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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Ahora más que nunca, compromiso y trabajo en común

El lehendakari, Iñigo Urkullu

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Quién iba a imaginar que en este nuevo curso político que ahora iniciamos seguiríamos con las mascarillas, los geles, las distancias... Quién nos iba a decir que nuestras rutinas, aquellas que nos estresaban, seguirían esperando a un tiempo mejor. La pandemia nos ha cambiado, y ha obligado también a nuestras instituciones a recomponerse para dar lo mejor de sí, estar a la altura de la urgencia del momento y superar, con mucho trabajo y sacrificio, los perversos efectos que nos está dejando este virus. Hoy toca reflexionar, echar la vista atrás y analizar lo que ha ocurrido desde que en septiembre de 2020 Iñigo Urkullu fue investido Lehendakari. Seguro que tampoco él imaginaba las sucesivas olas que llevamos sufriendo, cinco ya, ni la virulencia de la nueva variante delta. Con el método científico de ensayo-error, el mismo que han utilizado los gobernantes mundiales, el Lehendakari ha ido abordando la complejidad de esta crisis. Probando y retrocediendo cuando ha sido necesario. Y en esta reflexión global, una conclusión: Urkullu ha conseguido en este imprevisible y duro año sentar las bases para construir entre todos y todas un futuro mejor, un futuro de transformación para Euskadi, un futuro de crecimiento y mayor bienestar. Hoy la situación sanitaria y económica es mejor que la que teníamos hace un año, cuando este Gobierno echó a andar, pero seguimos necesitando compromiso, trabajo y solidaridad para superar la pandemia y recuperar la tan ansiada normalidad. El reto todavía sigue ahí, nada de triunfalismos, pero los cimientos construidos por este Gobierno nos hacen ser optimistas. Ha actuado con determinación y valentía, ofreciendo compromiso, estabilidad y resultados.

Ha sido un curso marcado fundamentalmente por la pandemia. La urgencia de la situación obligó al Lehendakari —y no había otra opción— a emplear la mayor parte de los esfuerzos en controlar la enfermedad, proteger la salud, adecuar el sistema sanitario a la nueva realidad y mitigar las consecuencias socio-económicas graves derivadas de la COVID-19. Prácticamente toda la gestión de este año ha estado condicionada por la pandemia, y a la vista de los resultados, podemos decir que ha sido una gestión correcta y acertada. Hoy, como antes apuntaba, estamos en un casillero de salida mejor. Lamentablemente, tenemos personas que siguen enfermando, ingresando en las UCI y muriendo, pero el 80% de la población mayor de 12 años tiene la inmunidad total y éste es un dato esperanzador. Como también lo es, en el terreno económico, el hecho de que prácticamente se haya podido recuperar todo el empleo destruido en este tiempo y que la tasa de desempleo ronde ya el objetivo marcado del 10%, con 24.190 parados menos que en agosto de hace un año. Sobresaliente concedo al comportamiento y tesón de la comunidad educativa y del Departamento de Educación, que han hecho posible, frente a los augurios catastrofistas de EH Bildu, que la presencialidad en las aulas haya sido un objetivo cumplido (99% de clases abiertas). A ello, han contribuido también los recursos adicionales, tanto económicos como de personal, que la Administración ha aportado y seguirá aportando de cara al desarrollo del próximo curso.

A todos estos datos se llega con la implicación y las energías puestas por el conjunto de la sociedad pero también con la acción decidida, clara y firme del Ejecutivo vasco. Planes, estrategias, medidas concretas y miles de millones de euros en ayudas directas, medidas fiscales, avales y préstamos para salir de la crisis a la que este virus nos ha llevado y ayudar a los colectivos y sectores más castigados.

