Las nuevas chicas cocodrilo
En algún rincón del estado de Florida de cuyo nombre no quiero acordarme, Trump ha construido un presidio para encarcelar personas inmigrantes y lo ha rodeado de caimanes en funciones de vigilantes de seguridad. Cocodrilos con dientes de anuncio de dentífrico a la espera de la fuga de alguno de los seres humanos encerrados allí en condiciones infrahumanas. Trump es un alumno aventajado del presidente de El Salvador, Nayib Bukele. El presidio ha sido bautizado como Alligator Alcatráz, en homenaje a la mítica -por su crueldad- cárcel ubicada en la isla de Alcatraz. Una prisión de la que nadie podía fugarse hasta que tres presos se fugaron y eso sin contar a Clint Eastwood.
Lo cierto es que a mediados del siglo XX ya se perseguía a las personas diferentes y se las recluía en campos de concentración. Trump tan sólo se suma al morbo de la retransmisión en directo de su orden de caza al inmigrante. Los agentes del ICE -El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas USA- no son otra cosa que nostálgicos de los años 40. Hay cosas que no cambian, tan sólo modifican el logo. Comparar a las ICE con las SS suena duro, claro, pero hay una estética compartida: el brillo siniestro del uniforme, la frialdad del trámite, y la idea de que la ley, aprobada por el artículo 33, está para cumplirla, aunque huela a azufre.
La secretaria de Seguridad Nacional, Kristin Noem -que tiene pinta de espía rusa infiltrada en el FBI- no se cansa de vender las bondades de Alligator Alcatraz. Ha insistido tanto que se rumorea que Airbnb valora promocionar la estancia en la cárcel de Trump de cara a este verano. Noem es una de las nuevas chicas cocodrilo.
La idea ha calado también en España aunque carecemos de caimanes. La portavoz de los súper patriotas ha anunciado que si ellos gobiernan deportarán a millones de inmigrantes, incluidos sus hijos nacidos ya en España. Millones de seres humanos es una cifra redonda como un meteorito que cae sobre la dignidad de una sociedad. ¿A Lamine, Nico Williams y al Rey también?
Las nuevas chicas cocodrilo -tan defensoras de las raíces y la pureza de sangre- ya no van a las discotecas, ya no quieren besar al chico sino confeccionar listas de deportación; no se enamoran, repatrían; no bailan, planifican vueltos de retorno; las chicas cocodrilo de los Hombres G conducían un descapotable, mientras que las nuevas emplean 4x4 blindados. Las nuevas chicas cocodrilo quieren defender la civilización tirando seres humanos por la borda.
La Historia a veces da la vuelta y nos muerde la pierna, como un caimán en la cárcel Florida, como una pesadilla que ya hemos vivido, pero con peores estilistas. Ahora se lleva el safari humano sin salacot y sin necesidad de viajar a Kenia, ni mucho menos.
Al son del discurso del gran líder las nuevas chicas cocodrilo -y los chicos caimán- no dudan en alentar el odio hacia el diferente a través de la manipulación de los datos de delincuencia y otros bulos en redes sociales y otros medios, también de comunicación. La pregunta que deberían responder por estos lares sus representantes es, por ejemplo, ¿quién va a recoger la ciruela y el melocotón, la aceituna, o quien va a vendimiar cuándo todos esos seres humanos hayan sido deportados? ¿Quiénes van a trabajar como camareros? ¿Quiénes van a acompañar a nuestras personas mayores? ¿Alguna idea? ¿Alguna propuesta? Nosotros, los españoles no, eso está claro. ¿Qué fue de su defensa de la agricultura y la ganadería? Mientras tanto, no hay duda: “Has sido tú, te crees que no te he visto…”.
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