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Más allá del combustible: por qué el ecodiseño aplicado a los radares también contribuye a una aviación más sostenible

Un radar

Tomás Muñoz M.

Cuando se habla de reducir el impacto medioambiental que tiene el transporte aéreo, siempre se pone el foco en los combustibles que utilizan los aviones. Sin embargo, se puede actuar sobre otros aspectos de la cadena de valor de la navegación aérea, por ejemplo, mejorar los sistemas de gestión del tráfico aéreo. Un ejemplo de ello es la tecnología actual que ya permite trazar recorridos más cortos y directos para reducir los tiempos de vuelo y, por lo tanto, sus emisiones con lo que se conoce como trayectorias 4D. Otros sistemas facilitan descensos más pronunciados para que el avión permanezca durante más tiempo a gran altura —donde se consume menos combustible—, pero también evitan el consumo innecesario de carburante en las zonas de rodadura y secuencian los despegues y aterrizajes para eliminar las esperas innecesarias con los motores encendidos en pista o en el aire.

En todas estas tecnologías ha sido pionera Indra, compañía española que también está detrás de un nuevo radar primario de vigilancia en ruta y aeropuertos que, gracias al ecodiseño, ha evolucionado para ser más sostenible: “Se trata del PSR2D Neo, un modelo que mejora las características de su predecesor y reduce el impacto medioambiental entre un 13% y un 23%”, aseguran fuentes de la firma. En otras palabras, minimiza la huella de carbono en 15 toneladas de CO2 anualmente y en más de 260 toneladas a lo largo de toda su vida útil, equivalentes a las emisiones de 60 vehículos de gasolina durante un año.

Asimismo, desde Indra explican que, para alcanzar este grado de eficiencia, primero se realizó un análisis de todo el ciclo del equipo con el objetivo de medir el impacto ambiental desde el momento en que se obtienen las materias primas que servirán para fabricarlo hasta que concluye su vida útil. De esta forma, los expertos de la compañía tecnológica concluyeron que el consumo energético del radar durante su fase de uso era el principal responsable del impacto ambiental. A partir de ahí, plantearon diferentes estrategias de ecodiseño que han logrado aumentar su eficiencia “reduciendo un 12% su consumo energético anual, un 30% en el caso del consumo del grupo transmisor, manteniendo las mismas prestaciones”, apuntan sus responsables.

Juan Antonio Camacho, director del Centro de Competencia de Radares de Indra, señala que “el desarrollo de novedosos amplificadores de potencia con una mayor eficiencia energética nos ha permitido alcanzar unas mayores prestaciones para cumplir con las exigencias de los organismos reguladores de la gestión del tráfico aéreo”. Y añade que “al mismo tiempo, el uso de nuevos materiales nos ha permitido minimizar la huella de carbono y la toxicidad terrestre y humana”. Además de un mayor alcance, el nuevo radar es más ligero, lo que facilita el transporte, y puede coexistir con la generación de energía fotovoltaica y eólica. Su fabricación es también menos contaminante: los transistores basados en silicio son ahora módulos de nitruro de galio, un material menos perjudicial y más eficiente energéticamente. Mientras que, por otra parte, se han sustituido cableados utilizando para ello alternativas limpias y se han eliminado tóxicos como el berilio o el plomo.

El prototipo del nuevo radar, con las adaptaciones de ecodiseño, ya está en proceso de fabricación y está previsto que se empiece a probar con clientes en 2024: “El proyecto de ecodiseño para mejorar el rendimiento medioambiental de este radar de tráfico aéreo ha sido todo un éxito”, subraya Alicia Fernández del Viso, responsable de Sostenibilidad de Indra. Bajo su perspectiva, “Debido a los buenos resultados, nos hemos planteado como objetivo extender esta metodología a todos nuestros grandes productos. Supone un hito y es muestra de nuestro compromiso con el medioambiente y con las generaciones futuras”, concreta.

Los productos deben ser sostenibles desde el principio

Diferentes estudios desarrollados por la Unión Europea revelan que alrededor del 80% del impacto ambiental de un producto o servicio se determina en su fase inicial, por esta razón los criterios enfocados a reducirlo desde su fase de planteamiento son la base de lo que se conoce como ecodiseño. “Para nosotros es una oportunidad de poner en valor iniciativas de innovación en nuestros productos que, manteniendo su funcionalidad y calidad, disminuyan su huella medioambiental y redunden en un beneficio para los clientes”, corrobora la responsable de Sostenibilidad de Indra. En este sentido, esta estrategia se enmarca en el Plan Director de Sostenibilidad 20-23 de la firma que incluye, entre otros objetivos, neutralizar las emisiones de sus operaciones en 2040 y ser neutra en carbono en 2050.

El PSR2D es uno de los sistemas radar con los que cuenta actualmente Indra. La empresa española ya ha implementado su tecnología de vigilancia del espacio aéreo en más de 180 países y está desarrollando el proyecto de radares que renovará toda la red de vigilancia aérea de Alemania. De esta forma, los nuevos radares con los que va a dotar a este país incorporan técnicas y algoritmos avanzados, todos ellos desarrollados por Indra. Entre sus ventajas se encuentran “mitigar los reflejos y el ruido que habitualmente causan los aerogeneradores y las placas solares sobre la señal, permitiendo que este tipo de instalaciones puedan situarse en las proximidades de los radares y no se frene, por lo tanto, la producción de energías renovables”, precisan fuentes de la compañía.

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