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Nueva crisis política en el Juego de Tronos italiano: Conte busca apoyos para mantenerse como primer ministro

El primer ministro italiano Giuseppe Conte (c) camina por Via del Corso, en Roma, Italia.

Gabriele Catania

Padua (Italia) —

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La crisis de gobierno que se está produciendo estos días en Italia es algo paradójica. El miércoles 13 por la tarde, el Gobierno de centro-izquierda dirigido por Giuseppe Conte, el político más popular del país, perdió un pedazo de sí mismo: Teresa Bellanova y Elena Bonetti, ministra de Agricultura y ministra de Familia e Igualdad respectivamente. Las dos ministras, que pertenecen al pequeño y centrista partido Italia Viva, ya no forman parte del gabinete.

Lo anunció durante una muy anticipada rueda de prensa Matteo Renzi, exprimer ministro y actual líder de Italia Viva, una de las fuerzas políticas que hasta ahora había apoyado al gobierno de Conte en el Parlamento italiano. Renzi ha acusado a Conte de causar “un vulnus” (una herida) a las reglas del juego democrático y ha afirmado que Conte no es el único primer ministro posible.

Ahora se abren varios escenarios para Italia, unos más complejos que otros. Sin el apoyo de Italia Viva, el gobierno de Conte carece de los votos necesarios en el Parlamento: no tanto en la Cámara de diputados, donde la coalición de centro-izquierda, incluso sin los diputados de Renzi, tiene la mayoría, sino en el Senado, donde sin Italia Viva la coalición llamada “giallo-rossa” (amarilla-roja, por los colores de los dos principales partidos que la componen) está en minoría. Y ya se sabe: desde algún tiempo, el Senado ha sido la tumba de varios Gobiernos: por ejemplo, en 2008 el segundo gobierno de Romano Prodi cayó porque obtuvo 156 votos a favor y 161 en contra.

Tras las dimisiones de las dos ministras, muchos opositores de Conte –empezando por el líder de la Liga, Matteo Salvini, y la líder de Hermanos de Italia, Giorgia Meloni– han solicitado la dimisión del primer ministro. Pero para Conte, dimitir equivaldría a un suicidio político. Además, las dos principales fuerzas que le sostienen, el Movimiento 5 Estrellas y el Partido Democrático –partido de centro-izquierda que según las encuestas es el más importante de Italia– han reiterado públicamente su apoyo a Conte como primer ministro.

Unas horas después de la ruptura por parte de Renzi, el secretario del Partido Democrático Nicola Zingaretti, escribió en Twitter: “En estos durísimos meses, Italia ha podido contar con el fuerte compromiso de Giuseppe Conte y del equipo de Gobierno. Ahora hay un País por construir #AvanticonConte (adelante con Conte)”. De hecho, #AvanticonConte y #AvanticonGiuseppeConte llevan días entre las tendencias más populares de las redes sociales.

Pudiendo contar con el apoyo del Partido Democrático, del Movimiento 5 Estrellas y del pequeño partido de izquierda LEU, Conte se reunió el jueves con el presidente de la República, Sergio Mattarella (que lleva tiempo pidiendo “responsabilidad” y “estabilidad” a las fuerzas políticas), ha asumido provisionalmente el cargo de ministro de Agricultura y ha anunciado que el lunes acudirá a la Cámara, y el martes al Senado, para el voto de confianza.

Para seguir como primer ministro, Conte tiene dos posibilidades. La primera es obtener nuevos votos en el Senado (senadores contrarios a la caída del Gobierno en un momento tan difícil para Italia a nivel sanitario y económico). La segunda es conseguir convencer a Renzi para que vuelva sobre sus pasos, a lo mejor con un nuevo “pacto de legislatura”, como propone el Partido Democrático.

“Esta crisis es muy de la Primera República [el sistema político italiano que perduró entre la Segunda Guerra Mundial y la caída de la Unión Soviética]. Hasta los años 90, los gobiernos italianos no caían por divergencias insalvables, sino porque algún micropartido quería imponer a los demás su punto de vista sobre alguna cuestión puntual”, dice a elDiario.es Andrea Ceron, asociado de ciencias políticas en la Universidad de Milán.

