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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

Euskadi, entre la alarma social por las armas blancas en el ocio nocturno y el “populismo” punitivo

Erkoreka, Urkullu y el jefe de la Ertzaintza, en un acto en la academia de Arkaute

Iker Rioja Andueza

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Euskadi lleva una semana instalada en un debate político, social y mediático sobre el control de las armas blancas después de que, el pasado fin de semana, cuatro jóvenes salieran heridos por navajazos de una discoteca del centro de Vitoria, uno de ellos en estado crítico. Antes, en Nochebuena, otro joven falleció por el mismo motivo en Donostia, Lukas Agirre. En Bilbao también se interpreta esta situación como una “lacra”. En pocos días, el vicelehendakari y consejero de Seguridad, Josu Erkoreka, ha abierto la puerta a medidas de seguridad como detectores de metales o cacheos, también en locales de ocio más pequeños o incluso en la calle. Se ha llegado a prometer más “juicios rápidos”. Y los tres alcaldes de las capitales, todos del PNV, han coincidido en la mano dura y aplaudido los cambios. Por ejemplo, han acordado con la Ertzaintza aplicar con la máxima firmeza la Ley de Seguridad de Ciudadana para subir las multas por el uso de armas blancas, que alcanzarán los 9.000 euros en los supuestos más graves. Es la misma ley que el PNV impulsó reformar en el Congreso, aunque allí se la conoce como Ley Mordaza. Mientras los sindicatos policiales demandan todavía más medios, algunos expertos alertan de “populismo punitivo” que, además, llega en un contexto preelectoral.

¿Cuáles son las estadísticas de criminalidad? “Según los datos provisionales, en 2022, la Ertzaintza interpuso 440 denuncias por portar armas blancas en situaciones no permitidas. Esta cifra, unida a la de las policías locales (528 denuncias) hace un total de 968 de denuncias en Euskadi, un 19% más que en 2019, último año comparable previo a la COVID-19”, ha indicado el Departamento de Seguridad. Desde que arrancó el año se habrían producido otro centenar de casos. La ultraderecha de Vox, con una posición casi irrelevante en la política vasca, ha aprovechado para deslizar en el Parlamento que es la población extranjera la que podría estar detrás de estos fenómenos. “Me produce curiosidad [saber] si el incremento o ese multiculturalismo que estamos teniendo en nuestra sociedad está haciendo que aumenten un tipo de delitos que hasta ahora no habían sido habituales en nuestra comunidad”, le planteó a Erkoreka en la Cámara la única parlamentaria de Vox, Amaia Martínez Grisaleña. 

“En el ámbito de las ciencias criminológicas, lo más adecuado es hacer el análisis de la evolución de un problema con una cierta perspectiva histórica. Es decir, al finalizar el año 2023 podremos hacer una valoración más ajustada de la dimensión de la verdadera incidencia de los altercados con armas blancas. Obviamente, no es un fenómeno nuevo y si atendemos a la incidencia de este tipo de delitos violentos en los últimos años podemos observar que, por ejemplo, el número de incidentes en los años 2021 y 2022 son muy inferiores a los registrados en el 2019. El 2020 hubo un acusado descenso debido al confinamiento. Con esta tendencia, y sin restar importancia a la alarma social que se ha generado, no diría que se trata de un fenómeno muy preocupante. Al menos con respecto a otros problemas más acuciantes como es el paro juvenil, el deterioro de la Sanidad pública, la progresiva pérdida de poder adquisitivo de la población o los feminicidios”, entiende César San Juan, profesor de Psicología Jurídica y Psicología Criminal en la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), investigador del Instituto Vasco de Criminología y director del International Research Centre on Delinquency, Marginality and Social Relationships.

Y añade: “La agenda de preocupaciones que de alguna forma nos imponen la clase política y medios de comunicación no es, en ocasiones, muy fiel a la realidad. Es mi opinión. Y quizás desviar la atención a estos incidentes con armas blancas con soluciones de mano dura cortoplacistas desvía el foco de atención a los verdaderos problemas estructurales que estamos padeciendo. En relación a lo que ahora está ocurriendo en concreto con las armas blancas, creo que está condicionado por dos hechos. Por un lado, existe un efecto simpatía con la proliferación de noticias de estos altercados. 'Vuelve la España navajera', leía en un titular el otro día. Esto es totalmente desmedido y tiene como consecuencia que aquellos individuos con un cierto perfil violento, agresivos, que buscan trifulca, ahora es más probable que, además de sus dificultades para controlar los impulsos, lleven encima una navaja. Si a esto unimos el hecho de que la Policía va a realizar más registros y cacheos buscando navajas, lo lógico es que se encuentren más armas blancas. Y no me parece mal. Quiero decir que, en todo caso, es preciso abortar esta tendencia de irse de fiesta con una navaja en el bolsillo. No es aceptable. Es, por supuesto, una minoría irrelevante estadísticamente. Lo malo es que hacen falta muy pocos energúmenos para generar alarma social”.

