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Campaña feminizada, terreno patriarcal

Maddalen Iriarte, Rocío Vitero y Eva López de Arroyabe, de EH Bildu

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¿Ha sido la campaña más feminizada de la historia?, ¿los nuevos liderazgos cambiarán la forma de hacer política?, ¿las mujeres han llegado para quedarse o es sólo marketing político? Este viernes se ha puesto fin a los quince días de la campaña electoral, al frenesí por la vuelta de los mítines después la pandemia, a las broncas entre partidos y a los mensajes propagandísticos; y, el silencio, que acostumbra a emerger los sábados de reflexión, hace que afloren en calma preguntas como éstas. Son las que se hace, entre otras, la profesora experta en persuasión de la Universidad pública del País Vasco (UPV/EHU), Estitxu Garai, quien advierte: “Hablar de feminización de la política cuando estamos lejos del 50% de mujeres en ella es una trampa”.

De las quince candidaturas que encabezan las listas a las tres capitales vascas diez las ocupan mujeres —en Vitoria las cinco candidatas son mujeres, en Bilbao son cuatro y en Donostia únicamente una—. En las diputaciones vascas la cifra es algo menor, nueve en total: cuatro en Bizkaia, tres en Gipuzkoa y dos en Álava. La paridad, por lo tanto, está superada, lo que, para María Silvestre, directora del Deustobarómetro y exdirectora de Emakunde “es una buena noticia”, aunque es una cifra que “dice más de la visibilidad de las mujeres que de su liderazgo o de su poder real”, matiza.

En la actualidad, es la Ley de Igualdad de 2007 la que establece una composición equilibrada en las listas electorales y lo hace a través de la obligatoriedad de porcentajes paritarios por tramos —grupos de cinco en el caso de las municipales y de seis en las forales—. Sin embargo, estos tramos son aleatorios y no obligan a que sean mujeres las que abran esas las listas, lo que se traduce en que “podemos verlas en cuarta o en quinta posición”, explica Silvestre, quien aboga por cambiar la ley y avanzar hacía una fórmula centrada en las listas cremallera. “Las cuotas no han conseguido revertir la situación: las mujeres están en el poder legislativo, pero no en el ejecutivo”, indica. Una reflexión que se refuerza con los datos que arroja EITB Focus, ya que sólo el 37,13% de las cabezas de lista son mujeres.

“El problema va más allá de la representatividad; es una cuestión de presencia, de liderazgo y de poder”, afirma Garai, quien considera que estos tres elementos son “la trampa y la condena de las mujeres”. “La feminización de la política es una cuestión esencialista”, añade. Para esta experta en persuasión, la manera en que las candidatas han estado presentes en el espacio público durante la campaña ha sido determinante para construir la autoridad y la credibilidad que han conseguido. “La candidatura de Eh Bildu la presentó Arnaldo Otegi con él en primer plano y las mujeres detrás de él. En el PNV Andoni Ortuzar ha tenido un papel protagónico»” ejemplifica Eva Silván, directora de Silván & Miracle y quien ha estado siguiendo al minuto la campaña. “Es como si los hombres del partido apadrinasen a sus candidatas y les diesen el impulso. Lo que percibimos, en realidad, es que los referentes políticos siguen siendo ellos”, añade Garai. “Las orgánicas de los partidos son masculinas y quienes diseñan los discursos de campaña suelen ser hombres. Es una conquista más simbólica que real”, concluye Silván. De hecho, en el panorama vasco los barones de los partidos son varones: Andoni Ortuzar (PNV), Arnaldo Otegi (Eh Bildu), Eneko Andueza (PSE-EE) y Carlos Iturgaiz (PP). La excepción es Podemos quien lo comanda una mujer, Pilar Garrido.

Sin agenda feminista

El padrinazgo masculino se ha visto más allá de cómo ha sido la presencia de las candidatas durante la campaña y se ha notado también en los temas que han copado la agenda electoral. Silvestre y Silván coinciden en que la campaña vasca ha estado “opacada por los temas estatales y por la cercanía de las elecciones al Congreso de los Diputados”, lo que “ha diluido la agenda feminista hasta hacerla prácticamente desaparecer”, a pesar de que en los municipios y en las diputaciones hay “suficientes competencias en materia de igualdad y de violencia machista como para haber debatido de ello largo y tendido”. De hecho, para Silván ha habido una especie de efecto 'flashback', porque “la derecha ha aprovechado el cansancio en algunos sectores con respecto a los temas feministas para plantear propuestas del pasado”. Garai añade: “Una cosa es la agenda feminista y otra los temas de mujeres. No hay temas de mujeres. Eso es esencializar la política y lo que tenemos que hacer es despatriarcalizarla”.

