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El Vaticano cierra un histórico acuerdo con China para integrar en la Iglesia a millones de personas

Papa Francisco

Jesús Bastante

En 1951, dos años después de la llegada al poder de Mao, China y el Vaticano rompieron relaciones. La Santa Sede, a día de hoy, mantiene relaciones con Taiwán, país que sigue considerando la legítima China. Sin embargo, desde hace meses, las autoridades de Pekín y Roma venían pergeñando un acuerdo secreto que, según ha podido confirmar eldiario.es, se ha cerrado este sábado, durante la visita del Papa de este fin de semana a Lituania, Estonia y Letonia.

El acuerdo ha sido firmado esta mañana en Pekín por Mons. Antoine Camilleri, subsecretario de Asuntos Exteriores de la Santa Sede, y Wang Chao, Viceministro de Asuntos Exteriores chino y pretende, según la nota oficial, “contribuir positivamente a la vida de la Iglesia católica en China, al pueblo chino y a la paz en el mundo”

El pacto, que pone fin a 67 años de desencuentros y persecuciones de los cristianos fieles a Roma, permitirá la designación común de obispos y, en la práctica, la reunificación de las dos iglesias 'católicas' que conviven en el gigante asiático. La Iglesia 'patriótica', afín al Gobierno; y la 'clandestina', fiel a Roma. Entre ambas, apenas suman 14 millones de fieles (menos del 1% del total), pero el Vaticano tiene claro que China será el 'vivero' de vocaciones al sacerdocio y la vida religiosa, y quiere jugar un papel estratégico en el futuro de China y su papel como potencia mundial.

El diario oficial del Gobierno chino en inglés, The Global Times, hablaba esta semana de la proximidad de un acuerdo, que ha sido confirmado por el secretario de Estado, Pietro Parolin. “Estamos trabajando en ello”, subrayó este jueves.

El primer acuerdo tendrá dos ejes básicos: el primero, el reconocimiento por parte de Roma de siete obispos ordenados por las autoridades chinas sin el consentimiento del Papa, y que actualmente están excomulgados; el segundo, un mecanismo conjunto para la designación de los futuros obispos, que tendrá ciertas similitudes con el 'privilegio de presentación' que estuvo vigente en España desde 1953 a 1976, y en virtud del cual Franco se arrogaba una suerte de 'derecho de presentación' de candidatos, que en la práctica se convertía en un veto implícito.

El acuerdo, que ha sido aprobado 'ad experimentum' según las fuentes consultadas, prevé en todo caso que sea el Papa quien tenga la última palabra. En todo caso, el objetivo es que los católicos del país asiático puedan sentirse “plenamente católicos y plenamente chinos”, y que el Catolicismo sea considerado una religión oficial.

Ello posibilitará acuerdos concretos para la construcción de iglesias, libertad de culto y abrirá la puerta para que, en breve, la Santa Sede pueda iniciar relaciones diplomáticas con Pekín y, en un futuro no lejano, cumplir el sueño del Papa Francisco: visitar China. En 2014, por primera vez en la historia, Pekín dio permiso al Papa para sobrevolar suelo chino, camino de Corea del Sur.

El acuerdo preocupa en Taiwán (hasta la fecha, Roma ha sido uno de sus principales aliados en Occidente), y en los sectores más tradicionalistas de la Iglesia china, perseguida durante décadas y que ahora califica de “traición” los pasos dados para el acuerdo con el régimen comunista.

Así, el cardenal Zen, obispo emérito de Hong Kong, ha denunciado el posible acuerdo, criticando que ambas partes estén haciendo un “pacto secreto” y que tanto el Papa como Parolin “están entregando el rebaño en la boca de los lobos. Es una traición increíble, un desprecio a los héroes de la fe”.

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