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Viajes reservados a Moscú y un enlace indio: la historia detrás de la versión argentina de la vacuna Sputnik

Alberto Fernández y Marcelo Figueiras, de Richmond

Pablo Ibáñez

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El viernes pasado, un lote de vacunas Sputnik V voló de Argentina a Rusia. Mientras miles de dosis llegan al país, estos viales hicieron el camino inverso: partieron de Pilar rumbo a Moscú para ser sometidos a un control de calidad del Instituto Gamaleya que, una semana antes, el 12 de abril, había enviado el principio activo para los ensayos.

Fue un proceso que comenzó hace dos meses, que hace 45 días tuvo el primer mano a mano en Moscú y que este martes avanzó un escalón clave cuando la web oficial de la Sputnik V confirmó que el laboratorio Richmond comenzará a producir a gran escala la vacuna y que Argentina será el primer país de Latinoamérica en hacerlo. De ahí, como símbolo, sale lo de Sputnik “A”.

Una hoja de ruta que debe todavía superar una serie de instancias. Se prevé que en mayo Gamaleya haga el primer envío del antígeno para avanzar con la etapa final en la planta de Richmond y que esas dosis estén disponibles en junio. “Queremos producir lo suficiente en el corto plazo para satisfacer la demanda urgente. La intención es producir la cantidad para salir de la crisis”, confió a elDiarioAR una fuente vinculada con la operación.

El lunes, en Moscú, el presidente del laboratorio Richmond, Marcelo Figueiras, se reunió con el ministro de Economía Martín Guzmán y la asesora presidencial Cecilia Nicolini. Como contó elDiarioAR la semana pasada, Guzmán alargó su viaje por Europa y agregó una escala en Moscú donde, además del FMI, sumó a la agenda la negociación por las vacunas. Nicolini –que se convirtió en el enlace in situ del capítulo Sputnik V– viajó en los últimos días y el domingo ya estaba en la capital rusa para, además, destrabar nuevos envíos de vacunas: uno llegó este lunes; otro llegaría el fin de semana.

Fue, en cierto modo, un gesto simbólico: desde que la negociación por las Sputnik V se estableció “estado a estado” tras la mini crisis con el laboratorio HLB Pharma Group, el vínculo con Rusia requiere -o sugiere- una intermediación oficial.

La negociación ya estaba en marcha, se aceleró en abril con el envío del principio activo por parte del Gamaleya y Figueiras viajó con su grupo técnico en busca de la aprobación de ese instituto para que la planta de Richmond en Pilar pueda comenzar con la formulación, el envasado.

La pista india

Hubo, en medio, un actor clave: el Hetero Lab de India, asociado hace más de dos décadas a Richmond en desarrollo de biotecnología y en la producción de medicamentos genéricos ¿Qué convierte a ese laboratorio indio en una pieza esencial de la historia de la Sputnik “A”? Que es uno de los encargados de la transferencia de tecnología del instituto Gamaleya para la producción y la formulación de la vacuna. Fue el que propuso a Richmond el desarrollo local con el objetivo de ser una central para América Latina.

El vínculo empresarial fue por Hetero Labs que tuvo, luego, un soporte gubernamental desde la Casa Rosada. En febrero, cuando los contactos eran apenas germinales, el presidente argentino, Alberto Fernández, visitó la planta de Richmond en el Parque Industrial de Pilar. La semana pasada, cuando comenzó la producción del primer lote piloto, Figueiras invitó a Nicolini y a la ministra de Salud, Carla Vizzotti.

La intervención de Guzmán, directamente en Moscú, debe leerse en clave doble: el ministro aparece vinculado a una buena noticia que excede su ámbito específico de la Economía y el casi monotema de la deuda, y refuerza el protagonismo del gobierno en un asunto tan sensible y popular como la vacuna.

“Todo el mundo está empujando para que se cierre el acuerdo: el gobierno, los privados, las provincias. La palabra de Guzmán sirve para fortalecer la posición”, confesó una fuente involucrada en la operación.

Hace 45 días, Figueiras hizo un viaje reservado a Moscú para avanzar con el acuerdo global: la autorización para avanzar con la construcción de una nueva planta destinada a la producción de vacunas, no solo de COVID-19, cuya inversión se estimó entre 70 y 100 millones de dólares. La semana pasada salió al mercado a buscar fondos y consiguió ofertas por más de 80 millones.

Pero ese proceso tiene otra velocidad: la planta estaría activa durante el 2021 y permitiría la producción del antígeno. El acuerdo que avanzó esta semana, y al que aún le faltan algunas etapas de ajustes y autorizaciones, es para el envasado del principio activo enviado por Rusia, proceso que Richmond pretende que se active en mayo para poder satisfacer la alta demanda local en el invierno. Hablan de junio aunque es, todavía, condicional.

La fecha abierta, más allá de los deseos, está cruzada por los imponderables. Días atrás Richmond tuvo que resolver una cuestión de materias primas: no había disponible en el mercado parte de los viales para el envasado de la vacuna. Pudo, finalmente, completar el proceso y el viernes partió el “lote piloto” de vacunas rumbo a Moscú. En ese proceso intervino el Ministerio de Desarrollo Productivo.

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