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The Guardian en español

India se convierte en el segundo país con más contagios del mundo tras la reapertura casi completa del país

Un trabajador sanitario con traje protector en una camioneta móvil toma una muestra nasal de un hombre para hacerle la prueba de coronavirus.

Hannah Ellis-Petersen

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India, la segunda nación más poblada del mundo, ya es el segundo país con mayor cifra de contagios acumulados de COVID-19. Hasta ahora, Brasil ocupaba el segundo lugar, por detrás de Estados Unidos. El virus sigue propagándose por este país asiático de 1.300 millones de habitantes con mayor rapidez que en el resto del mundo.

Este lunes, India añadió a su balance más de 90.000 casos de la noche a la mañana, con lo que la cifra de casos en el país ha superado los 4,2 millones. Se sitúa ahora solo por detrás de EEUU, que hasta la fecha ha registrado 6,3 millones de infecciones. Sin embargo, si bien la situación en Estados Unidos ha empezado a estabilizarse, en el caso de India, la tasa de contagios empeora cada día que pasa, sin que haya indicios de cuándo alcanzará el pico de la curva, y los expertos predicen que la nación del sur de Asia se colocará pronto en primera posición.

Un día después, este martes, India ha contabilizado el mayor número de muertes diarias de pacientes de COVID-19 en un mes, 1.133 más en 24 horas, a pesar de que el volumen de infecciones diarias ha bajado. La cifra de muertos ya se eleva a 72.755, lo que equivale a 53 muertes por millón de personas. La cifra de víctimas es relativamente baja en comparación con la de Estados Unidos y Brasil, pero sigue subiendo a un ritmo de unas 1.000 al día.

India efectúa más de un millón de pruebas de detección de COVID-19 al día, pero la proporción de test por número de habitantes sigue siendo muy baja. Por otra parte, se ha cuestionado la precisión de las mismas, ya que más de la mitad eran pruebas rápidas de antígenos, que tienen un porcentaje mucho más alto de falsos negativos.

Incremento tras la desescalada

El pronunciado aumento de los contagios ha coincidido con la reapertura casi completa del país tras meses de confinamiento y restricciones. Los expertos ya habían indicado que temían que la población se relajara justo cuando la situación epidemiológica estaba peor.

En marzo, India impuso uno de los confinamientos más estrictos del mundo, pero en los últimos meses ha ido desescalando de forma gradual, tras el alto impacto económico y humanitario que dejó el confinamiento.

Las autoridades abrieron las fronteras, reanudaron los vuelos internos y permitieron la apertura de restaurantes y bares. Tras cinco meses fuera de servicio, el metro de Delhi ha vuelto a funcionar esta semana. Solo las escuelas permanecen cerradas y los viajes internacionales siguen restringidos.

“Desde que el Gobierno ha apostado por aliviar el confinamiento, no se han tomado medidas proactivas para frenar la propagación del virus, por lo que estamos viendo que los casos van en aumento”, dice el doctor Harjit Singh Bhatti, médico del pabellón COVID-19 del hospital Manipal de Delhi. El médico describe la situación del país como “muy preocupante”.

Propagación rápida en las zonas rurales

En un inicio, las grandes metrópolis urbanas como Delhi y Mumbai fueron las que concentraron el mayor número de casos. Ahora, mientras que los casos en Delhi han aumentado en un 50% solo en el último mes, la propagación más rápida se da en las zonas rurales, donde se han registrado dos tercios de las nuevas infecciones.

Bhatti señala que los médicos han recibido instrucciones de estar preparados y mentalizarse de que los casos seguirán aumentando hasta por lo menos finales de noviembre.

“En las zonas rurales no se ha hecho una inversión adecuada en atención sanitaria, están mal equipadas y cuentan con pocos médicos. Tampoco tienen la infraestructura de transporte necesaria que las conecte con las ciudades, así que la propagación del virus en estas comunidades tendrá consecuencias muy graves y es probable que suba considerablemente la cifra de muertes por coronavirus”, dice Bhatti.

Además, ha explicado que, en estas zonas rurales, muchas personas acuden a los curanderos. “Muchas personas sin formación tratan a los enfermos, y esto puede conllevar una mala y preocupante gestión de los brotes y mayores tasas de mortalidad”.

Mas de 500 sanitarios fallecidos

El virus ya se ha cobrado un gran número de vidas entre los trabajadores sanitarios del país, que están sobrecargados de trabajo y de responsabilidad. Según Amnistía Internacional, India tiene uno de los mayores índices de mortalidad del mundo por COVID-19 entre los trabajadores sanitarios, con 573 muertes desde que la pandemia entró en el país.

“Los profesionales del sector de salud estamos agotados, no solo tenemos una carga de trabajo descomunal sino que además lidiamos con traumas psicológicos porque muchos de nuestros compañeros han muerto”, dice Bhatti. “Los próximos meses van a suponer un gran reto para todos nosotros si la situación empeora”.

India lidia con el empeoramiento de la pandemia en un contexto de crisis de seguridad en su frontera con China y de una grave crisis económica. En junio, las crecientes tensiones entre los soldados indios y chinos en la frontera de la región himalaya de Ladakh desembocaron en un enfrentamiento directo en el que murieron 20 soldados indios.

Las múltiples rondas de conversaciones diplomáticas y militares no han logrado reducir las tensiones, que volvieron a intensificarse la semana pasada cuando tanto India como China se acusaron mutuamente de violar el territorio soberano del otro.

El gobierno indio lidia asimismo con una economía que se ha contraído casi un 24% en el último trimestre, la mayor recesión que ha sufrido desde que empezaron los registros, en 1996. Se debe principalmente al impacto de las medidas de confinamiento, aunque antes de la pandemia la situación económica ya mostraba signos de deterioro.

Traducido por Emma Reverter

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