No diría que se trata de un fenómeno muy preocupante. Al menos con respecto a otros problemas más acuciantes como es el paro juvenil, el deterioro de la Sanidad pública, la progresiva pérdida de poder adquisitivo de la población o los feminicidios

César San Juan Criminólogo

Juan Luis Ibarra, magistrado y expresidente del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, es ahora el presidente de la comisión de control creada por la Ley de Policía vasca. No aprecia “ningún problema legal” con actuar con más ímpetu contra las armas blancas porque “están prohibidas”. Pero avisa sobre el “populismo legislativo”. “El reformar las normas penales a golpe de noticia, en términos de técnica legislativa y de forma de regular las cosas, no solamente no es lo mejor sino que es un mal modelo. Legislar en caliente no es en absoluto aconsejable”, asevera. Además, remarca que el problema de las agresiones en contextos de ocio “no es nuevo”, aunque admite que “puede tener picos que generen más sensibilidad”. “Pero normalmente esa sensibilidad está condicionada por las noticias. ¿Que ha aumentado la delincuencia con armas blancas? Probablemente es cierto. ¿Que la forma de atajarla sea esto? Me parece que contra el problema de la violencia juvenil la única forma de ataque no puede ser la punitiva, aunque sea verdad que forma parte de los elementos que hay que poner en juego”, razona Ibarra.

Un fiscal vasco, que pide anonimato, también asegura que este tipo de sucesos “no son de ahora”, aunque recalca que “hay que poner el foco en estos casos recientes” para responder ante ellos. “Es un contexto de previolencia cuando uno sale de fiesta con una navaja. Añadido al consumo de drogas o alcohol, es un riesgo”, afirma. “Es un contexto de matonismo y habría que controlarlo, claro. Entrar a una discoteca con una navaja no me parece normal. Todo el mundo acepta no llevar al campo de fútbol objetos para agredir a jugadores, al árbitro o al propio público. Así que no le veo problema [a endurecer los controles]”, explica. Un armero de un gran municipio de Euskadi admite que realiza perfiles de sus clientes para decidir si les vende o no una navaja, aunque afirma que hay enorme facilidad para adquirirlas en comercios generalistas o en Internet. “Una tijera también es un arma blanca, ¿no?”, señala, también desde el anonimato.

Hay “más variedad” de armas blancas

Sergio Gómez de Segura, secretario general del principal sindicato de la Ertzaintza, Erne, afirma que su organización “lleva tiempo alertando de la escalada de delitos con estas armas blancas”. La central ve “inacción” en el Departamento de Seguridad y cree que el “el Gobierno vasco tiene que ponerse las pilas y tomar acciones reales, tanto a la hora de legislar como a la hora de dotar y formar a la Policía”. Creen “positivo” pero “insuficiente” el endurecimiento de las multas por portar armas blancas. ¿Qué más ven necesario? Tocaría trabajar más para “anticipar” estos delitos, “coordinar” al cuerpo autonómico con las decenas de cuerpos locales, “reactivar las unidades de investigación”, “completar las plantillas” -los 8.000 agentes de plantilla autorizada de la Ertzaintza son una entelequia- y “dotar a las patrullas” de pistolas de tipo Taser, que dan descargas eléctricas.

La asociación Euspel, que ha recogido voces de ertzainas patrulleros, explica cómo se actúa en Gipuzkoa, “que en mayor o menor medida se puede tomar como ejemplo para toda la Ertzaintza”. “Diariamente se hace una vigilancia/control de armas blancas genérica. Se mete un código en el 'talkie' o emisora y se supone que se vigila la tenencia de armas blancas en la calle. Es una mentira más de este Departamento, que alimenta sus datos con este tipo de 'vigilancias'. De cara al fin de semana ahí ya sí se realizan controles en zonas 'de riesgo', cacheos aleatorios o de personas que se tiene conocimiento que en alguna ocasión han portado o pueden portar navajas, cuchillos y otras armas blancas”, explican.

¿Y hay más armas ahora? Euspel entiende que “más que de la cantidad” ahora hay “más variedad”. “Hace unos años se portaban navajas y algún cuchillo, ahora se ven, además, punzones, machetes y armas improvisadas tipo 'pincho carcelario'. Y, lo más preocupante, se usan con resultados como el ocurrido en Donostia, donde un joven murió. También notamos un aumento de la agresividad en la calle incluso hacia los propios agentes. Probablemente motivado por el contante cuestionamiento de la labor policial en medios y redes sociales, lo que incentiva la animadversión hacia su labor y se pierde autoridad”, añaden. Insiste también en la necesidad de dotar a los agentes de material adecuado. Las unidades PRI o Bizkor de Intervención rápida no tienen guantes anticorte, denuncian, y hay patrullas que llevan sus propios materiales adquiridos a título individual, como torniquetes. Euspel quiere incidir también en que se está reformando la Ley de Seguridad Ciudadana y entiende que ello restará capacidades a las fuerzas del orden. “Cuando suceden estos hechos con unas elecciones en ciernes es cuando parece que se quiere mover todo. Una vez más, las personas que trabajamos en este colectivo nos sentimos utilizados pero no se nos aportan las soluciones que demandamos”, concluye Euspel.

