China, a la caza de espías extranjeros: el Gobierno ofrece recompensas para estos “tiempos peligrosos”
Académicos pelirrojos, turistas, profesores de inglés y trabajadores de ONG. Son algunas de las profesiones bajo sospecha en una campaña publicitaria de las autoridades chinas, preocupadas de que sus ciudadanos hagan amigos entre extranjeros que puedan ser espías.
Diseñados para impedir que los chinos sean engañados y terminen espiando en su país para gobiernos extranjeros, los carteles del metro en el centro de Pekín avisan a los viajeros de algunas señales de peligro.
“Todavía puedes volver”, dice un cartel con la foto de un hombre y una mujer jóvenes mirando hacia abajo. “Si confiesas y estás arrepentido, no serás acusado… tus familiares nunca te abandonarán. Tu país siempre te cubrirá las espaldas”. Con el sello de la oficina de seguridad nacional de Pekín, los carteles incluyen un número de teléfono directo para llamar “en tiempos peligrosos”.
Este tipo de advertencias es cada vez más común en China. Según sus críticos, forman parte de una campaña de seguridad nacional que pretende generalizar la desconfianza hacia todo lo extranjero y legitimar a las autoridades para reforzar su control sobre la sociedad.
A las autoridades chinas siempre les han preocupado las ‘fuerzas extranjeras hostiles’. Pero en los últimos años el país ha lanzado una campaña pública de reclutamiento de ciudadanos para su programa de contraespionaje anunciando números de teléfono directos, recompensas económicas, clases y un día al año de “concienciación de seguridad nacional”.
En el día de concienciación de seguridad nacional, celebrado en abril, las autoridades lanzaron una página web en inglés y en chino para denunciar actividades de espionaje. También publicaron un cómic con el que pedir a los ciudadanos chinos que “estén atentos con los amigos enmascarados”, espías que vienen como turistas, periodistas, científicos o diplomáticos. En el cómic, un trabajador de una ONG extranjera habla sobre los sindicatos a un grupo de trabajadores chinos y les anima a protestar.
El Ministerio de Educación ha pedido que se introduzca el tema de la seguridad nacional en el currículo escolar. Una campaña anterior incluía un cómic con una empleada del Gobierno enamorándose de un espía extranjero y pelirrojo que se hacía pasar por académico. Un pegadizo vídeo del año pasado también explicaba cómo denunciar a las autoridades cuando se detecta al espía.
De acuerdo con Samantha Hoffman, analista especializada en la seguridad del Estado chino y miembro visitante del Instituto Mercator de Estudios Chinos en Alemania, “las campañas giran en torno a la idea de que ‘todo el mundo es responsable’ de participar en la seguridad del Estado chino”. “El objetivo de la participación es prevenir, detener y castigar las conductas que podrían comprometer la seguridad del Estado”.
Xi Jinping, presidente de China, ha hecho de la seguridad nacional una parte esencial de su mandato. Bajo Xi, China ha aprobado un conjunto de leyes de seguridad nacional que amplían las ya amplias potestades del Gobierno para investigar y controlar a los particulares que considera una amenaza para la estabilidad.
A finales del año pasado y en el nombre de la seguridad, China actualizó su ley contra el espionaje para ampliar las definiciones de conductas punibles. Los individuos o los grupos extranjeros pueden ser castigados por inventar, por distorsionar hechos o por emitir información que atente contra la seguridad nacional del país.
Según Wang Hongwei, profesor adjunto en la escuela de administración pública y política de la Universidad de Renmin en Pekín, “China siempre ha dado importancia al trabajo de contraespionaje”. “No afectará a los extranjeros en China. China no es el único país que trabaja en el contraespionaje, no hay necesidad de sobreinterpretarlo”, añade.
De acuerdo con las nuevas normas, las autoridades tienen potestad para prohibir a los extranjeros la entrada en el país y para impedirles salir de China. En abril, los medios de comunicación chinos publicaron la historia de un profesor estadounidense en la provincia de Jilin, en el noreste, que después de criticar el historial de derechos humanos de China había sido expulsado del país con el argumento de que representaba una amenaza para la seguridad nacional.
Los grupos de derechos humanos se quejan de que las leyes de seguridad estatal chinas son imprecisas a propósito. Permiten a la policía ir en contra de ciudadanos chinos y extranjeros bajo “amplios supuestos”. Incluyen desde trabajar con una ONG hasta pertenecer a un grupo religioso.
Para Frances Eve, investigadora del grupo de presión Defensores de los Derechos Humanos de China, “estas leyes muestran a los grupos de la sociedad civil como amenazas a la seguridad nacional y tratan de crear una nube de sospecha en torno a la cooperación entre las ONG y los individuos dentro y fuera de China”.
La definición china de seguridad estatal también es amplia. Según Hoffman, “no se refiere sólo a la seguridad interior o exterior, también abarca a la seguridad del partido, tanto dentro como fuera del partido, donde las amenazas se encuentran principalmente en el ámbito de las ideas”.
“Las campañas funcionan un poco como una forma de movilización ideológica que enfatiza la responsabilidad de cada persona... de apoyar al Partido Comunista de China”, explica.
Es cierto que en China hay espías extranjeros y que trabajan reclutando agentes. Al menos una docena de informadores de la CIA en China fueron encarcelados o asesinados entre 2010 y 2011, incluyendo una persona a la que dispararon frente a sus compañeros a las puertas de un edificio gubernamental, según una información de The New York Times.
En 2016 los medios de comunicación chinos informaron de que había hasta 115.675 espías extranjeros operando en China (en su mayoría de Alemania, Japón y Estados Unidos), una cifra que sigue circulando como cierta pero que nunca se atribuyó a una fuente oficial.
Otros dicen que el objetivo de la iniciativa contra los espías extranjeros es distraer la atención de la amplia campaña anticorrupción que lleva adelante el partido y de lo que muchos ven como un control más estricto del Gobierno sobre los medios, el mundo académico y la sociedad en general.
Como señala Merriden Varrall, director del programa de Asia Oriental en el Instituto Lowy, de origen australiano, “con todo ese cambio, (Xi) corre el riesgo de crear mucha insatisfacción, así que tiene que mantener a la gente de su lado, una manera fácil de hacerlo es asegurarse de tener a un ‘otro’ como el ‘enemigo’, los extranjeros son muy útiles para eso”.
Traducido por Francisco de Zárate