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Galicia inaugura la vuelta de las discotecas y los pubs

El Sónar, local que hizo la prueba para la reapertura del ocio nocturno en Santiago, durante la experiencia piloto

Beatriz Muñoz

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Galicia estrenó este sábado las nuevas normas para la hostelería y las reuniones de no convivientes. La Xunta ya solo aplica limitaciones en bares y restaurantes: un máximo de seis personas en el interior y hasta 15 en las terrazas y con la una de la madrugada como hora tope. Para el resto de encuentros en espacios públicos o privados no hay máximos y el Gobierno gallego da solamente recomendaciones. No es la única novedad de la jornada. Los pubs, salas y discotecas dedicados al ocio nocturno han vuelto a abrir sus puertas en una experiencia piloto desarrollada en seis locales.

El objetivo del Gobierno gallego es que estos negocios retomen la actividad al comenzar julio. La prueba de este sábado ha permitido a varios grupos de personas volver a experimentar lo que es salir de copas. La experiencia se ha desarrollado en dos discotecas (la Pelícano de A Coruña y la Tokyo de Vigo) y cuatro salas y pubs (el Anagrama de Lugo, el Keops en Ourense, la Pomada en Pontevedra y el Sónar en Santiago). Para acceder a cualquiera de ellos, los asistentes se anotaron y se ofrecieron voluntarios para hacerse una PCR en los tres días anteriores, sin cuyo resultado la entrada estaba vetada. Se someterán también a un seguimiento para comprobar si las reuniones han sido un foco de infección.

Las pruebas se desarrollaron según lo previsto. En Santiago, más de una treintena de jóvenes fueron entrando desde las nueve de la noche en el Sónar. Al encargado de seguridad de la puerta le llamó la atención que nadie superaba los 25 años. En el acceso se registraron sus datos y personal de organización les aclaró que en cada grupo los integrantes debían permanecer juntos y no mezclarse con otras burbujas. Tras elegir entre permanecer sentados o de pie, un responsable les iba mostrando la zona que les correspondía y un camarero se acercaba a tomar nota de las peticiones.

“Está bien, pero a medias”, resume a las puertas de local, en una salida para fumar, un joven llamado Alberto. Asistió a la prueba con otros dos compañeros, Inma y Pablo. A última hora se quedó fuera un cuarto amigo que no se hizo la prueba diagnóstica. Toda la actividad estuvo “muy controlada”, apunta Inma. Sus acompañantes asienten y concuerdan con que la vivencia guarda un parecido limitado con las salidas nocturnas a las que estaban acostumbrados antes de la pandemia. “Me esperaba algo más, pero no lo estoy pasando mal. Esto no es la libertad que dice Ayuso”, bromea Pablo.

Cada vez que se abre la puerta del local se oyen canciones de reguetón y voces que gritan las letras. No es la selección musical que habitualmente escuchaban los clientes del Sónar, pero el guarda de seguridad de la puerta explica que se han adaptado al público de la noche. Un cartel en la entrada recuerda que el aforo máximo es de 60 personas y pide “sentidiño”, un eslogan repetido en los últimos meses por la Xunta. No han acudido más de 40 clientes, según los responsables del local, que aseguran que el comportamiento fue bueno y se respetaron las normas.

Representantes de la Xunta acudieron a la entrada de otros locales. No es la primera vez que un responsable público inaugura la vuelta a la actividad de la hostelería. Cuando, a finales de febrero, los bares y cafeterías subieron la persiana tras semanas de inactividad, el vicepresidente primero de la Xunta, Alfonso Rueda, visitó un local de Santiago para animar a los gallegos a consumir en estos establecimientos. Prácticamente a la vez, el titular de Sanidade criticaba el “comportamiento irresponsable” de algunos negocios. En esta ocasión fueron los delegados territoriales de la Xunta en A Coruña, Lugo y Vigo los que se desplazaron a los pubs y discotecas que participaban en las pruebas en su área.

En la noche no faltaron los comentarios escépticos, desde los organizadores que pusieron en duda la representatividad de una cita en la que todos los presentes tenían una PCR negativa hasta los clientes que relataron que en los últimos días circularon rumores sobre que algunos de los asistentes irían sin prueba o directamente con una positiva.

Un paseo por la zona vieja compostelana permitía comprobar que, más allá de las experiencias piloto para reabrir el ocio nocturno, las terrazas estaban llenas en cualquier calle y se hacía complicado encontrar hueco para sentarse en grupo. Todos los bares pueden, tras el cambio que acaba de entrar en vigor, abrir hasta la una de la madrugada. La evolución de los contagios de COVID-19 ya no permitía, según el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, justificar las limitaciones. “No encontramos argumentos epidemiológicos para prohibir las reuniones de no convivientes entre la una y las seis de la mañana”, dijo el pasado jueves, tras la reunión semanal de su gabinete. Sin embargo, el Gobierno gallego recomienda no hacerlas, al igual que sugiere limitar los encuentros en interiores.

A partir de la una de la madrugada empezó en los bares de la zona antigua de la capital gallega el trasiego de camareros advirtiendo a los rezagados y recogiendo mesas y sillas de las zonas exteriores. Sin embargo, no eran los locales de hostelería los que preocupaban a la Xunta en un fin de semana en el que el calor invita a salir al exterior y en el que miles de estudiantes terminaron las pruebas de acceso a la universidad. La Consellería de Sanidade informó por la tarde de que su titular, Julio García Comesaña, había llamado a los alcaldes de las siete principales ciudades y al presidente de la Federación Galega de Municipios e Provincias (Fegamp) para pedirles que ayuden a cumplir las normas. Su inquietud se centraba en los botellones, que están prohibidos.

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