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Un barrio de Durango respira con preocupación tras años de emisiones de benceno

Un bloque de viviendas y un caserío en las inmediaciones de la fundación Fumbarri en Durango

Maialen Ferreira

3 de febrero de 2022 21:46 h

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En las inmediaciones de la fundición Fumbarri, ubicada en el barrio San Roque de Durango, hay dos tipos diferentes de casas. Las más cercanas -prácticamente al lado- son dos caseríos que fueron construidos años antes de instalar la fábrica, creada en 1956, pero renovada hasta conseguir el actual edificio de colores y aspecto moderno que dista de las fábricas grises que también se encuentran en el municipio. Unos metros más adelante, justo en frente, comienzan los primeros edificios de viviendas construidos aproximadamente hace 10 años.

María Luisa y Mari Carmen llevan toda su vida viviendo en los caseríos cercanos a la fábrica y aceptan – o se resignan- que si hay emisiones peligrosas, ruidos, polvo o malos olores es algo que “se da por sentado” y saben que no van a conseguir cambiarlo. “Hay malos olores, no solo cuando está la fábrica en funcionamiento, también cuando está cerrada, pero es algo que ya damos por sentado. No nos hemos quejado nunca”, comenta María Luisa tras tirar una bolsa de basura en el contenedor ubicado en frente de la fábrica y que al parecer, comparten.

Mari Carmen pasa la mañana trabajando en la huerta de su baserri, que en la entrada contiene un cartel de madera en el que se encuentra tallado el nombre ‘Ziritzabehekoa’ y el año en el que fue renovado, 1932. Sin dejar de sonreír admite “yo no me quejo nunca. Sabemos que muy bien no nos hace tener la fábrica ahí, pero si algo me va a hacer mal a mi edad ya serán los años”, confiesa.

Al dejar atrás los dos caseríos, dos bloques de edificios grises se presentan frente a la fábrica. Ernesto lleva seis años viviendo en uno de los pisos del primer edificio. Su balcón da directamente a la fundición, cuya fachada, a pesar de ser moderna, deja entrever manchas negras de hollín. “Lo más molesto es el ruido y el polvo negro que se queda en los balcones y los coches. Las asociaciones de vecinos tienen una pelea grande por el tema de la fábrica. En Durango siempre ha habido fundiciones y poco a poco se han ido yendo a las afueras, el problema de esta es que se construyó antes de que se creara la normativa que ahora impide construir una fábrica tan cerca de viviendas. Por lo tanto, es complicado que consigan quitarla”, admite.

Detrás del bloque de la casa de Ernesto hay un pequeño jardín y más allá se encuentra el primer bar, cruzando la calle. Iker pasea con su mujer, su bebé recién nacido y su perro por la zona, puesto que también vive cerca de allí. “Yo he trabajado en fundiciones y sé todo lo que conlleva vivir cerca de una de ellas. Sobre todo en verano los olores que desprende son horribles. La situación es compleja porque no sabemos si desde el Gobierno vasco harán algo. Ha habido protestas, pero parece que por el momento no va haber solución. Esta fábrica, además, por fuera puede parecer que está bien, pero por dentro está como en la edad de piedra. Ha habido muchísimos accidentes laborales y las condiciones de los trabajadores no están nada bien. Sé que da trabajo y que supondría un gasto muy grande trasladarla a otro sitio, también entiendo que habrá algún interés en mantenerla ahí, pero no logro entender cómo puede estar tan cerca de las viviendas”, explica.

En su mismo bloque Maite ha vivido hasta hace poco. Este jueves ha vuelto para visitar a una de sus amigas, que aún sigue viviendo allí. “Tuve que mudarme porque no podía más y sé que no soy la única. Tengo una patología respiratoria y notaba que cada vez me afectaba más respirar este aire. Ahora con las mascarillas cuando vengo me siento mucho mejor, no tengo tantos síntomas, pero decidí irme del barrio por mi salud. Ya no es solo el polvo que echa, son las sustancias que se emiten. Conozco el informe que ha realizado el Gobierno vasco sobre las emisiones de benceno y menos mal que han decidido meter mano ahí porque la situación es grave”, alerta la durangotarra.

