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El Stonehenge español vuelve a emerger para reclamar su protección

El Dolmen de Guadalperal, en el embalse de Valdecañas (Cáceres) ha emergido este verano

Santiago Manchado

20 de julio de 2021 22:25 h

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5.000 años de historia han vuelto a salir de las profundidades del embalse de Valdecañas, al norte de la provincia de Cáceres, frente a una polémica urbanización de lujo que la Justicia ha ordenado derribar de forma parcial.

El Dolmen de Guadalperal, que muchos donominan como el 'Stonehenge español', ha emergido por completo, como sucedió en el verano de 2019, por lo que desde hace dos semanas el Ministerio de Cultura y la Junta de Extremadura se afanan en llevar a cabo un exhaustivo trabajo de seguimiento, estudio y análisis del conjunto megalítico coordinado por el Instituto de Patrimonio Cultural de España (IPCE), bajo la dirección científica de las Universidades de Alcalá de Henares y Complutense de Madrid, con la colaboración del Museo Nacional de Arqueología Subacuática, y la Confederación Hidrográfica del Tajo, entre otras entidades.

Desde hace dos años, debido a la aparición del dolmen, un equipo de arqueólogos ha investigado toda la cuenca del pantano, donde se han encontrado otros restos arqueológicos, ha explicado la consejera extremeña de Cultura, Nuria Flores. De hecho, el embalse que construyó el régimen franquista en 1963 ocupó, además del monumento megalítico, el pueblo de Talaverilla y el municipio romano de Augustobriga.

Otros restos más antiguos

El pasado otoño se realizó la primera campaña de prospección subacuática y, ahora que es accesible el dolmen, se están realizando sondeos para detectar los lugares donde aún pudiesen quedar restos de las ocupaciones más antiguas, ha indicado la catedrática de Prehistoria de la Universidad Alcalá de Henares Primitiva Bueno. Este objetivo se enmarca en un proyecto de recuperación de un territorio antiguo que podría haber coexistido en el tiempo junto al dolmen.

En este sentido, el arqueólogo y profesor de Prehistoria de la Universidad Complutense, Enrique Cerrillo, ha descrito que el objetivo, desde el punto de vista arqueológico, es “entender cómo funcionaba ese paisaje, cómo la gente vivió en esta zona hace seis mil años, cómo se relacionaban entre ellos y qué tipo de materias primas trajeron de otros puntos de la península”.

Para ello, se han analizado fuentes y cartografía antigua para conocer cómo era el paisaje antes de que el embalse de Valdecañas inundara todo.

En cuanto a la conservación del Dolmen de Guadalperal, la subdirectora general del Instituto del Patrimonio Cultural de España, Ana Cabrera, ha explicado que se han realizado catas para ver cómo se comporta la piedra cuando está sumergida y cuánto tarda la misma en ser cubierta por los distintos microorganismos del agua del embalse.

El agua volverá a engullirlo

Por ahora, hasta concluir las investigaciones, se descarta el traslado del conjunto a otro lugar, ha afirmado la directora general de Bellas Artes del Ministerio de Cultura, María Dolores Jiménez. En este sentido, Cabrera ha insistido en que los trabajos arqueológicos actuales se centran en conocer el monumento, el paisaje y en cómo conservar el dolmen.

La campaña arqueológica concluirá a principios de otoño y entonces se dará a conocer un nuevo plan de trabajo. Para entonces lo más probable es que las aguas hayan engullido otra vez el conjunto megalítico, por lo que los arqueólogos también se han ocupado de estabilizarlo.

El Dolmen de Guadalperal es un lugar de enterramiento de gran tamaño del que, en la actualidad, se conservan 140 piedras en pie. La cámara tiene forma oval y tiene un diámetro de 5 metros y el corredor un ancho de 1,40 metros. Su existencia se conocía desde 1926 cuando el alemán Hugo Obermaier, capellán de la casa de Alba y gran aficionado a la arqueología, estaba pasando unos días en la finca de Guadalperal, en el término municipal de El Gordo (Cáceres) cuando vio las piedras y comenzó la excavación.

Durante varias décadas estuvo a la vista de todos, hasta que el embalse de Valdecañas lo anegó en 1963. Desde entonces ha salido a la luz en mayor o menor medida como consecuencia de los acuerdos entre España y Portugal para la regulación del caudal del Tajo y por los períodos de sequía. Pero en 2019 emergió por completo, como ha sucedido este verano.

El Gobierno ha iniciado el expediente para la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC), en la categoría de zona arqueológica, de este dolmen.

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