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Elecciones anticipadas en Japón: ¿un 'hara kiri' político para Shinzo Abe?

Abe en un mitin en Fukushima, a unos 280 kilómetros al noreste de Tokio.

Marina Leiva

En plena crisis con Corea del Norte, el primer ministro japonés apuesta todo a unas elecciones anticipadas para afianzar su poder. El pasado 25 de septiembre, Shinzo Abe convocó a los ciudadanos a las urnas para este mes de octubre.

Los expertos apuntan a que es muy posible que la jugada no le salga del todo bien al actual primer ministro y líder de los liberaldemócratas, y acabe haciéndose un hara kiri político. Yuriko Koike, actual gobernadora de Tokio y antigua ministra de Defensa de Abe, ha anunciado que su nuevo partido, el Kibo no To, “Partido de la Esperanza”, participará en las elecciones.

El segundo obstáculo tanto para el actual gobierno como para la oposición es el nuevo Partido Democrático Constitucional de Japón, presentado días después por Yokio Edano, el vicepresidente del Partido Demócrata que perdió en septiembre las elecciones a líder de su formación.

“Si el Partido Liberal Demócrata pierde escaños, puede hacer saltar la voz de alarma y que se discuta el liderazgo de Abe en las elecciones a líder del partido el próximo septiembre”, señala Steven Vogel, profesor de Estudios Asiáticos en la Universidad de Berkeley, California. El líder del partido mayoritario suele ser también el primer ministro de Japón.

Según Vogel, la decisión de convocar elecciones anticipadas probablemente se deba a tres razones. “Los índices de popularidad [de Abe] están subiendo después de haber bajado bastante en verano. Además, el partido principal de la oposición se encuentra en un estado crítico, y el grupo de Koike no ha tenido tiempo suficiente para movilizarse”, enumera.

Sin embargo, el partido de la carismática Koike “no representaría necesariamente un cambio en el tono conservador de las políticas japonesas”, explica Janet Hunter, de la London School of Economics. “Koike es una antigua miembro del Partido Liberal Demócrata, y sus ideas no se diferencian mucho de las de Abe. Así que en cierto sentido, el Partido de la Esperanza supone una amenaza para Abe, pero en términos de visión política no es tan diferente”, añade Hunter.

Reforma constitucional

Japón tampoco es extraño al auge del populismo, pero la naturaleza de este sentimiento se diferencia de casos como el británico o el estadounidense. “La semana pasada escuché a un experto japonés sugerir que esto se debe a que es la clase dominante (el establishment) de Abe la que está promoviendo el populismo, mientras que en Reino Unido o Estados Unidos el populismo es precisamente antiestablishment”, señala Hunter.

El populismo en Japón no tiene tanto que ver con la desigualdad entre clases, sino con la grandeza y autonomía del país. El primer ministro Shinzo Abe quiere volver a convertir el país en una fuerza militar, mientras que su nueva oponente, Koike, ha intentado promover un sentimiento anti-inmigración al poner como requisito para formar parte de su lista electoral estar en contra de permitir votar en las elecciones locales a los extranjeros. Finalmente, Koike se ha visto obligada a retractarse por las críticas que suscitó tanto dentro como fuera del partido.

Uno de los puntos más polémicos de estas elecciones es la reforma constitucional defendida por Abe para modificar el artículo 9 de la denominada “Constitución de la Paz” redactada tras la Segunda Guerra Mundial, que prohíbe actos bélicos por parte del Estado. Esta cláusula impide que Japón resuelva mediante el uso de la fuerza asuntos internacionales, como el conflicto con Corea del Norte. Vogel señala que esto beneficia a Abe a nivel político, ya que es posible que muchos votantes vean la necesidad de un liderazgo fuerte y familiarizado con el poder.

El doctor por la Universidad de Harvard Phillip Lipscy señala que es probable que la reforma constitucional se lleve a cabo sin importar el resultado de las elecciones, ya que tanto Abe como Koike están a favor de modificar el artículo 9.

Una deuda pública de récord

Tres palos son más difíciles de romper juntos que por separado. Así dice la moraleja del cuento popular que inspiró a Shinzo Abe para adoptar en 2013 una nueva política monetaria basada en tres pilares o “flechas”.

Esta serie de medidas tenían como objetivo intentar parar la deflación del país y devolver la grandeza de los años 80, borrada de un plumazo a causa de la burbuja inmobiliaria. Los tres pilares o “flechas” de la conocida como Abenomics son el estímulo fiscal, el estímulo monetario y un programa de reformas. Groso modo, la idea principal es debilitar el yen para aumentar las exportaciones y que suba el precio de las acciones, animando el índice Nikkei.

Desde la crisis inmobiliaria de principios de los 90, Japón ha alternado periodos de baja inflación y deflación de manera cíclica, que se han traducido en un descenso de las inversiones, del gasto personal y de los presupuestos públicos. Sin embargo, no hay que olvidar que a pesar de la caída en el gasto personal y en las inversiones privadas junto a la denominada “trampa de la liquidez”, Japón es la tercera potencia económica mundial según el FMI.

“Las dos primeras 'flechas' de Abe –estímulo monetario y fiscal– funcionaron durante un tiempo. Hay límites, sin embargo. Es difícil medir el impacto de la tercera 'flecha' –la reforma estructural–, pero a mi parecer no ha contribuido mucho, si es que ha contribuido, al crecimiento”, explica Vogel.

“La opinión general es que Abe no ha hecho mucho en relación con la tercera 'flecha', pero que si lo hiciera aportaría grandes beneficios económicos. Yo opino lo contrario: Abe ha hecho bastante en cuanto a reformas estructurales (reforma del gobierno corporativo, reformas de regulación, del mercado de trabajo…) pero estas medidas no parece que vayan a suponer grandes beneficios económicos”.

Las elecciones anticipadas pueden conllevar grandes repercusiones en la política monetaria de Abe, pero también en la estrategia de defensa del país y en aspectos polémicos como la energía nuclear.

La dependencia de la energía nuclear es otro punto en el que divergen las distintas fuerzas. Seis años después del desastre de Fukushima, Shinzo Abe se muestra a favor de volver a activar reactores que hasta ahora se encuentran parados. Los dos nuevos partidos, el Partido de la Esperanza y el Partido Democrático Constitucional de Japón, abogan por dejar de depender en la energía nuclear, aunque todavía no han presentado una alternativa detallada.

El domingo 22 de octubre los japoneses acudirán a las urnas en unas elecciones que se presentan como una carrera entre los dos partidos nuevos y el actual gobierno de coalición, con el principal partido de la oposición muy debilitado. Entonces se verá si Shinzo Abe acertó al aprovechar un momento de fragmentación política, o por el contrario, como ya ha ocurrido en los últimos comicios anticipados en Reino Unido, estas elecciones provocan un golpe de inestabilidad para el gobierno.

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