapia focal, una técnica emergente destinada a hombres con tumores de próstata pequeños y localizados. La idea detrás de la terapia focal es doble: reducir la cantidad de daño que se produce a la glándula prostática y las áreas circundantes mientras se sigue tratando el cáncer de manera efectiva. Con esta técnica, se apunta de forma específica en la región, evitando destruir toda la glándula o el tejido sano cercano. 

El desarrollo de técnicas mínimamente invasivas, como la crioterapia, el ultrasonido de alta densidad (HIFU, en sus siglas inglesas), la terapia vascular fotodinámica o la braquiterapia han facilitado el desarrollo de este tipo de tratamiento porque lo que hacen es permitir un acceso directo y dirigido a la glándula.

Los resultados preliminares demuestran una buena aceptabilidad de esta técnica con escasos efectos secundarios y buenos resultados oncológicos. Lo saben muy bien los especialistas de MD Anderson Cancer Center Madrid, que preside el doctor Pedro Luis Cobiella. “Se trata de una técnica muy novedosa que consiste en destruir solo la parte de la próstata afectada a través de distintas fuentes de energía”, explica el doctor Carlos Núñez, jefe del Servicio de Urología de MD Anderson Madrid.

La destrucción focal del cáncer, con preservación del órgano circundante, ya se ha usado en el tratamiento oncológico de riñón, hígado, mama y cerebro, según un estudio publicado en ScienceDirect. Los estudios han demostrado que en otros cánceres como el de tiroides, colon y pulmón la extirpación parcial también puede ser eficaz.

La Guía clínica sobre el cáncer de próstata, de la Asociación Europea de Urología (EAU, por sus siglas inglesas), recomienda este tratamiento en pacientes con criterios similares a los que incluye la vigilancia activa pero que quieran un tratamiento activo y evitar efectos secundarios.

Objetivos: acabar con el cáncer con una óptima recuperación sexual

Cuanto más joven es el paciente, más importante es el tema de la preservación sexual. Más del 90-95% de los pacientes con estadios menos avanzados tratados con esta técnica pueden mantener una erección tras la extirpación del tumor. Los expertos del centro madrileño tienen en marcha un ensayo clínico con una muestra de 50 pacientes que llevan entre dos y tres años en seguimiento después de someterse a una terapia focal. 

Los resultados son positivos. Como apunta Núñez, “tenemos menos de un 10% de recaídas a cinco años con una preservación de la potencia sexual de más del 90% y una continencia urinaria de casi el 100%”. Esto se debería al hecho de que destruir el tumor y dejar el tejido normal reduce de manera drástica los efectos secundarios adversos.

En el caso de los pacientes que han recibido cirugía, un 60% no necesita recuperación adicional, especialmente si la edad se sitúa en torno a los 60 años y se les ha podido realizar una preservación bilateral de la próstata. Un 10-15% sí necesitarán un tratamiento posterior con sildenafilo o taladafilo para conseguir una erección plena porque estos fármacos permiten un menor depósito de colágeno en el pene, lo que “favorece la erección posterior”, admite Núñez.

De hecho, los estudios realizados hasta ahora han mostrado que unos buenos resultados en continencia urinaria se relacionan con un óptimo resultado en preservación sexual. 

“Con la terapia focal conseguimos mantener la erección y el orgasmo. Todavía no se conoce si se podrá mantener la función reproductiva por lo que en pacientes jóvenes que se vayan a someter a esta terapia se aconseja, preventivamente, realizar la congelación de semen”, recomienda el experto de MD Anderson Madrid.

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