“Todos los niños se mueven, pero éstos se mueven de una manera diferente”
Tener un niño con TDA-H en el aula no es fácil, pero conseguir que no afecte al ritmo de la clase no tiene por qué ser una misión imposible. Lo más importante es reconocerlo lo antes posible, para así marcar unas pautas que les ayuden en su aprendizaje. No es fácil antes de los 6 o 7 años, de hecho hasta entonces no se hace un diagnóstico, porque todos los niños se mueven mucho a esas edades.
Sin embargo, “estos niños se mueven de forma diferente”, explica Inmaculada Palomo, maestra de Infantil. “El movimiento les lleva a ellos, no son ellos los quieren moverse. A veces te dicen que quieren estarse quietos pero sus piernas se mueven solas”. En sus años de experiencia, Palomo ha aprendido a reconocer algunos indicadores que hacen saltar las alarmas.
“Estos niños se caen muchas veces de la silla. Pueden estar escuchándote, pero su cuerpo se está moviendo. Son movimientos involuntarios y difíciles de controlar. Les pasan cosas típicas, como que todos los días se quitan la bata y también se la quitan el viernes, cuando es el día que hay llevársela a casa. Cuando se lo dices, de repente, 'aterrizan'. Es un despiste diferente y, sobre todo, involuntario, no son conscientes”.
Se calcula que puede haber un niño con TDA-H por clase y esta maestra lo corrobora. “Siempre he tenido o he visto a mi alrededor niños así, pero antes no sabíamos lo que era. Cuando he aprendido y me he puesto en contacto con la asociación, que ha hecho una labor impresionante en este tema, me he dado cuenta de que aquel niño que tuve hace 10 años tenía tdh”.
Una vez reconocido el trastorno, los maestros hablan con la familia, para hacerles entender que a su hijo hay que ayudarle y darles unas herramientas, aunque no todos los padres reaccionan igual. “A nadie le gusta que le digan que su hijo tiene una dificultad, pero es importante que las familias entiendan que el niño no hace lo que hace porque quiere o por llevar la contraria”.
Hay un protocolo de actuación. Una vez que se ha avisado a los padres, también se informa al orientador para hacer un seguimiento al menor y ver cómo va evolucionado. “Cuando el niño se siente entendido en el entorno escolar y familiar las cosas van más fluidas”. Entre todos hacen un intercambio de herramientas para ver qué es lo que mejor funciona. Y es que estos niños necesitan orden y hábitos marcados para sacar adelante las tareas.
Su rendimiento escolar se suele ver afectado porque son inatentos y tienen dificultades para entender conceptos. “Es cierto que terminan más tarde de colorear porque les han pasado muchas cosas desde que han empezado, pero si ha hecho el trabajo y lo ha hecho bien, a mí me da igual que lo haya hecho un poco más tarde. Depende de donde pongas la lupa y de cómo midas el rendimiento, si estás pidiendo que todos hagan lo mismo en el mismo tiempo....”
¿Y el resto de niños? ¿Cómo les afecta tener un compañero hiperactivo? “Es importante trabajar en el grupo. No hace falta ponerle nombre, más adelante ya se verá, pero me parece fundamental que los demás niños entiendan que todos somos diferentes y que igual que no no veo bien si me quito las gafas y por eso tengo que llevarlas, hay niños cuyas piernitas se mueven sin querer y hay niños que, a veces, hacen cosas sin pensar. Aunque cuando he hablado al grupo siempre me ha sorprendido que los niños ya lo sabían, ya se habían dado cuenta de que hay un compañero al que se le caen muchas veces las pinturas y es sin querer”.
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