El Protocolo
Ay mujer, que no es para tanto. Si te digo el “buen culo que te hace ese pantalón”, no te gusta. Si te digo que “te quiero meter ficha”, te mosqueas. Si te aviso de que “iré depilado por si tienes un desliz”, te enfadas. Y si te digo que cuando te enfadas “me pones”, te lo tomas a la tremenda. ¡Qué no es para tanto, mujer!
El caso Salazar ha abierto las costuras de un partido que, como dice su tan traído y llevado Protocolo frente al acoso sexual, se define estatutariamente como feminista. Y sí, el machismo es un sistema que atraviesa de manera estructural y transversal todas las esferas de la vida, a todas las organizaciones, pero ello nos tiene que llevar a la reflexión y a la acción. Porque si no se afronta de cara y con fuerza este tipo de situaciones, si la respuesta es tibia o no convence, si se ponen por delante otras cuestiones antes que la ética y los valores, no sólo la credibilidad se resentirá, sino que se echará por tierra la labor realizada en este campo por muchas mujeres socialistas (y algunos hombres) que ahora asisten estupefactas a todo lo que está pasando.
Y llegados a este punto, me atrevo a compartir algunas reflexiones.
LO ACCESORIO
Existe un protocolo, sí, pero hay que recordar que la ley obliga a ello, que no se está generando una vía desconocida hasta ahora, o incluso innovadora como dicen algunos. ¿Cómo va a ser un instrumento innovador si este protocolo de actuación ya estaba recogido en la ley estatal de Igualdad de 2007?
Existe un protocolo, sí, un protocolo que plasma en su propio texto la articulación de un procedimiento “eficaz y ágil”, que incluye medidas cautelares ante situaciones graves, por lo que no sirve “tenerlo” sino aplicarlo. Y precisamente este punto es clave porque deja entrever, aún con mayor claridad, que la igualdad sigue siendo un elemento “accesorio” en nuestra sociedad. De ahí que existe un protocolo, pero un protocolo que nadie lee, que nadie piensa que sirve para mucho, o que nadie cree que se va a aplicar. Y así nos va. Y es que quien mira la igualdad como un “accesorio”, jamás comprenderá que el feminismo es acción, no trámite.
EL RELATO
El PSOE es el partido que ha impulsado leyes tan importantes para el feminismo como la ley integral contra la violencia de género (2004), la pionera ley de Igualdad de 2007, o la reciente ley de paridad (2024). Y esto es un hecho, y hay que reconocerlo, pero hoy por hoy no es un argumento “suficiente” cuando la realidad golpea con tanta fuerza el corazón socialista. Y anteponer el “ganar el relato” a “ponerse a la faena”, no va a hacer que ello desaparezca o que se olvide. Esta vez no.
La secretaria de Organización del PSOE que todavía no había dado ni una rueda de prensa desde que llegó al puesto en julio, ha tenido que salir estos días a dar explicaciones. Sola. En este sentido, Inés Rey, alcaldesa de A Coruña, se lamentaba hace unos días por la falta de pronunciamientos públicos de los dirigentes (hombres) de su partido ante los casos de acoso sexual. Y es que esta ausencia de voces masculinas en el debate público ahonda en el mensaje de que esto no va con nosotros (todavía), cuando los hombres son voces imprescindibles en este periodo tan convulso.
Mientras tanto, ellas se atreven a dar el paso, a denunciar en un espacio de poder; ellas dimiten por discrepancias en la gestión (como la secretaria de Igualdad en Galicia); ellas intentan hacer “equilibrios” en estas circunstancias (como las secretarias de Igualdad autonómicas). Ellas. Las mujeres.
LECCIONES, LAS JUSTAS
He escuchado muchas veces aquello de “lecciones, las justas”, también en materia de igualdad. Oír estas palabras, casi siempre ha representado para mí la señal inequívoca del comienzo del fin. La puerta del debate se cierra, y el espacio de diálogo, si ha existido alguna vez, se esfuma. Da igual que la palabra feminismo no se entienda, que tenga diferentes significados según la persona que la pronuncie. Da igual que estemos hablando de la necesidad imperiosa de implementar políticas públicas de igualdad, que mejor para otro día. Da igual.
Hemos dejado claro que en esto nadie nos va a enseñar nada, cuando resulta que hemos obviado algunas de las lecciones que tendríamos que haber aprendido y que retrataba muy bien Federica Montseny, la primera ministra en la Historia de España. Relataba Montseny al dejar su Ministerio (Sanidad y Asistencia Social), las dificultades con las que se había encontrado: presupuestos ridículos, sin personal especializado, y con una oposición y “guerrilla” permanente. ¿Les suena? Pues parece que esta lección no la hemos aprendido, no.
RENOVARSE O MORIR
Escucho a la portavoz del PSOE en el Parlamento de Andalucía hablar con emoción y desgarro: “¡Estoy hasta el moño de puteros y acosadores!” Su intervención muestra, a mi modo de ver, dos cuestiones importantes: por un lado, el dolor por un trabajo realizado desde las filas socialistas que se ve “tocado” en lo más hondo; por otro, la necesidad de una renovación profunda. Ya nos lo contaba mi querida Angela Paloma en su libro “Ellas quieren” a través de las voces de otras mujeres: que la verdadera transformación en el seno de los partidos políticos sucederá cuando haya más mujeres feministas en los puestos de poder.
Así es. Necesitamos liderazgos feministas. Necesitamos liderazgos que tengan la valentía de promover a puestos de decisión a personas que van a abordar cambios estructurales importantes. Estando e influyendo, no sólo estando. Y no, no es fácil. Pero si tenemos asumido que sin mujeres no hay democracia, tal vez tengamos que reconocer que sin feministas (también en el poder) no habrá feminismo.
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