Varias fuentes confirman a elDiario.es que Conte está “enfadado y dolido: siempre le ha tendido la mano [a Renzi]”. Pero según las mismas fuentes, el diálogo con Italia Viva (o al menos con algunos de sus miembros) no ha cesado y continúa en las sombras. Si Conte superara la dura prueba del martes en el Senado, no sólo se confirmaría como uno de los políticos más hábiles de la historia reciente de Italia, sino que podría, al menos hasta el verano, proporcionar cierta estabilidad a un país que ha tenido (incluyendo a Conte) siete primeros ministros diferentes desde 2006. Si por otro lado, no lo logra, la inestabilidad política empeoraría.

Una crisis paradójica

Es una crisis de gobierno paradójica por varias razones. En primer lugar, porque uno de los arquitectos de la creación del segundo gobierno de Conte, en agosto de 2019, fue el propio Matteo Renzi. Ese verano Matteo Salvini había retirado el apoyo de su partido de extrema derecha, la Liga, al primer gobierno de Conte, que sostenía junto con el Movimiento 5 Estrellas. Muchos, empezando por Nicola Zingaretti, se inclinaban por volver a votar, pero Renzi contribuyó de forma decisiva al nacimiento del “Conte bis” con los votos de su Italia Viva, del Movimiento 5 Estrellas, del Partido Democrático, de la fuerza de izquierda LEU, y de otros pequeños grupos.

Una diputada entrevistada por elDiario.es justo después de la ruptura de Renzi, y amante del arte de Goya, compara al político con Saturno devorando a su hijo. “El 'Conte bis' es un Gobierno en el que Italia Viva ha jugado un papel decisivo, pero de repente Renzi corre el riesgo de acabar con él”. No está autorizada a hablar con los medios, pero añade: “Renzi, que es un político inteligente y todavía joven, quiere convertirse, durante uno o dos decenios, en la pieza clave de la política italiana, el king-maker, consciente de que no hay ningún gran político a la vista: no hay ningún nuevo Berlusconi, ningún nuevo Prodi. Conte se lo impide y es el único que, si continúa así, podría convertirse en el eje de la política italiana”.

“Hace tiempo la política me hacía enfadar. Ahora la desprecio”

La crisis de Gobierno es paradójica también porque se derriba al Gobierno en uno de los momentos más difíciles de la historia moderna italiana. Con más de 80.000 fallecidos con COVID-19, una caída del PIB de más del 8% en 2020, el paro en aumento, los hosteleros desesperados y una juventud cada vez más inquieta, una crisis de gobierno es lo último que Italia necesita.

Según una reciente encuesta de Ipsos, más de dos tercios de los entrevistados creen que Renzi sólo persigue sus propios intereses. Sandra, pensionista a punto de entrar en el supermercado, dice: “Soy de izquierdas, en el pasado simpatizaba con Renzi, pero nunca volvería a votar por él. Nunca. Si este Gobierno cae, será por su culpa”. Roberto, obrero de unos 50 años, afirma: “Hace tiempo la política me hacía enfadar. Ahora la desprecio y ya está. Han ocupado el Congreso en EEUU, pero la verdad es que deberíamos hacerlo aquí en Italia”. Giulia, estudiante: “Yo sólo quiero emigrar. Aquí la gente no hace más que trabajar, estudiar y quedarse encerrada en casa mientras esos [los políticos] no hacen más que pelearse”.

Guido Crosetto, coordinador nacional de Hermanos de Italia, un partido ultranacionalista de derecha, al que elDiario.había entrevistado pocas horas antes de la rueda de prensa en la que Renzi anunció su ruptura, opina que “entre las razones de las tensiones entre Conte y Renzi, hay también una antipatía personal. Además, Renzi se ha dado cuenta de que este gobierno ha recogido una serie de fracasos considerables: somos uno de los países con la tasa de mortalidad [con COVID-19] más alta y el país donde la economía ha sido golpeada más duramente”.

Según el democristiano Marco Follini, exviceprimer ministro italiano y gran conocedor de los laberintos de la política italiana, señala: “Quizá el origen de la crisis entre Conte y Renzi se debe también a su carácter y a sus diferencias. Pero el hecho básico es otro: no existe un hilo lógico entre las fuerzas políticas que forman esta coalición”. “Con esta crisis están saliendo a la superficie los nudos que han estado enredados durante mucho tiempo. Tenemos un primer ministro, Conte, que no está a la altura. Tenemos un gobierno de coalición heterogéneo que sólo busca sobrevivir”.

