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Italia somete a examen el experimento euroescéptico

Di Maio y Salvini, líderes de la coalición que gobierna Italia.

Ismael Monzón

Roma —

Hace justo un año que la alianza entre el Movimiento 5 Estrellas (M5E) y la Liga estuvo a punto de saltar por los aires por la elección de Paolo Savona, un economista al que Bruselas tenía en su lista negra por sus posiciones euroescépticas, como ministro de Finanzas. Carlo Cottarelli, uno de los hombres de negro del FMI, contó entonces que tuvo que quitar del fuego las lentejas para salir corriendo hacia el palacio del Quirinale, donde el presidente de la República le iba a conferir el encargo de formar un Gobierno técnico.

El M5E y la Liga habían copado más del 50% del Parlamento italiano y un pacto entre ambos era la única opción viable. En la Unión Europea se echaron a temblar, ya que por primera vez un gran país del continente se encaminaba a estar gobernado por dos fuerzas abiertamente euroescépticas. Se arregló el problema de Savona, se repartieron las carteras y quedó firmado el acuerdo.

Durante los primeros meses, los enfrentamientos con Bruselas no han sido pocos. Primero con la política de choque frontal del vicepresidente y líder de la Liga, Matteo Salvini, en cuanto a la acogida y reubicación de migrantes. Y más tarde, en la batalla más encarnizada hasta el momento, la tramitación de unos presupuestos que superaban el límite de gasto marcado por la UE. La Comisión abrió un expediente y a punto estuvo de aplicar por primera vez sanciones a un país europeo por incumplir el pacto presupuestario. El match-ball también se salvó en el último minuto.

Los dos partidos habían llegado al Ejecutivo con la promesa de independizarse de los burócratas de Bruselas. En el pasado ambos mantuvieron posiciones radicalmente críticas contra la UE. El M5E había anunciado que si llegaba al poder plantearía un referéndum para salir de la UE, una idea que después desechó. Mientras que hace poco más de un año la Liga hacía campaña bajo el lema de 'No euro' y también planteaba un plebiscito para abandonar la moneda única.

Ahora, con ambas formaciones en el Gobierno y teniendo que negociar en Bruselas, esos mensajes han cambiado. El proyecto más claro es el de la Liga, que de la mano de Matteo Salvini aspira a crear un frente soberanista europeo que otorgue más poder a las naciones en detrimento del organismo comunitario. Las últimas encuestas le colocan como el partido más votado con un 32% de los votos. Siempre atento a los consejos de Steve Bannon, ex asesor de Donald Trump, el planteamiento de Salvini es cambiar las reglas desde dentro. Una especie de implosión organizada.

Para ello cuenta con un bloque de aliados ultraderechistas, que escenificaron su apoyo la semana pasada en Milán. Entre ellos están la Reagrupación Nacional francesa de Marine Le Pen, Alternativa por Alemania o el Partido por la Libertad holandés de Geert Wilders. Su objetivo es alcanzar un tercio de los asientos del Parlamento Europeo, lo que sería un gran triunfo, aunque se mantendrían lejos de una triple alianza entre populares, socialistas y liberales. Sin embargo, se espera que el partido de Salvini sea el segundo mejor representado de todo el continente el Parlamento de Estrasburgo, tras la CDU de Angela Merkel, lo que terminaría de otorgar al italiano un papel protagonista en la nueva Unión Europea.

Más confuso es lo que plantea el Movimiento 5 Estrellas, que aún busca socios para integrarse en un grupo parlamentario a partir del próximo lunes. De partido antisistema pasó a ofrecer una imagen de moderación ya antes de las pasadas elecciones generales. Y arrollados por el mensaje rupturista de Salvini, en las últimas semanas han acentuado esa cara amable para buscar un espacio propio.

En la actual legislatura han compartido asiento en la UE junto al UKIP de Nigel Farage, pero la mayor parte de los miembros de este grupo pasarán al eje soberanista o quedarán en la irrelevancia. El M5E ha llamado a las puertas de liberales, verdes y izquierdistas, pero nadie les ha escuchado. La previsión es que repitan los resultados de las anteriores europeas, en las que obtuvieron un 21%, pero eso supondría un fracaso, teniendo en cuenta que en las anteriores generales obtuvieron el 33%.

