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Euskadi logró detectar 246 positivos adicionales de COVID-19 en Navidad con un plan piloto de “retrorrastreo”

Realización de un cribado con pruebas PCR en Gipuzkoa

Iker Rioja Andueza

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El Servicio Vasco de Salud (Osakidetza) probó en el período de Navidad una técnica de investigación de brotes de COVID-19 llamada “retrorastreo”. Consiste en pedir pruebas a los contactos de un positivo durante los siete días anteriores a la toma de muestras, independientemente de la exposición y del uso o no de mascarillas. El protocolo ordinario en Euskadi es que sean considerados como contactos “estrechos” las personas con las que se interactúa en las 48 horas anteriores durante más de 15 minutos sin protección. En algunas fases de esta segunda ola, la media de casos aislados por cada positivo fue de solamente cuatro y la tardanza de algunos momentos hacía que se redujera aún más ese número. Vigente entre el 21 de diciembre y el 10 de enero, este plan piloto permitió realizar pruebas a 4.392 personas y se identificaron 246 positivos adicionales a los del rastreo ordinario, un 5,6%.

Según un informe enviado al Parlamento Vasco a instancias de la representante de EH Bildu Rebeka Ubera, la iniciativa tenía como objetivo controlar la expansión del Sars-Cov-2 en el contexto de las celebraciones y reuniones navideñas, singularmente los encuentros en hostelería o entre no convivientes. Con anterioridad a esas fiestas, se suavizaron algunas restricciones que permitieron más movilidad y contactos. El propio informe señala que las técnicas de seguimiento de casos ordinarias pueden dejar rendijas a no detectar focos de “superpropagación” y se adjunta un cuadro de la revista ‘Nature’ en la que se alude a brotes en restaurantes o gimnasios. No se aplicó en ámbitos laborales o educativos y un artículo del periódico gratuito londinense 'Metro'.

Por territorios, el plan apenas se aplicó en Álava y sí se hicieron más pruebas en Bizkaia y Gipuzkoa aunque la incidencia detectada proporcionalmente es muy similar. En el primer caso, aparecieron 21 positivos de 366 pruebas por 131 de 2.426 en Bizkaia y 94 de 1.587 en Gipuzkoa. Además, se localizaron 13 contactos más de personas de fuera, sin contagios. Se alude a que es una herramienta interesante para el mejor control de la expansión del coronavirus pero, más bien al contrario, Osakidetza admitió que en los momentos pico ha tenido retrasos de hasta 72 horas en la detección de contactos. El equipo de vigilancia y rastreo de la COVID-19 estaba compuesto a mediados de enero por 489 profesionales. Su coordinador, Ignacio Garitano, dimitió justo antes de Navidad y ahora es Arrate Iturralde la responsable.

¿Y dónde se infectan los vascos? Otro informe del Departamento de Salud de la pasada semana concluye precisamente que no hay datos certeros al respecto. “En los momentos de franca transmisión comunitaria, resulta complicado analizar los ámbitos de exposición de los positivos ya que la prioridad de la red de rastreo de casos y contactos consiste en aislar de la manera más rápida posible a los casos y contactos estrechos identificados a partir de éstos”, asume Salud.

Esta semana ha sido polémica la resolución judicial que ha permitido la reapertura de la hostelería en Euskadi en todos los municipios, incluidos los que tienen un nivel rojo de transmisión (más de 500 casos por cada 100.000 habitantes en 14 días). En ella, el tribunal presidido por el magistrado Luis Garrido ha dado por bueno el argumento del sector de que el “80%” de los positivos se dan en el domicilio. Los últimos datos oficiales no coinciden con esa cifra y la rebajan al 60%. Además, aportan un importante matiz al respecto: “Obviamente, el caso índice de un domicilio se contagia por definición, en un ámbito externo al domicilio y, por tanto, esta información debe ser interpretada como una aproximación limitada al ámbito de exposición al contagio de contactos estrechos”. 

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