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Historias del 'bullying' en las aulas: “Llega un momento en que te sientes culpable, raro, y justificas a tus agresores”

Alumnos en el aula de un colegio

Jesús Conde

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Las burlas y el acoso comenzaron a los siete u ocho años en el caso de Jorge. Es un chico transexual de 14 años víctima de acoso que por aquellos entonces era tachado por sus agresores como una niña ‘masculina’. 

Era objeto de constantes burlas y mofas. De cánticos y comentarios denigrantes que le marcaban en clase como 'lesbiana'. Los agresores y sus cómplices aprovechaban los ratos ‘muertos’ en el aula, cuando no estaba el profesor, o no estaba arropado por sus amigos.

Jorge reconoce que por aquellos entonces estaba ajeno a lo que ocurría, y llegó un momento en que se sentía culpable de los insultos que recibía. “Pensaba que me atacaban porque les había hecho algo. No lo entendía, siempre me han educado en el diálogo y el respeto entre iguales”.

El acoso siguió en su municipio, Guareña, a lo largo de seis duros años. Todo se frenó en seco en el instituto, cuando explicó su problema al equipo docente y de inmediato se pusieron en contacto con los agresores y sus familias.

Hace un año que Jorge comenzó el cambio hacia su identidad de género sentida y hoy se siente seguro. Ha recuperado la tranquilidad y está feliz. Todo el mundo le respeta y le trata conforme a su género sentido y su nombre. Sueña con ir a la universidad y estudiar una carrera, quizás Traducción e Interpretación.

Eso sí, ahora se recupera de las secuelas que le ha dejado haber sido víctima de acoso. Tiene ansiedad social y acude al psicólogo desde hace tres años. Intenta solucionar los miedos que le genera salir a la calle o sentir que alguien se le acerca por detrás.

Esta es la historia de una de la víctimas de acoso que se pudo escuchar la pasada semana en Mérida en las I Jornadas de Prevención, Detección y Abordaje del Bullying por LGBTIfobia, que organizó Fundación Triángulo Extremadura. Más de 300 docentes y profesionales se dieron cita en un foro en el que el colectivo LGTBI puso de manifiesto que este problema sigue siendo una tarea pendiente y no se puede mirar hacia otro lado.

Otro de los testimonios que ha dado voz a las víctimas ha sido la de Julia, una joven lesbiana de Badajoz. Apuesta por visibilizar a las personas LGTBI en un ejercicio de 'empoderamiento'. También por trabajar juntas para derribar los muros y las mentalidades homófobas.

En el colegio no le gustaba hacer las ‘cosas de chicas’. Prefería jugar al fútbol o subirse a los árboles. Era diferente al resto y comenzaron los insultos y el acoso.

Al igual que le ocurrió a Jorge no era consciente de lo que sufría. Cuenta que nunca llegó a ser víctima de una agresión física, aunque sí que fue objeto constante de burlas y acoso verbal. “Llega un momento en que te sientes culpable, rara”, comenta esta joven de 20 años, que reconoce que llegó a justificar al agresor. “Te hacen sentir que al final el malo eres tú y piensas incluso que es normal”. 

El acoso se frenó cuando entró en el instituto, aunque todo volvió de nuevo en el momento en que salió del armario y se echó su primera novia en tercero de ESO. Entonces tuvo que soportar comentarios, insinuaciones o dibujos que buscaban denigrarla a ella y a su entonces pareja. Por parte de los profesores no hubo mucha respuesta, aunque tampoco supo pedir su apoyo según comenta.

Las agresiones también se producían por la calle. Recuerda una ocasión en que ella y su novia fueron apedreadas en un parque por un grupo de desconocidos sólo por el hecho de ser mujeres lesbianas y no esconderse. 

A día de hoy está cursando un ciclo de formación profesional y ha vuelto a sufrir de manera puntual agresiones por LGTBI fobia. Hoy dice que se encuentra bastante bien. Sabe identificar las situaciones de bullying y actuar. Ante un caso opta por el dialogo, por mostrar a quien ejerce la violencia y a sus cómplices que se equivocan. Apuesta por desmontar mitos y abrir mentes.

Anima a todas aquellas personas que pueden estar sufriendo acoso a que busquen el respaldo de sus amigos. A que no se callen y busquen apoyos, a que lo traten con el profesorado o la comunidad educativa. “Cuando uno calla vive en sus carnes un efecto dominó por el que acaban cayéndose otras muchas piezas”.

¿Acoso en las aulas en pleno siglo XXI?

La presidenta regional de Triángulo, Silvia Tostado, anima a la comunidad educativa a reflexionar sobre el acoso. A que el profesorado confirme si su centro educativo está completamente libre de homofobia y transfobia. “La respuesta será que no”.

“Muchas veces nos centramos en las cifras, pero la denuncia es el último recurso al que recurre la víctima. También tiene que darse la circunstancia de que ésta encuentre la fuerza y la seguridad necesaria para interponerla, y que tenga un acompañamiento del entorno”.

Se trata de una combinación de casuísticas que deben darse en unas edades muy tempranas y complejas. “Lo que sucede es que muchos de los casos no se registran, y como vivimos en una sociedad en la que las cifras son tan necesarias, o nos fijamos mucho en ellas, le quitamos peso y valor a las mismas”.

Reclama un protocolo específico sobre Educación y Diversidad para actuar ante situaciones de acoso escolar y para evitar la lesbofobia, homofobia, bifobia o transfobia. También anima a mirar al agresor, aquél que siempre pasa desapercibido. Considera necesario educar a la infancia en el respeto, el valor de la empatía y la diversidad. 

El foro

En el foro contra la LGTBI fobia tomaron la palabra diferentes educadores sociales, técnicos de los Espacios para la Creación Joven y otros profesionales que desarrollan su labor con la infancia y la juventud.

Entre ellos destaca la presencia de Valentín, educador social del instituto Carolina Coronado de Almendralejo, que trabaja de manera concienciada a favor de la diversidad y la igualdad en las aulas.

Hace unos seis años detectaron que, aunque había cierta concienciación en la sociedad, los chicos y chicas no tenían claro qué significaba el concepto de la diversidad. En muchos casos incluso pensaban que había que establecer diferencias.

En las clases, en función de nivel y las edades, se van realizando talleres y actividades en los que abordan el lenguaje o los roles que hay en las casas. Se suma la educación sexual y emocional, para que aprendan a conocerse y respetar. Han  creado incluso un colectivo juvenil que aborda estas cuestiones.

Se genera un clima de confianza y respeto que ha hecho que algunos alumnos y alumnas muestren su orientación sexual o identidad de género no normativa antes en las aulas que en casa.

También es destacable el trabajo que realiza la comunidad educativa de Casar de Cáceres. Han puesto en marcha un calendario violeta con las pautas para trabajar la igualdad de género con la infancia y la familia a lo largo del año. Hay una mesa de igualdad en el ayuntamiento, en el que participa todo el municipio, y la diversidad y los derechos LGTBI resultan fundamentales.

Una década atrás hubo un asesinato machista en el municipio y consideraban fundamental abordar una estrategia común en la que estuviera representado el pueblo en su conjunto. Todo el mundo está muy sensibilizado a favor de la igualdad y el proyecto ya atesora tres premios, dos nacionales y uno regional.

“Es un revulsivo para la localidad en su conjunto, el municipio está involucrado, se está abriendo a otras entidades sociales. Toda la localidad está inmersa”.

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