Aupa, Chivite

Navarra es un lugar especialmente preparado para que ocurran cosas extrañas. Con recordar que en Pamplona tenemos un río Al Revés (así es conocido desde el principio de los tiempos), creo que está dicho todo, sin necesidad de poner más ejemplos. Aunque seguramente haya que mencionar el último: ese pacto político que ha hecho posible que María Chivite se haya convertido en la presidenta del Gobierno de la Comunidad Foral. Pacto que, al decir de las derechas, ha sido una acción infame cometida contra Navarra y contra España. Y convierte a Pedro Sánchez en “socio de Arnaldo Otegi”.

Según Pablo Casado, los socialistas, con tal de llegar al poder, no han dudado en negociar con los defensores de la ya extinta organización terrorista, para poner el futuro de Navarra en sus manos. Pero parece que ha sido una negociación rarísima; y seguramente tan secreta, que ni siquiera los herederos políticos de ETA, supuestos beneficiarios, se han enterado. Porque dejar a EH Bildu fuera del Ejecutivo al que perteneció, al pactar un Gobierno de coalición con sus antiguos aliados (Geroa Bai y Podemos) -, amén de privarle de las alcaldías de Pamplona y otros municipios-, no parece la fórmula más convincente para fortalecer al independentismo radical.

Pero, como en Navarra todo puede ser posible, nos encontramos con algo realmente inédito: que una fuerza política gana en influencia perdiendo poder, lo que la hace estar especialmente preparada para reinar después de morir, como en el célebre drama de Luis Vélez de Guevara. Un argumento dramático que las derechas parecen empeñadas en actualizar, cuando, al servicios de sus intereses, no dudan en resucitar a una organización terrorista que el Gobierno socialista de Zapatero dejó fuera de la circulación hace ya algunos años.

Lo curioso es que, a juzgar por sus declaraciones públicas, los dirigentes de EH Bildu se hallan tan plenamente convencidos como las derechas de su capacidad para condicionar seriamente las decisiones del Gobierno presidido por Chivite. No sé hasta qué punto se lo creen o hacen como que se lo creen para darse ánimos, porque yo, al menos, no lo veo tan claro. Si hacemos un cálculo aritmético, pocas dudas caben de que EH Bildu puede tener la llave de importantes decisiones políticas; entre ellas, una fundamental, como es que se aprueben unos Presupuestos. Basta percatarse del peso numérico de la oposición parlamentaria en su conjunto para evidenciarlo.

Ahora bien, ¿qué ocurre si utilizamos un razonamiento político? Puestos en lo peor, ¿con quién votaría Navarra Suma su más que previsible rechazo a los Presupuestos de Navarra, si la coalición abertzale amenazara con hacer otro tanto, como medida de presión para hacer valer sus posiciones? ¿Qué pensarían Casado y su lenguaraz portavoz parlamentaria si la derecha y los “defensores de ETA” votaran juntos para desestabilizar al actual Ejecutivo? ¿Con qué argumentos quienes consideraban inmoral la simple aceptación de la abstención de EH Bildu aceptarían unir sus votos a los de esa formación contra el actual Gobierno?

Interrogantes, todos ellos, que afectarían igualmente, aunque en sentido contrario, a la coalición abertzale; y que pondrían en un serio aprieto a las dos principales fuerzas de la oposición, por su antagonismo irreconciliable, lo que conllevaría tener que dar muchas explicaciones a sus respectivas parroquias sobre eventuales coincidencias. Sería apasionante dilucidar en el inmediato futuro quién hace seguidismo de quién: si EH Bildu de Navarra Suma o ésta última de EH Bildu.

Aunque también es verdad que, al margen de la realidad y de la lógica, empeñadas en negar catástrofes imaginarias, la Navarra más “auténtica” seguirá encontrando razones para asombrar al mundo, como ya profetizara William Shakespeare. Las derechas de por allá han dado un verdadero ejemplo al ser capaces de aunar a foralistas y antiforalistas contra el peligro mortal que acecha al país, el “sanchismo”, demostrando que quien salvó a España en sus tiempos más agónicos, ha marcado el camino para volver a salvarla. De ahí que lo que viene ocurriendo en el Viejo Reino se haya convertido en referencia suprema de una Santa Cruzada española contra la izquierda populista y disolvente de la unidad nacional.

Y que, además, sube los impuestos para mantener obsolescencias como el Estado de bienestar y los servicios públicos, un verdadero obstáculo para el ejercicio de la “libertad de elección” de los ciudadanos; al menos de esos ciudadanos que, como tienen dinero, quieren guardarlo en su bolsillo. Porque todo, unidad de España y lucha contra el “sablazo fiscal”, van en el mismo lote. Lo ha dicho muy claramente esa fogosa presidenta del PP navarro (y vicesecretaria general de su partido), Ana Beltrán, cuando invita a Vox a sumarse a esa réplica de “Navarra Suma” que quiere ser “España Suma”. “Incluiríamos –ha dicho Ana Beltrán- a todos los partidos cuya prioridad sea la unidad de España y la bajada de impuestos”.

Una prioridad que, al menos en su actual formulación, no es la de los socialistas navarros. ¿Qué han hecho en lugar de sumarse a ese frente nacional contra Pedro Sánchez, reforzando con Navarra Suma el poder territorial del trío de Colón? Cometer la impertinencia de erigirse en alternativa de Gobierno, cuestionando un dogma tan asentado que había llegado a hacer costra en el PSOE: que, mientras exista EH Bildu, la “responsabilidad de Estado” exige dejar que la Comunidad Foral la gobierne la derecha a perpetuidad. ¡Y hasta han tenido la desfachatez de hacer patente que es posible que el socialismo gobierne en Navarra mandando a los herederos políticos de ETA a la oposición!

Queda por ver, de todas formas, si todo eso es una “traición a España”; o, por el contrario, un acto de suprema y coherente afirmación política, que ha arrebatado a las derechas unidas ( que sí pueden ser vencidas) un juguete con el que han intentado ocultar su propia desvergüenza; la de quienes pactan sin rubor con la extrema derecha para hacerse con el poder a toda costa, convirtiendo a Navarra en un banderín de enganche en beneficio de sus planes. A lo mejor, se me ocurre, hasta habría que felicitar vivamente a María Chivite por haberlos frustrado, entonando el “aupa” ritual.