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“Los trabajadores que mantienen un cuerpo a cuerpo con el virus son las primeras víctimas de los recortes”

Mitxel Lakuntza, secretario general de ELA.

Eduardo Azumendi

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“Sería una irresponsabilidad no mejorar el modelo y las condiciones de los que mejor nos defienden cuando vienen muy mal dadas. Y también sería una hipocresía: aplauso a las ocho de la tarde y un 40 % de eventualidad en Osakidetza”. Así lo asegura el secretario general de ELA, el navarro Mitxel  Lakuntza (Pamplona, 1976) , para quien es evidente que “cuando vienen mal dadas como el caso de la pandemia de coronavirus, la única garantía de salvación es el sector público”.

¿Cómo visualiza la vuelta a la 'normalidad' a nivel laboral?

Hay que anticipar dos grandes desafíos. Por una parte, la consecuencias que va a dejar esta crisis en el empleo. El aumento del paro va a conllevar más desigualdad y exclusión y ahí se abre un capítulo de protección social. Por otra parte, la deuda pública va a aumentar. Ante estos dos desafíos, ¿qué hay que hacer? Hay que saber lo que se ha hecho mal hasta ahora para no repetir los mismos errores. Esta crisis ha dejado en evidencia muchas carencias y han aflorado todas las debilidades de la política neoliberal que se ha hecho hasta ahora. Basada, sobre todo, en la austeridad, en bajar impuestos a los que más tienen y en debilitar el sector público. La pregunta al Gobierno vasco es: ¿qué va a pasar a limpio?  La austeridad ha fracasado por lo que hay otros elementos de debate que no tendrían que pasar desapercibidos. El primero, el sector público. Es evidente que cuando vienen mal dadas como el caso de la pandemia de coronavirus, la única garantía de salvación es el sector público. El sector privado ha desaparecido, no se le por ningún lado. Entonces, ¿qué se va a hacer el Gobierno vasco con el sector público? Pues hay que empezar por revertir los recortes, aumentar la inversión y estabilizar las plantillas. El 40 % de esos sanitarios que vemos en la televisión salvando vidas y a los que aplaudimos a las ocho de la tarde es eventual. ¿Se va a revertir esa decisión? ¿Sí o no? El segundo tema central: los sectores esenciales. Una parte de la sociedad se ha dado cuenta de que aquellos sectores más precarizados son, de repente, los más importantes para el desarrollo de una vida normal. Ese reconocimiento social que existe hoy tiene que convertirse en un reconocimiento político que culmine con la mejora de sus condiciones de trabajo. Es una decisión política si se van a publificar esos sectores, como el de las residencias. ¿Vamos a salir de la crisis con el mismo modelo de residencias que tenemos hoy? Está por ver si pasamos del aplauso a mejorar sus condiciones. El modelo de los cuidados es central. Y en empleo vamos a pasar de los ERTEs a los EREs. Hay que aumentar la inversión pública y uno de los grandes debates es si el Gobierno vasco va a tener el liderazgo suficiente para tirar de la economía como hay que hacerlo.

¿Ustedes son muy críticos con la gestión económica del Gobierno de Vitoria. ¿Confía en algún cambio?

Uno de los problemas es que no escucha. Solo escucha a la patronal. Venimos de tener una confrontación muy directa por sus políticas y la crisis ha dejado en evidencia el fracaso de las mismas. Hicimos una huelga general el pasado 30 de enero exigiendo que se coloque la sostenibilidad en el centro de la vida política. Seguramente, esas reivindicaciones tienen ahora más razón de ser que nunca. No tengo ningún elemento para pensar que el actual Gobierno vasco va a cambiar su visión. Es tiempo de presionar para que cambie la política. Hasta el Financial Times ha hablado de reformas radicales, liderazgo de los Gobiernos de la economía, reparto de la riqueza y la implantación de rentas mínimas. La política neoliberal es indefendible ahora. Por eso interpelamos a la izquierda, porque hay una oportunidad para poner en el centro de la política cuestiones que hasta ahora no han estado.

¿Cree que la crisis del coronavirus será la puntilla de la neoliberalismo y dará paso a una fortaleza de los sistemas públicos?

Es evidente el fracaso de ese modelo neoliberal y la sociedad se ha dado cuenta de que solo el sistema público ha sido capaz de aguantar el tirón. Ha quedado de relieve hasta las políticas de deslocalización de empresas que han resultado esenciales para combatir el virus. Nuestro nivel de vulnerabilidad es muy alto. Se abre otro capítulo para la reflexión y pensar en la relocalización de empresas. ¿Hacia qué tipo de producción vamos? De un día para otro nos hemos dado cuenta de que apenas hay empresas que hacen mascarillas o respiradores. Pero el capitalismo y las políticas neoliberales tienen capacidad para readecuarse a la nueva situación. No se les puede subestimar. Tienen la suficiente habilidad para cambiar para que nada cambie. Pero hoy en día los que apostamos por una política alternativa de inversión social y liderazgo del sector público estamos en mejores condiciones para defender nuestra posición.  Es tiempo de impulsar publificaciones y relocalización de empresas.