Mano dura de los alcaldes

En este contexto, el tono de las declaraciones de los tres alcaldes ha sido muy contundente. “¿Qué hace una persona que sale de fiesta con una navaja o un cuchillo?”, clamó Eneko Goia, de Donostia, tras el crimen ocurrido en Navidad, que conmocionó a la ciudad y a la vecina Hernani, de donde era la víctima. El autor material fue identificado y se encuentra en prisión preventiva. En marzo declararán los testigos para completar la investigación antes de un juicio con jurado en el que el imputado se expone a penas de hasta 20 años si se tipifica el homicidio como asesinato. Otros dos imputados están en libertad con cargos.

“Esto no es un caso aislado porque se están produciendo con más frecuencia de la deseada y es el momento de tomar medidas no sólo en Vitoria o en Euskadi, porque estos hechos se están produciendo en todo el Estado”, aseguró Urtaran tras el apuñalamiento en la discoteca Glow. Y siguió: “Creo que hay que tener en cuenta la medida del ocio nocturno de Madrid para que la seguridad de las discotecas pueda utilizar detectores de metales o para poder endurecer las sanciones por llevar un cuchillo o una navaja de tal manera que se lo piensen dos veces quienes tengan esa insana costumbre y que les caiga una buena porque creo que es la única forma de acabar con esto”. En Vitoria, también el autor material fue localizado y se halla de manera cautelar en la cárcel a la espera de juicio. Urtaran, que dejará el cargo tras las elecciones de mayo, ha encargado también un informe sociológico para conocer las causas de este fenómeno. “Que nadie dude de que vamos a trabajar con todas nuestras fuerzas y vamos a emplear toda la fuerza necesaria para luchar contra esta lacra, para ir a por ellos y para que desaparezcan de esta sociedad”, ha abundado el primer edil de Bilbao, Juan María Aburto.

Pero, ¿es éste un debate nuevo? ¿Es un problema de la actual generación de jóvenes? ¿Son nuevas estas promesas de firmeza? La respuesta es clara: no. Precisamente otro alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, fue quien acuñó la expresión “guerra al navajero”. “Sospechoso que se vea, identificación al canto, y cacheo también, porque no es de recibo que los navajeros pululen por la ciudad como por el pasillo de su casa. Guerra al navajero y petición al Gobierno central y las Cortes que aumenten las penas. Siendo Bilbao una ciudad segura, tenemos que dar caña al maleante”, llegó a decir Azkuna en 2006, ya fallecido y que concitó gran apoyo popular durante sus mandatos. Y lo repitió en 2007, cuando pidió “firmeza” a la Policía en la “guerra al navajero”. En 2008 hubo elecciones generales: “El Gobierno que salga de las urnas tiene que asumir que el vigente reglamento de armas facilita la comisión de delitos con arma blanca y que, por tanto, requiere una reforma que endurezca el régimen de fabricación, tenencia y uso. El problema de los navajeros no se solucionará sin una reforma de este reglamento”. En 2010 se inauguró una política para “limpiar las calles” de Bilbao. “Ante la más mínima duda de que alguien lleve encima un arma”, identificación, se prometió entonces. “Yo sigo con la guerra al navajero. Un señor no puede ir por la calle con un cuchillo de 17 centímetros ni con una navaja”, solemnizó en 2011 Azkuna. “La guerra al navajero no se ha parado”, aclaró en 2013.

Me parece que contra el problema de la violencia juvenil la única forma de ataque no puede ser la punitiva, aunque sea verdad que forma parte de los elementos que hay que poner en juego

Juan Luis Ibarra Magistrado

Cómo continuará el debate es una incógnita. De momento, este fin de semana algunas crónicas recogen ya que se ha incrementado la presencial policial y que se han instalado controles, incluidos los de la Glow de Vitoria. En Euskadi, recientemente, ha habido dos momentos con similar alarma social. En el verano de 2021, un joven fue apaleado en Amorebieta-Etxano por una banda juvenil compuesta por ocho adultos y ocho menores, Los Hermanos Koala. Y el verano de 2022 se multiplicaron las denuncias de pinchazos a mujeres. Entre líneas y en euskera, Erkoreka también dijo esto en EiTB: “Aunque en los últimos meses ha habido algunos casos importantes, no ha habido un aumento repentino. Es un fenómeno de hace tiempo”.

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