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La defensa de Trump en el impeachment se desmorona a la primera

George Kent, subsecretario de Estado adjunto para Europa y Eurasia, y Bill Taylor, embajador interino en Ucrania, durante la comparecencia de este miércoles.

Carlos Hernández-Echevarría

La hora de la verdad ha empezado y sus primeros minutos no están siendo nada buenos para Donald Trump. Después de siete semanas de trabajo discreto, la investigación del impeachment ha entrado en la fase clave: los interrogatorios públicos y retransmitidos en directo.

Los demócratas esperan un efecto parecido al Watergate, cuando la ciudadanía no tenía ningún interés en echar a Nixon, pero cambió de idea después de ver por televisión cómo los testigos explicaban la corrupción del presidente. Los republicanos y Trump esperan desacreditar las acusaciones con una defensa que ya es habitual en el presidente: no lo hice y si lo hice no es delito y, si es delito, no es tan grave como para un impeachment. El problema que tiene es que solamente con los dos primeros testimonios ya han desmontado en parte esa defensa.

“No presioné a Ucrania, tengo la obligación de investigar la corrupción”

Trump ni siquiera niega que pidiera a un país extranjero que investigara a sus rivales políticos porque eso está probado por encima de toda duda, pero viene a decir que fue una sugerencia amable al nuevo Gobierno ucraniano, no una exigencia, y que lo hizo porque le preocupaba la corrupción en el país. Sin embargo, la declaración del todavía embajador en funciones en Ucrania, William Taylor, pintó un panorama muy diferente de las motivaciones de Trump.

Ha relatado cómo uno de los altos cargos de su embajada acompañó a una reunión con el Gobierno ucraniano al embajador de Trump ante la UE, Gordon Sondland, un gran financiador de la campaña de Trump que es una pieza clave en la investigación. Ese alto cargo estuvo presente en una llamada telefónica en la que Trump pidió a Sondland detalles sobre sus reuniones en Ucrania y le preguntó específicamente cómo iba “lo de las investigaciones”.

Ese alto cargo dice que Sondland le explicó después de colgar que el presidente Trump estaba más preocupado de conseguir una investigación contra el demócrata Joe Biden que de lo que pasara en Ucrania.

“Lean la transcripción de la llamada: fue una llamada amigable”

El argumento estrella de Trump en toda esta polémica es que, para comprobar que actuó bien y no presionó a nadie, solo hace falta leer la transcripción de la llamada que tuvo con el presidente ucraniano y que provocó la denuncia con la que arrancó el impeachment. Ya antes era una defensa controvertida porque otro alto cargo de la Casa Blanca que estaba presente en la llamada ha denunciado que la supuesta transcripción publicada por la Casa Blanca está incompleta y omite detalles clave, pero es que los testimonios de ayer detallan que la campaña de presión al Gobierno ucraniano fue mucho más allá de ese contacto telefónico.

George P. Kent, un diplomático de carrera que todavía está en la cúpula del Departamento de Estado, explicó que el abogado personal del presidente, Rudolph Giuliani, encabezó una campaña no solo para presionar al nuevo Gobierno ucraniano, sino también para quitar de en medio a los diplomáticos estadounidenses que no colaboraban con ella.

En concreto dice que instigó el despido de la embajadora en Ucrania, otra funcionaria de carrera que fue destituida abruptamente después de haber sido revalidada en su cargo apenas unos meses antes. También el embajador Taylor en su testimonio situó a Giuliani al frente de una maniobra para forzar a Ucrania a hacer lo que quería Trump, un plan que va mucho más allá de una simple llamada de teléfono.

“Nunca le ofrecí nada a cambio”

El propio gobierno de Trump ha reconocido que en mitad de sus “amigables peticiones” al gobierno ucraniano, ordenó la congelación de 350 millones de euros en ayudas militares a un país que estaba prácticamente en guerra con Rusia. El presidente niega que fuera un 'quid pro quo', es decir, que se le estuviera diciendo al Gobierno ucraniano: “Investiga a los demócratas o no cobras las ayudas”. También eso queda todavía más en duda tras los primeros interrogatorios televisados del impeachment.

El embajador en funciones en Ucrania, William Taylor, dice que le negaron que la cosa fuera un ‘quid pro quo’, pero que él lo vio exactamente así. Que el embajador de Trump ante la UE y figura clave en todo esto le comunicó al presidente ucraniano que si no anunciaba públicamente las investigaciones contra los demócratas, estarían “en un bloqueo” y que Taylor entendió que el millonario paquete de ayudas y la celebración de una posible cumbre entre Trump y Zelenski dependían de ello. Es más, dice que esa fue también la interpretación que hizo el propio Gobierno ucraniano.

“Todo es de oídas y los que me denuncian son enemigos políticos”

Trump dice que la investigación es una nueva “caza de brujas” contra él, impulsada por los demócratas y por sus enemigos en el establishment republicano. Desde luego los dos testimonios que hemos escuchado hasta ahora vienen de personas difícilmente reprochables: dos funcionarios de carrera con décadas de experiencia en la diplomacia estadounidense, que todavía hoy siguen trabajando en el Departamento de Estado y por tanto bajo las órdenes de Trump.

El presidente mantiene también que todas las acusaciones contra él son “de oídas” y que los demócratas no tienen ningún testigo que diga que recibió directamente de él órdenes ilegales. Sin embargo, hay que recordar que Trump ha prohibido testificar ante el Congreso a casi cualquier persona que podría estar en situación de haber recibido una orden directamente de él y que, de momento, solo han hablado los que han decidido desafiar esa prohibición. El proceso acaba de empezar y aún tenemos mucho por escuchar.

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