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Así fue la efímera peseta vasca: cuando Euzkadi emitió sus propios billetes y monedas en la Guerra Civil

Moneda de una peseta del Gobierno de Euzkadi, emitida en 1937, durante la Guerra Civil

Iker Rioja Andueza

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La emisión de sellos, monedas y billetes ha sido, tradicionalmente, uno elementos referenciales de los Estados independientes modernos. En la Guerra Civil, la entonces conocida como Euzkadi (con zeta y muy limitada a las zonas no conquistadas por los franquistas, esto es, principalmente a Bizkaia) no obtuvo la independencia pero sí quedó pronto aislada del resto del territorio controlado por el Gobierno legítimo de la república española. Era también un aislamiento económico y el gabinete autónomo dirigido por el lehendakari José Antonio de Aguirre, que tenía a Eliodoro de la Torre como consejero de Hacienda, acuñó las primeras y únicas pesetas vascas de la historia. Son dos monedas de níquel de 1 y 2 pesetas y también series de billetes de 5, 10, 25, 50, 100, 500 y 1.000 pesetas, aunque en ellos sí figura la mención a “España”. Su existencia duró apenas unos meses, en el mejor de los casos. Ahora se cumplen 85 años.

“En los últimos tiempos se ha notado en el territorio en que ejerce autoridad el Gobierno de Euzkadi, escasez de moneda fraccionaria, que ha producido entorpecimientos en las transacciones comerciales. Para evitarlos, el Gobierno de Euzkadi ha preparado la emisión de monedas de níquel de una y dos pesetas”, se podía leer en el decreto del Ejecutivo del 23 de febrero de 1937, que fue publicado el 17 de marzo de ese año. Se añadía que se fabricarían “diez millones de pesetas” y que “en el anverso de las cuales figurará la inscripción ‘Gobierno de Euzkadi’ y, en el reverso, en cifra, el valor”. Las piezas, de buena calidad y que estaban decoradas con la efigie de una mujer con gorro frigio, un motivo claramente simbólico y que había sido empleado en las emisiones tanto de la I República como de la II República en España, quedaron jurídicamente equiparadas a las de plata. Fueron fabricadas en Bélgica. Estas monedas son relativamente comunes en los mercadillos y, además, una versión estuchada se expone en la sala de recepciones del Parlamento Vasco acompañada de un copia en castellano y en euskera del boletín de marzo de 1937.

En cuanto a los billetes, antes de incluso de que en octubre de 1936 la República aprobara el primer estatuto de autonomía y de que se constituyera el Gobierno liderado por Aguirre, la Junta de Defensa de Vizcaya ya emitió unas notas. No es nada excepcional en la zona republicana. En la historia de la peseta, es probable que en aquel período se emitieran más billetes que en todos los demás años juntos (1868-1936 y 1939-2002). Según la Fundación Sancho el Sabio, esas primeras emisiones llevan fecha de 30 de agosto de 1936. Un ejemplar de 5 pesetas que exhiben está “librado” por la Caja de Ahorros Vizcaína, aunque hubo otras entidades que colaboraron en las tiradas. Tiene la “autorización” del Banco de España, de su sede en Bilbao concretamente. “Impreso en color rojo sobre ocre, presenta la firma (manuscrita) y el nombre de la entidad emisora estampados manualmente en tinta negra. Al reverso sólo aparece la conformidad del Banco de España, la firma y la frase ‘Tiene fondos’”, indica este organismo.

La serie de 1937 -un decreto de abril de De la Torre aludió a 130 millones de emisión- es mucho más institucional. Los billetes fueron diseñados por un artista, Nicolás Martínez Ortiz de Zárate. Nació en Bilbao en 1907 y era experto cartelista. Había realizado varios carteles de la Vuelta Ciclista al País Vasco o de partidos de fútbol en Mendizorroza, ya entonces estadio del Deportivo Alavés, así como del Aberri Eguna (día de la patria vasca) y de otros actos sindicales o políticos. Algunos de sus trabajos están expuestos en el Museo Reina Sofía de Madrid. Por la calidad de su trabajo, Martínez Ortiz de Zárate fue fichado por el Gobierno franquista para su oficina de Prensa y Propaganda, pero le perjudicaron sus antecedentes. Falleció en 1990. Un año después murió el exministro de Adolfo Suárez y exalcalde de Madrid Agustín Rodríguez Sahagún, que era su yerno. Rodríguez Sahagún, casado con una hija del artista, llegó a ser diputado por Bizkaia.  

En los billetes, planteó un motivo tradicional vasco para cada modelo. En el 5 pesetas aparecía un baserritarra, en el 10 pesetas la Universidad de Oñati, en el de 25 pesetas el sector industrial, en el 50 pesetas los arrantzales y en el de 100 pesetas los ganaderos. Se diseñaron igualmente dos ejemplares más, de 500 pesetas -con el puente de Deusto- y de 1.000 pesetas -con el interior de una fábrica- pero estos billetes nunca llegaron a circular. En el anverso, las notas muestran el escudo de Euzkadi -que incluye también en un cuartel las cadenas de Navarra- y también la leyenda “Banco de España de Bilbao”. Los imprimió la compañía Huecograbados, Arte y Editorial Vasca y su uso fue “forzoso” en la zona controlada por los republicanos, por lo que se dio orden de sustituir todo el papel moneda previo. Sin embargo, ya en junio de 1937 los franquistas entraron en Bilbao y, con ellos, se impuso el nuevo régimen, también con sus monedas y billetes.

Los billetes vascos tuvieron una segunda -aunque igual de efímera- vida en Catalunya, donde la Guerra Civil se alargó hasta febrero de 1939. El Gobierno de Euzkadi, en su largo periplo en el exilio, tuvo una primera parada en Barcelona y las emisiones de Bilbao fueron introducidas de manera limitada en la circulación con unos sellos institucionales. Entre los coleccionistas, estas piezas están altamente cotizadas -las normales son fáciles de localizar salvo las que no llegaron a circular de 500 y 1.000- y, debido a ello, han sido objeto también de falsificaciones.

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