El informe del que habla Maite es el que recientemente el Gobierno vasco ha enviado al Parlamento en el que la misma consejera de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente, Arantxa Tapia, admite que las mediciones extraordinarias de la calidad del aire en el entorno de Fumbarri “muestran que todavía existe un problema de emisiones difusas de benceno y que, por lo tanto, se debe seguir trabajando en ello”. No es la primera vez que se estudia la fundición, que trabaja con procesos de ‘loast foam’ o de espuma perdida, También se hizo entre los años 2017-2019.

Según información del Ministerio para la Transición Ecológica, el benceno puede provocar efectos peligrosos para la salud como “problemas respiratorios, irritación de ojos y garganta, mareos, etc. También se pueden dar efectos psiquiátricos (irritabilidad, dificultad de concentración, etc.). Además a largo plazo pueden causar daños renales, al hígado o al sistema nervioso central o algunos COV tienen efecto cancerígeno como por ejemplo el benceno”.

Este periódico ha logrado ser atendido por uno de los comerciales de Fumbarri, que a la salida de su turno ha insistido en que desde la fundición se está trabajando de forma conjunta con el Gobierno vasco para solventar cualquier tipo de problema derivado de la misma. “Me consta que son conscientes del problema y que se está colaborando activamente con el Gobierno vasco. La empresa está trabajando mucho para que no se produzca ninguna emisión que pueda llegar a ser dañina para los ciudadanos”, asegura el trabajador, que se define a sí mismo como “comercial” de Fumbarri, pero que prefiere no decir su nombre a este diario.

Tras la conversación, elDiario.es/Euskadi ha realizado una consulta formal a la empresa preguntándole acerca del informe y de qué decisiones están dispuestos a tomar para acabar con las emisiones de benceno. Sin embargo, al cierre de esta edición no se ha recibido ninguna respuesta.

Más allá de la fundición

A lo largo de 2019, año en el que EH Bildu y Herriaren Eskubidea lograron arrebatarle al PNV el Ayuntamiento tras décadas gobernando, desde el consistorio se elaboró un estudio para medir la calidad del aire del municipio, que se encuentra prácticamente rodeado de fábricas y fundiciones. Dicho estudio, presentado en 2020, concluía que  se detectaban “picos muy preocupantes de Benceno, Tolueno y Estireno” provenientes sobre todo de “la quema de combustibles de procesos industriales” en la zona industrial de Iurreta, al oeste-noroeste de Durango.

Tres años más tarde y después de conocer el resultado del informe presentado ante el Parlamento Vasco, el Ayuntamiento de Durango ha solicitado una reunión con el Departamento que dirige Arantxa Tapia para “conocer de primera mano” los resultados obtenidos en la campaña de medición de la calidad del aire llevada a cabo hasta la fecha. Es decir, el informe final junto con las conclusiones de las mediciones de benceno realizadas y las conclusiones de la Dirección de Salud respecto a las mediciones realizadas para conocer la incidencia sobre la salud de las personas que viven en el entorno de las viviendas de Ziritza-Bustintza Kalea.

“El Gobierno vasco se vuelve a centrar en un foco específico de una empresa específica, y vuelve a obviar el estudio que le presentamos en septiembre de 2020 y en el que se advertía de picos muy importantes de benceno que venían desde la zona de Iurreta. En mayo le transmitimos al Gobierno vasco que era necesario que investigara el estudio realizado por Tecnalia, y ahora vuelve a tratar de despistar a la ciudadanía poniendo el foco en un punto específico diferente al que se señala en el estudio”, han criticado los concejales Aritz Bravo (EH Bildu) y Jorge Varela (Herriaren Eskubidea) a través de un comunicado.

Con el objetivo de informar y tranquilizar a los vecinos, el Ayuntamiento ha instalado un panel informativo digital en Fauste Kalea, a dos kilómetros de la fundición Fumbarri y otros dos de la zona industrial de Iurreta, que ofrecerá, entre otros datos, la información de la calidad del aire en Durango en tiempo real según los criterios de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

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