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Turismo fósil: el mito oculto del turismo sostenible
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Aunque el turismo se vista de seda, turismo fósil se queda. Y es que, a pesar de las intenciones de la industria del turismo por calificar positivamente su actividad con palabras como sostenible o responsable, no se puede negar que la actividad turística continúa fuertemente arraigada a los combustibles fósiles. Es imposible negar que la actividad turística está ligada y sustentada a un transporte fósil como son los aeropuertos, los cruceros y el transporte rodado, principalmente. Por ello, incrementar la industria turística supone un notable incrementó de las emisiones y una contribución a la crisis climática. Los datos del INE nos delatan este incremento y las intenciones del Gobierno de España para llevarnos a ser uno de los primeros países del mundo con más turismo, sin atender a los impactos de esta industria. Sólo el 2024 llegaron más de 93 Millones de turistas en nuestro país.
El estado español tiene una red de 45 aeropuertos a lo largo y ancho del territorio. Estos aeropuertos son competencia de AENA, empresa semipública, que con fuertes intereses económicos arraigados en el turismo. Motivada por el incremento de la actividad turística está prevé actualizar la red de aeropuertos con un conjunto de proyectos de ampliaciones de aeropuertos y sus actividad aeroportuaria. Este supone la principal amenaza para la descarbonización de la economía de nuestro país y la lucha contra la crisi climática. Mientras más de la mitad del territorio se encuentra en riesgo de desertificación, amenazada por DANAS, subida de nivel del mar, olas de calor, contaminación atmosférica, etc. Nuestros gobernantes sólo entienden de economía e incremento del PIB. Además la industria aèria es responsable del incremento de aviación privada. El año 2024 tenemos en España 5 aeropuertos en el Top 20 de Europa con más tráfico de jets privados. Sólo los aeropuertos de Palma, Madrid, Málaga, Ibiza y Barcelona superan las 75.000 operaciones de jets privados.
Tampoco merma su actividad en el mar la industria de los cruceros que continúa incrementado sus escalas en el estado, con más de 3800 escalas sólo en los puertos de Mediterráneo. Tampoco se quedan atrás las actividades de los yates de lujo, los jets privados del mar que sigue creciendo.
Sabemos que es imposible pretender hacer turismo sin tener un mínimo impacto, pero este se puede reducir y encontrar alternativas. Para ello cabe repensar NO como hacer turismo sino el modelo turístico que tenemos. El turismo es un monstruo del consumo energético. El transporte, alojamiento, comida o actividades de recreo ya suponen el 8% de emisiones globales de CO2. Cabe repensar como invertir los más de 1.400 Millones de euros que invirtió el Ministerio de Industria y Turismo entre el 2019 y 2024 para potenciar la economía turística ¿Porque se invierte en ampliaciones aeroportuarias y en beneficios a la aerolíneas y no en la mejora la red ferroviaria y transporte público que permitirá mejorar la conexión del estado? ¿Porque se permite el crecimiento de las infraestructuras turísticas como macroproyectos urbanísticos o puertos, en lugar de mejorar los existentes? ¿Y porque no se atiende a estudios de capacidad y se limita el turismo en zonas saturadas y de fomenta el flujo controlado en zonas más necesitadas?
El turismo de masas incrementa significativamente, porque a más turismo más emisiones, pero cambiar cantidad por calidad no es la solución. Este discurso sólo quiere maquillar una realidad con un decrecimiento inexistente y sustituyendo un tipos de turismo por otro que tiene una huella de carbono infinitamente mayor y un impacto hasta 5 veces mayor en consumo de recursos como agua o energía. Es lo que se conoce como elitización del turismo. Que aunque se presente como prosperidad económica, su dinero no va a parar a los ciudadanos sino se acumula en menos manos, trayendo mayor desigualdades y agravando problemas como la vivienda, porque ellos se pueden permitir comprar una segunda residencia en lugares dónde los residentes no se pueden permitir una primera vivienda. En muchas zona los extranjeros ya adquieren una de cada 3 viviendas, suponiendo en la media nacional 1 de cada 5 viviendas.
Si sólo atendemos a la perspectiva económica, es cierto que el turismo se presenta en España como el motor económico del país. Eso nos está llevando hacia una creciente dependencia económica del turismo, sin atender a sus impactos climàticos ni sociales. Lo que ha supuesto un incremento del malestar y las protestas contra el modelo turístico.
La realidad es que más allá de la falsa realidad de un turismo sostenible, continuamos impulsando un turismo fósil que en territorios como Baleares tras la pandemia ha incrementado las emisiones per cápita de los GEH en +3'59T para cada residente. Suponiendo un obstáculo para la transición ecológica y el cambio climático que tanto nos presentan.
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