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Un alcalde del PP gallego: “Las capas sociales bajas son las que tienen niños... ¡Como no los cuidan!”

El alcalde de Baralla, aclamado por afines en 2013 tras evitar la dimisión por sus declaraciones sobre el franquismo

David Lombao

En Baralla la mayoría del PP es absolutísima. En 2015, cuando sufrieron un notable declive electoral en numerosos ayuntamientos, en esta villa de 2.630 habitantes de la montaña de Lugo los populares cayeron apenas tres puntos. Sólo lograron el 62,66% de los votos y 8 de los 11 ediles de la corporación que desde 1987 preside Manuel González Capón, quien durante el mandato anterior había ocupado titulares por afirmar durante un pleno que las personas asesinadas por los franquistas “se lo merecían” y después, por el estallido de un artefacto explosivo a las puertas de la casa consistorial que causó daños materiales y cuyo autor fue condenado a siete años de cárcel.

En Baralla sólo han gobernado en dos ocasiones partidos que no fueran el PP o las formaciones que componían la vieja Alianza Popular. UCD, entre 1979 y 1983, y el PSdeG, de 1983 a 1987. Desde entonces, el monocultivo del partido fundado por Manuel Fraga fue absoluto y en la ocasión en que la izquierda ha estado más cerca del poder, en 2007, el PP logró 6 ediles y casi el 55% de los votos. Según las fuerzas que conforman la actual oposición municipal, PSdeG (2 ediles) y BNG (1), el dominio de González Capón -también diputado provincial por el PP- y sus afines es tal que la conformación de candidaturas locales diferentes de la del alcalde son toda una odisea. La razón es “el ambiente hostil, las presiones en cuanto se va acercando el año electoral”, las “amenazas” de “problemas en el trabajo” o de “llevarse un susto”, dicen integrantes de estas formaciones que prefieren que no trascienda su nombre.

Estas “presiones ”, afirman en las filas socialistas y nacionalistas, se traslada también a los plenos municipales. Así, por ejemplo, el portavoz del grupo municipal del PSdeG, Jaime González, ha denunciado reiteradamente que las actas de las sesiones plenarias no daban cuenta fidedigna de sus intervenciones ni de las del Bloque. Fue por eso, ha explicado en declaraciones a Praza.gal, que su grupo solicitó el pasado año que el contenido de los plenos fuera grabado por el propio Ayuntamiento. González Capón se negó a hacerlo, relata, y resolvió la situación con un “haga usted lo que quiera”. Así fue como el PSdeG local decidió registrar las sesiones, grabaciones de audio que reflejan comentarios y advertencias del alcalde que antes no salían de la casa consistorial.

En esas grabaciones, a las que ha tenido acceso este diario, el desdén hacia la oposición o parte del vecindario convive con llamativas consideraciones políticas. Fue el caso de la lanzada el 21 de diciembre de 2017 durante el pleno que discutía los presupuestos para 2018. En una de sus enmiendas el portavoz del BNG, Xosé Manuel Becerra, propuso destinar 15.000 euros de las cuentas municipales a sufragar una ayuda de 1.000 euros por nacimiento o adopción de habitantes del municipio, que en 2017 registró 12 nacimientos. Más allá de considerar que una medida como esta precisaría de “baremos” idóneos para que no se beneficien de ella las rentas más altas, González Capón agregó su valoración sobre lo que sucede con estas aportaciones en familias de menores recursos.

Tras evocar el cheque bebé de la etapa de José Luis Rodríguez Zapatero, el alcalde de Baralla afirma que “las capas sociales más bajas son las que tienen los niños” a los que después “no cuidan”. A su reflexión inicial González Capón agrega un ejemplo: “A los gitanos, sin despreciarlos, les da igual tener seis que siete” y “si pudieran, cada tres meses nacía uno”. Acto seguido, zanjó el debate indicando que “probablemente” adoptar esta medida no sería “malo”, si bien se trataría “de una ayuda” que no ayudaría en exceso a impulsar la natalidad. El acta oficial de ese pleno refleja que el alcalde “piensa que dichas ayudas ni van ni vienen” y “aunque cualquier ayuda es buena, la gente no se va a arreglar con eso, debería regularse con unos baremos estrictos para evitar situaciones discriminatorias y sangrantes”, finaliza el acta.

Mientras que para el socialista Jaime González estas palabras son impropias de un debate político, el regidor les resta importancia. En declaraciones al periódico El Progreso las ha reducido a frases sacadas de contexto“ por la oposición, que ”no ha asumido“ que el PP cuenta con ”mayoría absoluta“ y por eso ”quiere polemizar con mentiras“. Los plenos de Baralla, agrega, son ”de los más democráticos que existen“.

Para los grupos de la oposición esta no es más que una muestra del día a día político en el ayuntamiento para cualquier miembro de una formación que no sea el PP. En el pueblo siguen circulando, en voz baja, historias de coches rayados y ruedas pinchadas en vísperas de la conformación de candidaturas electorales o de tramos de pistas sin asfaltar para no beneficiar a un vecino afín al PSdeG o al BNG. Una persona afectada por uno de estos sucesos se muestra impotente y, al mismo tiempo, se queja de la imposibilidad de “demostrar” de dónde proceden estas conductas. “Yo no digo que sea el alcalde”, agrega una de las fuentes consultadas, porque “también hay muchos hooligans” del líder del PP local.

Cuando, en 2013, las declaraciones de González Capón sobre el franquismo traspasaron los límites del Ayuntamiento y dieron lugar a un pleno en el que la oposición exigió su dimisión, el alcalde resolvió lo sucedido con la lectura de un comunicado de disculpas. Tras la sesión, el regidor fue aclamado por sus afines, que también increparon a representantes de PSdeG, BNG y colectivos a favor de la memoria histórica que se manifestaban en el exterior de la casa consistorial. “¡Fuera, comunistas!”, se había escuchado aquella mañana en Baralla.

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