Edoardo Novelli, profesor de la Universidad Roma Tre, ha elaborado un informe junto a otros académicos europeos en el que constata que las promesas más extremas —como salir de la UE o del euro— han desaparecido de los programas de los partidos. “En 2014 nos enfrentábamos a la UE de la crisis económica y la Troika, mientras que ahora el mensaje sigue siendo muy duro, pero desde un plano reformista”, sostiene Novelli. En todo el continente, y en especial en Italia, la mayoría de los discursos se plantean desde un ámbito nacional más que europeo, lo que acentúa la perspectiva soberanista.

“Fuimos pioneros en cuanto a la aparición del populismo con Berlusconi y a romper el eje izquierda-derecha con el Movimiento 5 Estrellas. Ahora de nuevo nos enfrentamos al experimento de tener dos socios de Gobierno euroescépticos, que han tomado rumbos distintos”, añade el profesor. En su estudio también destaca que Italia es el país en el que la campaña se ha volcado más en las redes sociales, concretamente en Facebook. Según el informe, sólo la Liga ha colocado más mensajes a través de esta plataforma que el resto de partidos juntos en cada uno de los países de la UE.

La derecha populista ha sabido explotar bien esta vía en la que se comunica directamente con la gente, utilizando su lenguaje y sin sufrir las interferencias de los medios tradicionales. Un canal directo en el que no hay filtros. Según la comunidad de activistas Avaaz, en las últimas semanas Facebook ha cancelado cuentas con unos seis millones de seguidores que se dedicaban a propagar noticias falsas relativas a las elecciones europeas. La mitad de ellas procedían de Italia y apoyaban a la Liga o al Movimiento 5 Estrellas.

Ambos partidos llevan meses compitiendo desde el Gobierno por un electorado descontento, que en muchos casos comparten. Se calcula que aproximadamente un tercio de los votantes del M5E se declaran de derechas y es previsible que haya un trasvase de parte de ellos a la Liga. Las encuestas ya estiman que entre dos y tres puntos porcentuales pasarán de un partido al otro. “Cuando el partido antiestablishment se convierte en establishment paga esta contradicción”, señala Lorenzo Pregliasco, analista de Youtrend.

Mientras, la Liga ha entendido estos comicios como una reválida de las anteriores elecciones generales. Impulsados por las buenas proyecciones demoscópicas, los expertos apuntan a que Salvini intentará cambiar la correlación de fuerzas en el Gobierno a su favor o forzará la ruptura buscando volver a las urnas y ratificar así su mayoría. Tras la escalada de enfrentamientos entre los dos socios en el Ejecutivo, el número dos de la Liga, Giancarlo Giorgetti, ya ha dicho públicamente que “no se puede seguir así” y que “Salvini estaría legitimado a exigir mayor poder” si obtiene un resultado cercano al 30%.

“Se esperaba un debate entre soberanistas y antisoberanistas, pero no ha sido así”, afirma Antonio Noto, de IPR Marketing. El experto subraya que la campaña se ha centrado únicamente en temas nacionales —como suele ocurrir también en otros países— debido a que “los soberanistas no han querido pisar el acelerador con un discurso antieuropeo porque les puede penalizar, mientras que sus rivales tampoco pueden hacerlo ya que la percepción hacia la UE no es demasiado positiva”.

Según el último Eurobarómetro, Italia es el segundo país de la UE más euroescéptico, por detrás de la República Checa. Sólo un 36% de los italianos entienden que la pertenencia a la Unión Europea es algo positivo. La ciudadanía suele asociar la entrada en el euro —y las exigencias para cumplir el Tratado de Maastricht— al origen de su crisis. En este periodo, Italia sólo creció de media un 0,2% al año, lo que en la práctica supone un retroceso de la economía. Antonio Noto prevé que a partir del lunes, “cuando los soberanistas comprueben que, a pesar de tener mayor representación, no tienen capacidad de tomar decisiones en el Parlamento Europeo, se volverán a escuchar los mensajes más duros contra la UE que ahora han quedado aparcados”.

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