Pero no podemos caer en la autocomplacencia. Aunque los datos y las previsiones nos indican que el crecimiento va por la buena senda, sabemos que hay miles de personas acogidas a los ERTE y otras tantas buscando empleo. Por lo tanto, y aunque lo más duro parece superado, los esfuerzos en este curso que ahora arranca seguirán centrados en la reactivación de la economía y su transformación. El diseño de los instrumentos para esa recuperación económica y social está: el Gobierno tiene aprobadas las directrices presupuestarias para 2022 y cuenta con los programas Berpiztu, con un compromiso presupuestario a cuatro años de 13.250 millones de euros para relanzar la economía e incentivar el empleo, y Euskadi Next para los fondos europeos, el instrumento más ambicioso y relevante para superar con éxito el desafío de la crisis y transformarnos como sociedad. En este sentido, quiero destacar el acierto del Gobierno vasco en la relación de proyectos aprobados y en la metodología de trabajo aplicada con el resto de instituciones vascas y agentes privados. Trabajo en equipo en beneficio de un proyecto de país estratégico.

La vocación de diálogo y consenso ha estado y estará, aunque en algunos grupos de la oposición vemos actitudes muy alejadas que llaman más al bloqueo, desgaste y oposición destructiva que a la colaboración y la responsabilidad en un momento de urgencia

Pero la gestión de la pandemia, aun siendo la prioridad,  no ha hecho a este Ejecutivo desviar la atención de lo que han podido ser otras acciones en las políticas públicas. Tenemos a un Gobierno consecuente con sus compromisos. De los 36 proyectos de ley recogidos en el programa legislativo, en este primer curso de la legislatura se han aprobado en Consejo ya 17 (al margen de las dos leyes presupuestarias aprobadas en la Cámara vasca) y otros tres han sido registrados en el Parlamento por los grupos que le damos apoyo (proposiciones de ley de gestión de la pandemia, profesionales del deporte y protección animal). Es decir, en su primer año ha depositado ya en la Cámara la mitad de los proyectos previstos, y tiene en ejecución 16 planes estratégicos. Pese a contar con mayoría numérica para sacar delante todas las iniciativas, la palabra acuerdo ha estado siempre presente. Acuerdos para la pandemia, acuerdos para la economía, el empleo... Acuerdos, en definitiva, porque siempre son buenos y benefician a todos.

La vocación de diálogo y consenso siempre ha estado y estará, aunque lo que vemos en algunos grupos de la oposición son actitudes muy alejadas que llaman más al bloqueo, el desgaste y la oposición destructiva que a la colaboración y la responsabilidad en un momento de urgencia como el vivido. Hemos celebrado la apertura al diálogo de Elkarrekin Podemos-IU, con quien esperamos poder seguir explorando y ensanchando esas vías de colaboración. Con ellos y con todos los que quieran acercarse y estén dispuestos a construir, aunque somos bastante pesimistas. Los talentes enrocados y nada colaborativos de EH Bildu, PP+C's y Vox no invitan a hacer otra lectura. El tripartito de la oposición. Pese a él, este Gobierno está funcionando y está dando resultados. Frente a las aportaciones vacías, el trabajo, los proyectos y la iniciativa del Gabinete Urkullu, que seguirá, como haremos desde EAJ-PNV, reforzando su capacidad de interlocución y aproximación al resto de formaciones. Un ejercicio responsable que lo veremos en práctica en la negociación de los presupuestos para 2022. Y que lo hemos podido también valorar en los resultados obtenidos de la interlocución abierta con Madrid para el cumplimiento del desarrollo estatutario y del cronograma de transferencias pactado. Pese a quedar compromisos sin cumplir, compromisos que para este grupo son inaplazables, creemos que la transferencia a Euskadi de las prisiones, sin restar importancia al resto de las obtenidas, ha sido crucial. Estamos ante una reivindicación histórica que llega a Euskadi fruto del compromiso de este Gobierno con el desarrollo íntegro del Estatuto y el avance en el autogobierno. 

De cara al curso que vamos a comenzar, sabemos que seguirá siendo difícil. Estamos ante un virus antojadizo y nada previsible, y las heridas que ha dejado en muchos sectores son profundas. Ahora más que nunca, necesitamos compromiso y trabajo en común. 

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