De hecho, el 18 de mayo, en plena campaña electoral, hubo un asesinato machista en la localidad de Orio. No se suspendió la campaña sólo EH Bildu paró sus actos en Gipuzkoa— y la información del asesinato la hizo pública el lehendakari, Iñigo Urkullu, durante un mitin electoral en Basauri en el que participaba en calidad del miembro del partido. La reacción a este asesinato por parte de los partidos “se ha centrado exclusivamente en la condena”, explica Silvestre, lo que “los uniformiza a todos y les permite huir del debate sobre la gestión de las violencias machistas”, añade. “Una oportunidad perdida” en opinión de Silván.

Sí ha habido, sin embargo, un tema de la agenda feminista que se “ha colado” en la campaña electoral: los cuidados. “Una victoria del feminismo”, afirma Silván. Pero un debate “en el que ha faltado discurso político y concreción”, añade Silvestre, porque “cada partido ha hablado de lo suyo sin entrar en grandes confrontaciones”. La confrontación es, precisamente, lo que Garai ha echado en falta entre las candidatas en esta campaña electoral.

Delicadeza y acuerdo

Para Garai, esa falta de confrontación está relacionada con la manera en la que se ha construido lo que ella llama la “marca mujeres candidatas”, una marca que -afirma- “se ha creado desde una mirada simplista y muy patriarcal de lo que es un liderazgo”. Para la investigadora, “las mujeres en política sólo podemos ser cuidadosas y empáticas, estar siempre dispuestas a acordar y escuchar y ser amables y serviciales”. Por eso, reitera que aboga por dejar de hablar de la feminización de la política y empezar a hablar de la despatriarcalización de la política, porque “esto nos permite apuntar directamente al problema y tomar medidas concretas”. De no hacerlo, “estaremos creando antídotos feminizados para venenos patriarcales”, afirma tajante. Y recuerda que el contexto en que las mujeres llevan a cabo su actividad política “está atravesado por una violencia política que hace el ambiente irrespirable”.

Silvestre en este punto es más optimista y ve el vaso medio lleno. Considera que la entrada de mujeres en la primera línea de la política ha traído consigo “otros modos de hacer más sanos”. “La atención mediática se centra en las polémicas y en las confrontaciones entre rivales políticos y eso hace que los titulares y los minutos los copen ellos, porque entendemos que la discusión dura les pertenece sólo a ellos. Mientras la política se siga moviendo en ese terreno, nosotras no podemos quedarnos fuera”, contrargumenta Garai, quien entiende que la clave está en diseñar liderazgos feministas heterogéneos y amplios y en disputar todos los espacios políticos.

Ellas se van y ellos se quedan

Es esa disputa, o “el precio que hay que pagar por ella”, lo que inquieta de sobremanera a Silván, quien ve con preocupación el abandono de las mujeres de la primera línea de la política. Este año, por ejemplo, la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, anunció du dimisión porque, entre otras razones, se “había quedado sin energía”. Su homóloga escocesa, Nicola Sturgeon, en su discurso de dimisión recordó que es “un ser humano” en alusión a la dureza de la actividad política. Y la exprimera ministra finlandesa, Sanna Marin, reconoció que su cargo le había costado el divorcio. “¿A dónde van las mujeres cuando se van de la política?, ¿en qué condiciones la dejan?, ¿por qué ellos se quedan en puestos de responsabilidad en los partidos y a ellas les perdemos la pista?”, se pregunta Silván. Silvestre y Garai no rehúyen la pregunta y se muestran tan preocupadas como su compañera. Las tres hacen un llamamiento a que se aborde esta cuestión desde el mismo día que en terminen los comicios y coinciden en que “hoy en día la política destroza a las mujeres”. “Aunque hayamos vivido la campaña más feminizada de la historia, las resistencias masculinas siguen más fuertes y aliadas que nunca”, denuncia Garai, porque las “conquistas siguen siendo más simbólicas que de acceso a un poder real”, concluye Silván.

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