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Skoda Scout, el Octavia multiusos

Una suspensión más alta y unos neumáticos con más perfil permiten incursiones 'off road' al nuevo Skoda Scout.

R. T.

Antes del Big Bang de los todocaminos, el único representante campero de la gama Skoda era el Scout. Primero bajo las siglas del modelo del que deriva, Octavia Scout, y después ya desligado de aquéllas, Scout a secas. El Scout parte del Octavia Combi, es decir, de una carrocería de tipo familiar, y añade aditamentos estéticos que lo distinguen y protegen de impactos y mejoras técnicas que lo hacen más capaz fuera del asfalto.

Con una longitud de 4,69 metros, los ingenieros de la marca han implementado una suspensión más elevada que, junto a un mayor perfil de neumático de 225/50 R17, eleva al Scout 30 milímetros más del suelo que cualquier otro Octavia Combi. Además, la tracción es siempre a las cuatro ruedas, a través de un embrague tipo Haldex que reparte la fuerza del motor entre el eje delantero y el trasero cuando el sistema detecta pérdidas de tracción.

Es común para toda la gama Scout un control de descenso de pendientes, que es novedad en el modelo, y un programa de conducción específico, Off Road, que ajusta parámetros como la respuesta del motor, el funcionamiento de la tracción total y el engranaje del cambio de marchas (si la transmisión es automática) a la conducción fuera de asfalto. También gestionan la dinámica del coche dos diferenciales autoblocantes electrónicos, uno en cada eje.

A este replanteamiento técnico de lo que en origen era un Octavia Combi se une el diseño exterior, que, además del toque distintivo que ofrecen unas protecciones de plásticos en todo el perímetro del vehículo, permite una conducción por pistas y caminos más viva y despreocupada de dañar las zonas inferiores de la carrocería.

El Skoda Scout comparte con el Octavia familiar una gran capacidad interior para el transporte de pasajeros, homologado para que cinco ocupantes viajen holgados, y para el de equipaje, gracias a un maletero de 610 litros de capacidad que puede ampliarse hasta los 1.740 l abatiendo los respaldos de la fila trasera. Rivales como Subaru Outback o Volkswagen Golf Alltrack se quedan un paso por detrás en este apartado.

Otro de los puntos fuertes del Scout es la rápida adaptación que el conductor experimenta. En primer lugar, por lo bien organizado que está toda la instrumentación y la buena visibilidad hacia todas las direcciones. Hay gran cantidad de huecos para dejar objetos. Y ya en marcha, resulta cómodo y agradable a nivel de suspensiones y los ruidos aerodinámicos y del motor quedan correctamente filtrados.

La gama Scout es sencilla y se limita a la elección de la mecánica, que puede ser diésel o gasolina. Entre los primeros, está el bloque 2.0 TDI con 150 ó 184 caballos y caja de cambios manual de seis velocidades para el menor y automática de doble embrague y seis marchas (DSG) para el mayor. Por su parte, el de gasolina es el 1.8 TSI de 180 CV y DSG.

De la última actualización sufrida por el Octavia, el Scout hereda nuevos rasgos de diseño (parrilla o las ópticas delanteras divididas, por ejemplo), nuevos asistentes en materia de seguridad (frenada de emergencia autónoma o un asistente de remolque que se proyecta en la pantalla central con la marcha atrás y frena el vehículo automáticamente en caso necesario) y el servicio de conectividad Skoda Connect (de serie con el Smart Link y en opción con un navegador Columbus y una pantalla completamente táctil, sin botones físicos, de 9,2 pulgadas).

Los precios comprenden una horquilla entre los 30.000 y 33.000 euros, incluyendo como elementos de serie la iluminación Led adaptativa, los asientos delanteros con calefacción, el programador de velocidad o el sistema multimedia con pantalla táctil de 8“ y conexión bluetooth.

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