Sectores humildes son los que han sostenido a la sociedad en los momentos más duros.

Así es. ¿Qué trabajadores se han movilizado en los últimos años? Por ejemplo, las trabajadoras de las residencias de Gipuzkoa llevaban 250 días de huelga hasta la crisis del coronavirus, cuando decidieron parar por responsabilidad. ¿Qué demandan? Mejores condiciones para ellas y para los usuarios de las residencias. O el servicio de limpieza, ambulancias...Hemos hecho huelgas para mejorar sus condiciones. Son sectores que han tenido un cuerpo a cuerpo con el virus. Estamos dependiendo de sectores precarizados, feminizados, mal pagados y cuyos trabajadores son las primeras víctimas de los recortes. Por eso hemos propuesto al Gobierno vasco que preste una especial atención a estos sectores, que deben ser publificados y considerados estratégicos. Sería una irresponsabilidad no mejorar el modelo y las condiciones de los que mejor nos defienden cuando vienen muy mal dadas. Y también sería una hipocresía: aplauso a las ocho de la tarde y un 40 % de eventualidad en Osakidetza. 

ELA ha acusado al Gobierno vasco de estar más pendiente de abrir empresas que de la salud de los trabajadores.

Hemos aplicado la lógica de la comunidad científica, que advertía de que la situación era muy complicada y exigía un confinamiento muy estricto. Tiene que haber una coherencia entre el confinamiento social y el económico. Pero eso no lo ha entendido la patronal, que ha defendido abrir los sectores no esenciales en los peores momentos de la pandemia. El Gobierno solo ha escuchado a la patronal. Y lo ha hecho en un ejercicio de temeridad porque los empresarios saben que no están en condiciones de garantizar la seguridad en sus centros de trabajo. La autoridad laboral no ha parado ni una empresa. Y se ha equivocado en cuestiones como los sectores esenciales, que no contaban con material de protección suficiente.

El lehendakari Urkullu llegó a hablar del peligro de un “coma” económico si se cerraba todo, salvo la actividad esencial.

Es una trampa. Pedimos salud y empleo. Pero tiene que ser un empleo que no le cueste la vida a los trabajadores. Cuanto más efecto tenga el confinamiento, antes se podrá volver a la actividad y en mejores condiciones. Y en cuanto a la desescalada, el Gobierno vasco ha decidido dar luz verde a actividades no esenciales sin consenso. Ha elaborado un protocolo sin el aval de los sindicatos. Ha impuesto un protocolo que tiene puntos débiles. Como el de que no hay un compromiso para parar a la empresa que incumpla las normas de seguridad. El Gobierno quiere hacer la desescalada con los mismos medios que había hace dos meses. Es muy propio de este Ejecutivo querer gestionar en solitario, sin ningún acuerdo. Al final acabas confinando la salud pública a lo que diga la patronal.

¿Prevé un gran aumento de la desigualdad cuando se disipe el efecto de la pandemia?

Pues sí. Hay que anticiparse en la medida de lo posible a la situación de emergencia social. ¿Qué nivel de inversión se va a realizar en la gente que lo está pasando peor? Ese es el gran debate. Una medida positiva sería la puesta en marcha de una renta mínima individual no condicionada, sin trampas. 

Para ELA, las huelgas son un instrumento imprescindible para combatir la precariedad. ¿Serán posibles en el escenario futuro viendo la devastación que puede dejar la crisis sanitaria?

Los motivos para la movilización se van a incrementar. Haremos todo lo que esté en nuestra mano para incrementar la movilización social. Sobre todo, en un escenario donde es necesario cambiar las políticas que se han hecho. En el plano laboral habrá situaciones muy diferentes. En algunos sitios habrá que defender el empleo de manera defensiva, pero en otros habrá que adoptar una clave ofensiva. En nuestra mano está organizar a la gente, hacer un trabajo de concienciación para que el poder sindical mejore. Será un antes y un después para todos, pero nuestras reivindicaciones van a salir reforzadas. Es muy evidente lo que se necesita y las alternativas a la política que se ha hecho hasta ahora aparecen de una manera mucho más clara. Es tiempo de llevar eso a la práctica y de que en el terreno político alguien recoja esto. Y esa debe ser la izquierda: EH Bildu y Elkarrekin Podemos.

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