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La princesa y el príncipe desaparecidos de Arabia Saudí: los suyos confían en el poder de Biden para su salvación

El príncipe desaparecido Salmán bin abdulaziz (derecha), junto con el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salmán, durante una reunión celebrada en junio de 2017 en Arabia Saudí, días antes de que MBS se convirtiese oficialmente en el heredero al trono.

Javier Biosca Azcoiti

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La princesa Basmah bint Saúd, la más joven de los 115 hijos del rey Saúd de Arabia Saudí (que gobernó entre 1953 y 1964) fue convocada en marzo de 2019 a una reunión privada con su primo Mohamed bin Salmán (MBS), líder de facto del país. Era una trampa, no hubo reunión alguna y Basmah acabó detenida junto a una de sus cinco hijas, según relata a elDiario.es una fuente cercana a la princesa. 

Desde hace más de un año, no hay información sobre el estado de Basmah, que está recluida sin cargos en la cárcel de al Hayer, Riad, y sin contacto alguno con el exterior. “Cortaron totalmente la comunicación. Ya no podemos llamar, no nos llama y preguntamos y no nos responden”, dice la fuente.

La historia es similar a la del príncipe Salmán bin Abdulaziz, otro primo del príncipe heredero que fue detenido hace tres años junto a su padre. No se han presentado cargos contra ellos y el pasado 28 de noviembre ambos desaparecieron. “Estuvieron más de un año en la prisión de Al Hayer, después los trasladaron a una villa bajo estrictas medidas de seguridad y desde hace dos meses están en paradero desconocido y sin comunicación con el exterior”, dice a este diario Abdulá (nombre ficticio), amigo personal del príncipe desde hace 15 años.

“Nunca antes ha habido tanta tensión en la Casa Real Saudí hasta la irrupción de MBS”, dice David Hernández, doctor en Relaciones Internacionales y autor del libro El reino de Arabia Saudí y la hegemonía de Oriente Medio. “En el pasado, solamente en la década de los sesenta se produjo una tensión parecida. Cuando el príncipe Faisal dio un golpe de Estado palaciego a su hermano y rey Saúd [padre de Basmah]. En esa ocasión, el príncipe Faisal se apoyó en la élite religiosa del país, en la cúpula militar y en los principales líderes de la familia real para quitar del poder a su hermano”.

Hasta ahora, todos los reyes de Arabia Saudí han sido hijos del primer monarca y fundador del Estado moderno. En 2015, el actual rey Salmán nombra a su sobrino y ministro de Interior, Mohammed bin Nayef, como príncipe heredero. Dos años más tarde, Salmán desplaza a bin Nayef para colocar a su propio hijo, MBS, que desde entonces se ha convertido en líder de facto del país y ha consolidado su poder eliminando a cualquier figura incómoda dentro o fuera de la familia. El año pasado arrestó al propio Mohamed bin Nayef y al príncipe Ahmed bin Abdelaziz, hermano del rey Salmán y tío de MBS. Abdulá señala que el príncipe Salmán bin Abdulaziz es amigo muy cercano del príncipe Ahmed y la fuente cercana a Basmah asegura que la princesa tiene muy buena relación con Mohammed bin Nayef.

En 2018, cuando el príncipe Ahmed todavía vivía en Londres, se encontró con un grupo de manifestantes contra la guerra de Yemen que gritaba “Al Saúd familia criminal” y “abajo Al Saúd”. Entonces Ahmed se paró y se dirigió a ellos: “No se puede culpar a toda la familia Al Saúd. Hay gente responsable por el estado de guerra en Yemen”. Cuando le preguntaron quiénes eran los responsables, Ahmed contestó: “El rey y su heredero”.

El entorno de los príncipes desaparecidos Salmán bin Abdulaziz y Basmah, cree que la complacencia de Trump envalentonó a MBS. “Sabemos que el presidente Trump dio su acuerdo tácito al bloqueo contra Catar y al golpe contra Mohammed bin Nayef, el cual llevó a los otros arrestos”, dice Philipp (nombre ficticio), socio de negocios de la princesa Basmah. El socio apunta especialmente a Jared Kushner, yerno y asesor del expresidente: “Con una decisión política parece que ha hecho posible el encarcelamiento arbitrario de miembros inocentes de la familia real”.

