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AVE: Más que dignos, unidos y decididos

Oaris, tren de alta velocidad desarrollado por CAF. | FOTO: Thomas.plotduty.

Roque Alonso Lozano, periodista

A raíz de los últimos acontecimientos ocurridos en torno al ferrocarril en Extremadura, como las continuas averías o los pasos atrás en la unidad regional frente al abandono de la Administración central, están apareciendo posturas y propuestas que rechazan el AVE e incluso lo hacen culpable de la situación actual. A nadie se le oculta que, como en tantas otras veces, estas disensiones internas extremeñas pueden tener como consecuencia que una vez más Extremadura pierda el tren de la inversión y el progreso frente al resto de España. Las infraestructuras que aquí despreciamos por “caras” o “desproporcionadas”, van a ser recibidas con los brazos abiertos en tierras más ambiciosas en el buen sentido de la palabra. Como, por ejemplo, en el llamado ‘Corredor Mediterráneo“. Allí no le hacen ascos al AVE, ni se conforman con alternativas de altas prestaciones u otros sucedáneos mientras que éste llega a la totalidad del arco que une Algeciras con Gerona y, cruzando la frontera francesa, con toda Europa. Frente al conservadurismo extremeño de ”con un tren digno nos conformamos“ está la fuerte apuesta por la alta velocidad ferroviaria en Cataluña, Valencia e incluso Andalucía, con fuertes grupos de presión en Bruselas y en Madrid o campañas en los medios de comunicación, anuncios incluidos.

Como los dineros son los que son e incluso menos, conviene que los extremeños seamos inteligentes y tengamos claro nuestro objetivo. A tal fin es necesario aclarar algunas cosas.

Primero, que el AVE (como se le llama popularmente) no es sólo un tren. La Alta Velocidad Española, como la francesa o la alemana o la china, es una infraestructura ferroviaria que permite comunicar a importantes núcleos de población de forma rápida y cómoda. Esto, en la práctica, se traduce en vías de ancho europeo (algo más estrechas que el tradicional ibérico), dobles, seguras y electrificadas, con un trazado de curvas y pendientes los suficientemente suaves como para permitir a los trenes velocidades de hasta 350 km/h. La utilización del ancho europeo permite el tránsito sin problemas con otros países de la UE. Las dobles vías, que los trenes no tengan que esperar parados cuando se cruzan con los que viajan en sentido contrario. La electricidad posibilita la utilización de locomotoras mucho más potentes que las diesel, más veloces y además más económicas en su consumo (menos contaminantes y más rentables).   

Segundo, el AVE extremeño es parte del AVE Madrid-Lisboa contemplado en las previsiones de la Unión Europea y, por tanto, dotado de fuertes subvenciones para unir las capitales y principales ciudades europeas. De hecho uno de los últimos estudios de la Comisión Europea considera el AVE entre las dos capitales ibéricas uno de los más rentables de la península, por encima de líneas como el Madrid-Valencia o el Madrid-Sevilla. Conectaría a una población superior a los 8 millones de personas: más de tres en la zona de Lisboa y unos cinco en la madrileña, sin contar algunos cientos de miles de núcleos urbanos en Castilla-La Mancha, Extremadura y el Alentejo donde podría tener algunas paradas.

Tercero, esa infraestructura de la Alta Velocidad es totalmente compatible para trenes menos rápidos que los Aves, pero con prestaciones de confort y velocidad muy similares y que, además, pueden circular por las mismas vías parando en poblaciones donde el AVE no lo haga o lo haga con menor frecuencia. Incluso, por esta misma infraestructura pueden rodar trenes de mercancías de ciertas características (menor peso, mayor urgencia…)

Son evidentes pues los beneficios que la existencia de una infraestructura de Alta Velocidad reporta a una región como Extremadura, necesitada de acelerar su desarrollo y acortar distancias con el resto de España, tanto desde el punto de vista vertebrador del territorio, como desde el social o el puramente económico. Es cierto que con el AVE y su infraestructura no se soluciona todo. Está claro que, paralelamente, hay que modernizar y completar la red ferroviaria extremeña con conexiones para pasajeros y mercancías hacia el norte y el sur y, especialmente, hacia el oeste por su importancia para la salida  de nuestras exportaciones industriales y agroganaderas hacia el Mediterráneo.

Frente a estos innegables beneficios se puede contraponer que el coste de la infraestructura AVE es tan elevado que sería mucho más realista usar el dinero que haya para un ferrocarril más modesto. Así empezamos quitándole traviesas al desarrollo extremeño en aras de un pragmatismo que, en realidad, es una falacia. Dicen sí a un tren “digno”, con “doble vía y electrificado” pero que no corra tanto ni pare en tantos sitios. Ciñéndonos a los hechos y no a las opiniones, ¿cuál es la diferencia de inversión entre una doble vía electrificada por donde rueden trenes hasta 250 km/h. que los hagan rentables frente a la carretera y que además sean confortables? Según los expertos, muy poca. El trazado, las vías, las traviesas, las medidas de seguridad, etc. son casi los mismos. En cuanto a las paradas y los trenes, ya hemos explicado que por la infraestructura del AVE Madrid-Lisboa podrán circular, al mismo tiempo, el AVE y cuantos trenes se quiera inferiores al AVE (en prestaciones y costes para el viajero), con trayectos más reducidos o con mayores frecuencias.

Otra argumentación contraria al sistema AVE, cuando llegamos a este punto, es que Portugal ha renunciado a construir algo similar. La verdad es que Portugal no ha renunciado definitivamente a la alta velocidad, de hecho el gobierno luso está avanzando en la modernización de sus líneas entre la zona de Sines-Setúbal-Lisboa y la frontera española del Alentejo, electrificándola y mejorando su trazado y materiales. Es cierto que en Portugal, como en España, hay tensiones entre los territorios más desarrollados y más poblados, como son la región de Lisboa y la de Oporto. Desde ésta última se quiere potenciar el eje ferroviario por el litoral entre ambas zonas, sacando una desviación hacia España que no pase por Madrid, sino que vaya directamente hacia la frontera francesa. No es la posición de la Estremadura portuguesa, ni del Alentejo que prefieren conectarse a Europa por el centro de la península, sin renunciar a pasar por las importantes concentraciones de población españolas en el centro y el este de la península, que es donde en realidad están sus principales clientes e intereses continentales. Una apuesta decidida de España, con “la política de los hechos”, por el AVE Madrid-Lisboa y su infraestructura ferroviaria complementaria en Extremadura (hacia el oeste sobre todo), es seguro que inclinaría la balanza de la opinión pública portuguesa hacia esta opción, sabiendo además que en este caso cuentan con suculentos apoyos económicos de la UE. Baste recordar lo que sucedió con la autovía de Extremadura.

Concluyendo: el AVE Madrid-Lisboa es rentable, más aún esencial para Portugal, para España, para la UE y ,¡cómo no!, para Extremadura que tiene la suerte de que pase por ella. Lo es económica y socialmente y con un sobrecoste relativamente escaso sobre otras alternativas igual de “dignas” pero mucho menos completas y útiles. Por tanto, sería mejor no tirar piedras sobre nuestro propio tejado y que los extremeños apoyemos el AVE unidos y con todas nuestras fuerzas, sin dar falsos argumentos a nuestros competidores. En caso contrario, podría suceder que no sólo nos quedásemos sin AVE y sin tan siquiera ese “tren digno” del que se habla mucho sin concretar demasiado. No sería justo que volviésemos a quedarnos, una vez más, fuera del mapa de las comunicaciones y del progreso español y, encima, con nuestra colaboración.

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