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Por qué la algarroba ha muerto de éxito: precios históricos, especulación y robos

elDiario.es

Esther Ballesteros

Mallorca —
26 de febrero de 2023 22:29 h

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La edad de oro de la algarroba está tocando a su fin. Tras el boom experimentado durante los dos últimos años, en los que la leguminosa llegó a comercializarse por casi dos euros el kilo –convirtiéndose, en consecuencia, en objeto de deseo para especuladores y ladrones–, la demanda ha caído en picado y los intermediarios que acapararon la compra del fruto buscan de forma desesperada el modo de dar salida al excedente. “Siempre hay personas que ante la escalada de precios, en lugar de liberar el producto y que el mercado no llegue a una situación límite, prefieren almacenarlo. Y eso es muy peligroso”, advierte Joan Tous Marí, doctor en Ingeniería Agrónoma y coordinador técnico de Empresas innovadoras de la Garrafa.

Tous, quien ha llevado a cabo numerosos estudios sobre la producción de la algarroba, se remonta a la crisis generada por la COVID para explicar la situación en la que, en la actualidad, se hallan inmersos los vendedores de este fruto, cuya comercialización se lleva a cabo, principalmente, a través de cooperativas y empresas privadas. Y es que los precios del producto antes de la irrupción de la pandemia podían oscilar entre los 0,65 y los 0,70 euros, pero la crisis, subraya el experto, provocó tal “explosión de precios” que elevó los mismos a unos 1,7 euros. En la actualidad, las cifras han vuelto a niveles previos a 2020. “Ha sido como un tobogán. La pandemia destrozó el mercado normal de este producto. Ahora el precio es muy distinto al del año pasado y quienes han jugado a esto no tienen forma de darle salida”, asevera Tous en declaraciones a elDiario.es.

La clave, en la cotizada goma de garrofín

El ingeniero ilustra la “tormenta perfecta” que se originó durante la pandemia y que provocó que numerosas materias primas comenzaran a escasear. Fue entonces cuando se produjo una “psicosis” en el sector de los hidrocoloides, entre los que se halla la cotizada –y codiciada– goma de garrofín, obtenida de la molienda de las semillas de algarroba y utilizada –bajo el indicativo E410– como espesante y estabilizador en la industria alimentaria, además de contar con múltiples usos, entre otros, en los sectores farmacéutico, textil y químico.

“¿Qué ocurrió? Los jefes de compra de las grandes multinacionales empezaron a adquirir más de lo que necesitaban, a lo que se sumaba el aumento de los precios de los mercados y el encarecimiento de los fletes de los barcos. Ahora nos encontramos con empresas que acumulan más stock que en otras campañas, con demanda escasa y con el precio desmoronado. Hay que digerir las elevadas cotizaciones que hubo hasta que el mercado vuelva a normalizarse”, asevera Tous.

Como apunta el coordinador de Empresas Innovadoras de la Garrofa, que aglutina a prácticamente toda la cadena de valor de este producto (cooperativas de segundo grado de Comunitat Valenciana, Catalunya y Mallorca, troceadores industriales y empresas transformadoras de la goma de garrofín), se trata de un fenómeno que no solo ha afectado a España, principal productor de algarroba a nivel mundial con cosechas de entre 60.000 y 80.000 toneladas anuales, sino también a otros países de la cuenca mediterránea como Italia o Portugal.

Los agricultores de Mallorca, “acostumbrados a estas incertidumbres”

En Balears, que concentra aproximadamente un tercio de la superficie total de cultivo estatal de algarroba y donde están descritas más de 30 variedades de este fruto, el sector también acusa la drástica disminución de la demanda. “Los agricultores de Mallorca estamos acostumbrados a vivir dentro de estas incertidumbres”, reconoce Sebastià Ordinas, coordinador general de Unió de Pagesos, quien recuerda que hace veinte años algo parecido le sucedió a la almendra: “Cuando alcanzó un precio considerable, todo el mundo decidió plantar almendros y después, cuando entraron en producción, el precio cayó en picado”. Tampoco la uva blanca se ha librado de estas fluctuaciones, como señala: “Hace quince años no había uva blanca para hacer vino. Todo el mundo se puso a plantar uva blanca porque estaba cara y después acabó valiendo lo mismo que la tinta”.