Durante estos años, Kushner había desarrollado una buena amistad con MBS, llegando a hablar directamente con él por Whatsapp. The Intercept publicó en 2018 que MBS le dijo a su aliado el príncipe heredero de Emiratos Árabes Unidos, Mohammed bin Zayed (MBZ), que tenía a Kushner “en el bolsillo”. Según la información del medio estadounidense, MBS presumió con su círculo cercano de que el yerno de Trump había conversado con el príncipe heredero sobre los nombres de miembros de la familia real que no le eran leales durante una visita no anunciada que este hizo a Arabia Saudí en octubre de 2017. Kushner negó haber discutido el tema. Tan solo una semana después de aquella visita, MBS lanzó una supuesta campaña anticorrupción en la que encerró en el hotel Ritz-Carlton de Riad a decenas de miembros de la familia real y empresarios conocidos.

El expresidente Trump, cuya primera visita internacional fue a Arabia Saudí, apoyó aquella campaña de arrestos. “Tengo gran confianza en el rey Salmán y en el príncipe heredero de Arabia Saudí. Saben exactamente lo que están haciendo”. También apoyó el bloqueo a Catar, considerado un aliado de EEUU y al que acusó de financiar el terrorismo; y el papel de la monarquía en la guerra en Yemen. Por otro lado, el expresidente evitó por todos los medios criticar el asesinato de Jamal Khashoggi, columnista del Washington Post, en el consulado saudí de Estambul. Por su parte, Biden prometió durante la campaña tratar a Arabia Saudí como “el Estado paria que es”. El presidente también prometió no vender más armas a la monarquía del Golfo y, por el momento, ha congelado esas ventas –los expertos señalan que estas revisiones son un proceso habitual cuando hay un cambio de gobierno–.

“Por supuesto que Trump ha ayudado. Trump tiene una conexión con esto y con MBS”, dice la fuente cercana a Basmah. “Hemos recibido llamadas y mucha gente nos ha dicho que puede haber cambios con Biden, pero hasta ahora no ha habido ninguna novedad”, añade. Philipp afirma que el nuevo Gobierno “puede posibilitar fácilmente la liberación segura de Basmah y de su hija Sohoud al Sharif”. Por su parte, Abdulá también tiene esperanza en que el nuevo presidente preste atención al caso del príncipe Salmán bin Abdulaziz. “Espero que pueda solucionarlo. Seguro que seguirán el caso Khashoggi y todas las otras violaciones de derechos humanos”, dice. El viernes, el nuevo secretario de Estado, Antony J. Blinken, habló por teléfono con el ministro de Exteriores saudí, Faisal bin Farhan Al Saúd, y, además de hablar sobre antiterrorismo, cooperación y seguridad, “el secretario expuso varias prioridades clave de la nueva Administración, entre las que se encuentran elevar las cuestiones de derechos humanos y poner fin a la guerra en Yemen”, afirmó el portavoz del Departamento de Estado.

“La Administración de Donald Trump fue el principal apoyo internacional para MBS y para los planes internacionales de Arabia Saudí durante cuatro años”, dice Hernández. “Con la marcha de Donald Trump, MBS pierde a un aliado muy importante y eso va a afectar tanto a su poder interno como a su protagonismo en la región”. Sin embargo, Hernández no cree que vaya a producirse un gran cambio en materia de derechos humanos. “Al final en la Casa Blanca siempre se impone una visión pragmática. Solo quiere un aliado que asegure cierta estabilidad y seguridad en la región y pasa de largo sobre temas como derechos humanos, democracia o aperturismo”, dice.

El eurodiputado y vicepresidente de la delegación de relaciones con la Península Arábiga, Marc Tarabella, lleva meses siguiendo el caso y el pasado jueves envió una carta al congresista estadounidense Adam Schiff, demócrata y presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes –quien se reunió en 2016 con el príncipe detenido en California–. “Dado que fuentes cercanas del príncipe me informaron de que usted tuvo la oportunidad de reunirse con él en 2016, en mi capacidad e vicepresidente de la delegación de relaciones con la Península Arábiga, me gustaría pedirle que plantee este asunto a la Administración Biden y con las más altas autoridades saudíes pidiendo su liberación inmediata”, reza la carta a la que ha tenido acceso elDiario.es. Meses antes, en diciembre, Tarabella mandó una carta a la embajada de Arabia Saudí en Bélgica pidiendo información sobre el caso.