La tercera paradoja de esta crisis es que se produce en un momento en que Italia necesitaría un Gobierno estable para gestionar los más de 220.000 millones de euros del Fondo de Recuperación. Muchos temen que esta enésima crisis política pueda poner en peligro la gestión eficaz del Fondo de Recuperación: las empresas italianas, es el comentario de muchos empresarios, están sufriendo y no pueden esperar a la conveniencia de la política; ni pueden arriesgarse a que Italia reciba menos fondos debido a la inestabilidad causada por las rencillas de sus políticos.

“El Gobierno descuida la economía. Es surrealista que no se ocupe también de todas las empresas que están cerrando, que terminan en manos de extranjeros, que se van” sostiene Crosetto, empresario que viene del norte de Italia y que conoce muy bien el mundo productivo. “Un gobierno debe ser capaz de pensar en el futuro en 360 grados, ocupándose de la emergencia sanitaria pero también de otras cosas”.

Emanuele Felice es el responsable económico del Partido Democrático, un economista de renombre internacional y estudioso de la brecha económica entre el norte y el sur de Italia. “Renzi está en esta coalición de gobierno, pero su partido no puede salir del 2-3% en las encuestas”, explica. “Busca cualquier excusa para romper, para cambiar el panorama político general y encontrar uno más favorable para él”.

“La vía maestra son las elecciones”

Lo que está claro es que ni Italia Viva ni los diputados del Movimiento 5 Estrellas se alegrarían particularmente de volver a elecciones: por la sencilla razón de que muchos de ellos no serían reelegidos, sobre todo después de la reciente reforma constitucional que redujo el número de diputados.

En cualquier caso, no quedan muchos meses hasta finales de julio, cuando el jefe de Estado, Mattarella, ya no podrá disolver las Cámaras y será técnicamente imposible convocar elecciones. Es más. Al final del “semestre blanco” el Parlamento tendrá que elegir un nuevo presidente de la República: un nombramiento crucial para la vida democrática italiana porque el jefe de Estado es sobre todo un “notario” cuando tiene que tratar con gobiernos fuertes y coaliciones sólidas, pero es un árbitro muy influyente cuando el gobierno es débil y las mayorías peleonas. Como recuerda Follini, el presidente de la República en Italia “tiene poderes de acordeón: se expanden o contraen según las circunstancias”.

El riesgo de no volver a ser elegidos y el no muy lejano nombramiento del jefe de Estado hacen más probable la permanencia de Conte como primer ministro. Por supuesto, en el centro-derecha muchos piensan que devolverle la palabra a la gente sería la elección más correcta.

“El gobierno de Conte ha muerto” dice a elDiario.es Marcello Pera, expresidente del Senado y exsenador de Forza Italia (el partido de Berlusconi). “Así que debemos preguntar a los italianos qué es lo que quieren. La vía maestra son las elecciones”. Según Pera, “lo que este país necesita es un nuevo plan de renacimiento y reformas. Si se celebraran elecciones y ganara el centro-derecha, se podría poner en marcha un gobierno Draghi”. Un gobierno liderado por el expresidente del BCE Mario Draghi disfrutaría de un inmenso crédito en el extranjero.

Muchos analistas y miembros de la oposición acusan al gobierno Conte de ser débil y confuso en la política exterior, especialmente por lo que concierne el Mediterráneo. Según Riccardo Brizzi, profesor asociado de historia contemporánea en la Universidad de Bolonia, “para entender cómo se interpreta este gobierno en el extranjero, hay que considerar el que lo precedió, que también estaba liderado por Giuseppe Conte, pero estaba apoyado por el Movimiento 5 Estrellas y la Liga. El primer gobierno de Conte fue visto con desconfianza en Bruselas porque fue eclipsado por los dos viceprimeros ministros de entonces, Salvini y Di Maio. Luego estaba el fantasma del Italexit, había tensiones entre Roma y Bruselas, por ejemplo en relación con la reubicación de los migrantes, incluso hubo una ruptura con Francia. Pero este segundo gobierno de Conte es diferente. Es un gobierno que ha demostrado que sabe cómo trabajar con sus socios europeos. Por supuesto, hasta la fecha ha faltado una estrategia de política exterior, por ejemplo en Libia y Egipto”.

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