Ordinas señala que, en la isla, los precios de la algarroba, que durante las últimas décadas se habían mantenido estables, se sitúan en estos momentos entre los 60 y los 70 céntimos, lo que supone una reducción de aproximadamente un 70% respecto a las cifras que alcanzó el producto el año pasado. En 2022, los precios alcanzaron tal magnitud que abocaron a quienes tradicionalmente empleaban el garrofín en sus elaboraciones a buscar alternativas en otros productos. elDiario.es ha intentado ponerse en contacto con algunas de las empresas comercializadoras de algarroba y fabricantes de goma de garrofín ubicadas en Mallorca para plasmar su visión acerca de la actual disminución de la demanda, pero no ha obtenido respuesta.

El responsable de Unió de Pagesos incide en que la situación actual contrasta con la registrada hace seis años, cuando la leguminosa llegó a venderse por unos 20 céntimos. “Las fluctuaciones han sido muy grandes. Los costes de producción no habían subido tanto como en estos últimos cuatro o cinco años”, comenta el agricultor. Con todo, Ordinas apela a evitar volver a vender la algarroba a 20 céntimos, dado que “solo el coste de recoger las algarrobas ya es mucho mayor. Y luego tenemos que pensar que se tiene que mantener durante todo el año”. Por ello, considera que un precio “digno” sería de alrededor de un euro: “Hay muchas fincas, sobre todo de montaña, que prácticamente viven de la producción de algarrobas y cobrar un buen precio les ha ayudado a salir adelante”.

“El mercado está regularizando una situación excepcional”

En la misma línea, Jaume Pocoví, productor de algarroba en la localidad mallorquina de Marratxí, comenta que la alta demanda de garrofín condujo a una inusitada escalada de precios que “nunca habríamos esperado” y que, remarca, ha llegado a su fin “en el momento en que a las empresas de alimentación les ha parecido excesivo repercutir ese coste sobre su producto final y han empezado a buscar otros productos que pudiesen cumplir con la misma función”. “El mercado está regularizando una situación excepcional. La demanda ha caído y en el momento en que cae la demanda cae el precio. No era normal que la algarroba estuviese a dos euros”, admite.

El mercado está regularizando una situación excepcional. La demanda ha caído y en el momento en que cae la demanda cae el precio. No era normal que la algarroba estuviese a dos euros

Jaume Pocoví Productor de algarroba

En este sentido, aunque reconoce que los dos últimos años han podido “cobrar muy bien” la leguminosa, asevera que “también tenemos que ser realistas”: “Cuando se está pagando una cosa por más de lo que vale, es normal que la gente busque opciones si hay otros sustitutos a menor precio. Es así de sencillo”, incide. El ramader subraya que en peor situación se encuentra la almendra, que los agricultores están cobrando a similar precio que la algarroba “a pesar de que sus costes de producción son cuatro veces superiores”.

Los precios se desploman en la Comunitat Valenciana

En la Comunitat Valenciana, principal productora de algarroba en España con un 45% de las cosechas, la situación es prácticamente idéntica. “Los precios han bajado prácticamente a la misma velocidad a la que subieron; se llegó a máximos históricos hace un año, y ahora estamos en los peores de los últimos años”, reconocen desde la Unió de Llauradors i Ramaders. En concreto, los precios pasaron de los 0,96 euros/kilo en octubre de 2011 a los 2,38 euros en que se vendía en enero de 2022, para desplomarse hasta los entre 0,70 y 0,90 euros/kilo actuales.

La Unió apunta a dos factores como responsables del aumento de esta evolución: cada vez hay más demanda para el fruto y su pasta –“Tenemos un superalimento al lado de casa con múltiples usos (celíacos, diabéticos...) y capacidad de almacenamiento a largo plazo”– y la falta de producción en algunos países productores tradicionales como Turquía o Marruecos. Además, según señalan algunos actores, el precio es “muy especulativo”, porque el cultivo se concentra en pocas manos: apenas suponen el 5% de la superficie cultivada en la provincia de Castellón y es residual en València y, sobre todo, Alicante, donde se sitúa por debajo del 1%.