“MBS teme a mucha gente dentro de la familia”

“Dicen que Basmah estaba intentando huir del país, cuando realmente iba a ir a Suiza a recibir tratamiento médico. Hace mucho pasó una operación de vida o muerte en Suiza y desde entonces iba y venía. La detuvieron una semana antes de viajar”, dice la fuente cercana a la princesa. “Deducimos que se la llevaron porque es amiga de Mohammed bin Nayef y porque hace unos años empezó a pedir bienes que habían pertenecido a su padre y que se han apropiado otros miembros de la familia. Estaba indagando demasiado para su comodidad”, dice Philipp. “Una herencia inmensa”, asegura la fuente.

Basmah, que ha estudiado y vivido en Europa, tenía un perfil visible, hablaba con los medios, concedía entrevistas y escribía artículos. No tenía pretensiones polítcas y nunca criticó directamente a la familia, pero abogaba por reformas y la lucha contra el abuso de las mujeres en el país. “Es una persona muy conocida, respetada y tiene muchos contactos y una base de seguidores muy grande en todo el mundo. Habla libremente y no está controlada por nadie”, dice la fuente. “MBS tiene miedo de la gente que tiene muchos contactos. Teme a mucha gente dentro de la familia y por eso intenta apartarlos”.

En abril del año pasado, cuando llevaba un año detenida, su equipo publicó un tuit en la cuenta personal de la princesa: “Yo, Basmah bint Saúd, me dirijo a ustedes, mi querido tío, rey Salmán bin Abdulaziz, y mi primo, su alteza real el príncipe heredero Mohamed bin Salmán. Como probablemente sepan, estoy detenida sin cargos y de forma arbitraria en la prisión de al Hayer. Mi salud se está deteriorando gravemente y podría llevarme a la muerte. No he recibido atención médica ni tampoco una respuesta a las cartas que envié desde la cárcel a la Casa Real. Fui secuestrada sin explicación junto a una de mis hijas. Ruego a mi tío y a mi primo que revisen mi caso y me liberen”. Desde aquel día, se acabaron las llamadas con el exterior –que mantenía dos o tres veces por semana– y cualquier noticia sobre la princesa. “Lo hemos intentado todo”, dice la fuente cercana a la princesa.

Por su parte, el príncipe Salmán bin Abdulaziz es un rico empresario y doctorado en Derecho por la Sorbona de París que tampoco tenía intenciones políticas, asegura Abdulá. “La relación con MBS era buena. Cuando se convirtió en príncipe heredero, empezaron los problemas”. Según la versión oficial, el príncipe Salmán fue detenido en enero de 2018 junto a otros 11 miembros de la Casa Real por protestar por una reforma que les obligaba a pagar las facturas de sus palacios. “Fue una trampa para detenerle”, dice Abdulá. “Alguien de Casa Real llamó a las tres de la mañana. Un grupo de 14 o 15 personas fueron al palacio real, fueron maltratados y detuvieron a 11”. Todos menos Salmán fueron liberados cuatro meses después. Su padre, Abdulaziz bin Salmán, fue detenido poco después cuando intentó trabajar por su liberación. El padre fue asesor del rey Fahd (fallecido en 2005) durante una década y trabajó 12 años en los servicios de inteligencia del país, de Abdulá.

“Aunque Arabia Saudí es una monarquía autoritaria y el rey concentra todo el poder político y religioso del país, la Casa Real Saudí funciona por el procedimiento de consultas. La costumbre había marcado que el rey siempre consultara y se dejara asesorar por los miembros más importantes de la familia para tomar las decisiones políticas más relevantes tanto internas como en política exterior”, dice Hernández. “MBS rompe con esa costumbre y ejerce un liderazgo donde acapara casi todo el poder. Es el máximo responsable de las grandes decisiones. Solo se deja asesorar por un círculo muy reducido de personas de su máxima confianza”. 

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