Se disparan los robos de algarroba

Otra de las problemáticas a las que ha tenido que hacer frente el sector ante el elevado valor económico que llegó a alcanzar la algarroba fueron las oleadas de robos en los campos. En 2022 se sustrajeron en España más de 150 toneladas, principalmente en la Comunitat Valenciana y Andalucía. En Balears, la situación llegó a tal punto que la Conselleria de Agricultura se vio obligada a reforzar su protocolo de actuación contra los robos de algarroba en explotaciones agrarias y almacenes de empresas.

En concreto, el protocolo exige, entre otras cuestiones, certificados de titularidad de las fincas o contratos para la mayoría de operaciones de compraventa, además de incluir una declaración responsable para todos los propietarios de algarrobos sueltos o de explotaciones de ocio y autoconsumo que no sean profesionales. También solicita el contrato alimentario, aplicado a partir de las operaciones de más de 1.000 euros o que no se paguen al contado, como exige la Ley de la cadena alimentaria. La normativa marca la obligatoriedad de formalizar por escrito estos contratos y, entre los requisitos que tienen que cumplir, también figura el precio, que debe ser, en todo caso, superior al total de costes asumidos por el productor o coste efectivo de producción.

“La algarroba, en estos últimos años, se ha revalorizado enormemente y esto es una gran noticia, porque este valor añadido aumenta la renta agraria y hace posible que el sector primario siga adelante”, puso de manifiesto la consellera balear de Agricultura, Mae de la Concha, durante la presentación del nuevo protocolo. Con todo, advirtió de que este aumento del valor ha venido aparejado, desde hace varios años, a la comisión de robos y hurtos en numerosas fincas de las islas.

Entre los operativos llevados a cabo por estos hechos, la Guardia Civil detuvo el pasado mes de septiembre a un hombre que había robado una tonelada de algarrobas en Mallorca. Durante el dispositivo, impulsado a raíz de las denuncias interpuestas por los perjudicados por las sustracciones en la última fase de la campaña de la algarroba, los agentes llegaron a intervenir e inmovilizar un total de 3.400 kilos de este fruto, cuya procedencia no pudieron determinar con claridad. Las pesquisas, llevadas a cabo por parte de efectivos del equipo Roca del Instituto Armado y de los inspectores de la Conselleria, se extendieron a almacenes de los operadores de la algarroba y a zonas rurales y explotaciones agrícolas.

Los ladrones “ya tienen aprendida la fiesta”

Pocoví explica que los robos, en ocasiones, son difíciles de controlar porque “son muchas fincas, no todas están cerradas y no se cosecha en dos días”. Apunta que los autores de las sustracciones “ya llevan un sistema bastante organizado” y “cuando los pillas siempre llevan pocos sacos, porque siempre hay una persona que les espera con una furgoneta y que va haciendo viajes todo el tiempo”. “Ya tienen aprendida la fiesta”, resume.

Desde que se avistaron los primeros robos en la campaña de 2019, la Conselleria inició contactos permanentes con la Delegación de Gobierno, la Guardia Civil y la Federación de Entidades Locales de Baleares (Felib) para articular un mecanismo de coordinación efectivo contra los robos. Según De la Concha, desde la puesta en marcha de este protocolo se constató una notable reducción de las sustracciones.

Sobre el presente y el futuro de la algarroba, Ordinas recalca que son las empresas que transforman la algarroba en goma de garrafín los que en estos momentos “tienen un problema gordo, porque son los que han comprado caro el producto, lo han almacenado y ahora tendrán que buscar el modo de venderlo”. Pocoví, por su parte, confía en que todo vuelva a estabilizarse. “Ha habido muchos años en los que los intermediarios nos pagaban muy barato a nosotros y ellos acababan por vender la algarroba a un precio mucho mayor de lo que en verdad valía. Pero este año está siendo al revés”. “Veremos finalmente cómo quedará”, sentencia.

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