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Sobre este blog

Comer en bares y restaurantes de Malasaña, además de otros apuntes gastronómicos.

Por Lu

Péscame mucho: de Madrid a la costa de Italia en tren

Tartar de atún rojo con pane carasau

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Hoy he escogido un establecimiento cuya propuesta me parece interesante, ofrecen hamburguesas de pescado y luego diversas preparaciones de pescado crudo, frito y salteado, es decir, el hilo conductor es el pescado. No es un lugar para buscar un pescado excelente —un pescado digno, como diría M.—, sino una preparación alegre, divertida, desenfadada, vamos, una elaboración malasañesa.

Para acompañar, estaba dudando entre la versión de Bésame mucho, —compuesta por la mexicana Consuelito Velázquez— interpretada por Lucho Gatica y la de Sara Montiel, pero me he decidido por esta última porque tiene mucho encanto muy castizo y mucho castizo y mucha sensualidad, esa sonrisa de medio lado es lo más de la sensualidad.

Aunque he de decir que a mí esta versión de Nat King Cole me gusta más —parece ser que él fue quien hizo la primera adaptación al inglés de esta canción— yo soy poco dada a la sensualidad y la concupiscencia y más dada a la ligereza sin complicaciones, a la liviandad sin lujuria.

También la hija de Nat King Cole, Natalie Cole, tiene su versión, pero voy a dejarlo ya y dedicarme al establecimiento que sino empiezo a irme por las ramas y no es plan.

El local está donde anteriormente se situaba el sardo Aiò y, por lo visto, son los mismos dueños que se han reciclado, y lo han hecho bien, a mi modo de ver, manteniendo muchos ingredientes de origen italiano, que serán algunas de las estaciones de este viaje, y modificando el local, ahora más luminoso, más jacarandoso, más acogedor.

Nosotros elegimos una mesa que da a una ventana tipo tren y que, gracias al sol que bañaba la mesa y a la gente que pasaba por Corredera Baja de San Pablo, parecía que te estuvieras desplazando, en tu tren de pescado, sin dirección clara, hacia algún destino agradable, algún destino otoñal donde refugiarse del futuro invierno. Buf, ya empiezo.

El establecimiento presenta paredes de cemento visto, otras con dibujos amorosos con su denominación, mesas altas, también bajas, de hierro y madera, un banco corrido con sus cojines, ¡un poco de todo!

Una decoración propia de la zona, una mezcla de retazos de suelos, de paredes, sencilla, jovial, algo industrial.

Primera estación: Madrid-Cuenca-Véneto. M. elige una media Mahou clásica, (3,30 €), es una Mahou clásica, nada más que añadir, señor juez; una cerveza ligera y sin carácter, perfecta si buscas algo refrescante que no aporte nada al mundo cervecero. A propósito, no entiendo el sistema de medición de las cervezas, sus diversas denominaciones me superan… Luego, medio litro de agua (2 €), Solán de Cabras, para compartir, ¡acabose la miseria! Y yo pregunto si tienen algún cóctel, me dice el chico que nos atiende que no, solo Aperol Spritz (7 €), vale, pues Aperol Spritz e che dio ce la mandi buona!; nunca en mi vida lo he probado. El Aperol Spritz me huele a tremenda campaña de promoción, periodistas en fiestas de Aperol, instagrameros haciéndose fotos con el líquido y anaranjado elemento, me huele a vacuidad burbujeante… Pero bueno, allá voy, a por ello. Lo presentan en un vaso al que le faltan diseños exóticos pero por forma y grosor podría ser un vaso tiki, en lugar de en copa de vino, que creo que es lo común, y lo pruebo con todos mis prejuicios estratégicamente colocados, en modo hostil, en mis papilas gustativas. ¿Soda, vino espumoso italiano y bíter, qué podría salir mal? Ma quale idea?

Esta canción me encanta: Era cotta innamorata / Per i fianchi l'ho bloccata / E ne ho fatto marmellata / y también L'ho acchiappata / l'ho frullata / E ne ho fatto una frittata; es la personalización de un chulazo de tomo y lomo con tendencia a la metáfora gastronómica y a reírse de sí mismo, ¡genial! Uhmm, esta portada me recuerda a la última de C. Tangana, debe ser que la pose de chulángano es internacional.

Bueno, pues pruebo el Aperol Spritz y este trago largo resulta que no se me hace especialmente largo, es refrescante, es vibrante, es alegre, mica male! Esperaba algo mucho peor, no es algo que pediría motu proprio pero si no hay nada más, me apetece algún combinado y lo que voy disfrutar es un aperitivo o algo malasañeso, es decir, algo ligerito, sin pretensiones, pues bien. Tiene un amargor suavecito, menos intenso que el Campari, burbujas que han hecho cosquillas a las papilas gustativas hostiles y un ligero fondo dulzón para un conjunto que no está tan mal como esperaba. Bien. Mi juicio puede estar influido porque en mi compartimento daba el sol y me sentía como si estuviera haciendo mi particular travesía del desierto en tren, espero no caer en las tentaciones como quien participa en las pruebas de Humor amarillo, que queda uno agotado. ¿Será el Aperol Spritz una tentación y ya he caído? ¿Quién sabe?

Siguiente estación: Mediterráneo-Cantábrico. Es el turno del tartar de atún rojo (13,50 €) cuya descripción —atún salvaje del Mediterráneo con mango, sésamo, hierbabuena, polvo de anchoas del Cantábrico y piñones crujientes— es tentadora; ya estamos otra vez, a ver si voy a caer en todas. El tartar de atún está estupendo, podría ser atún o podría ser carne, el atún rojo es lo que tiene, en crudo recuerda fácilmente un trozo de vaca (en este caso marina), el polvo de anchoa, la hierbabuena y los piñones crujientes están desaparecidos en combate. El mango no está maduro y, por ello, da solo un ligerísimo toque aromático, el polvo de anchoas, la hierbabuena y los piñones (que no veo ni noto en ningún lado) se han perdido bajo la salsa de soja en la que está macerado el atún. El sésamo sí se ve y se nota. Aunque el resto de los ingredientes no se noten o se puedan degustar ligeramente, el atún está estupendo, textura correcta, es decir, firme hasta cierto punto, sabor a carnaza, aunque sea un pescadazo, y vidilla salina por la soja levemente matizada con el toquecito aromático del mango. Viene acompañado con pane carasau, ese pan sardo que es como una oblea P. Tinto, el cual va perfecto para colocar encima trozos de tartar; el crujiente es un punto extra. ¡Estupendo!

Estación: China-India-Parma. Gamba roja (14,50 €). Gambas rojas salteadas, timbal de arroz venere con verduritas y soja, salsa de curry al parmesano y su reducción, así lo describen y veo, de nuevo, que la tentación está oculta, en este caso, en el arroz venere, el arroz prohibido por sus excelentes propiedades antioxidantes, ese que solo podía tomar la familia imperial china, nadie más… Vuelvo a caer sin remedio, no voy a ver la luz del Espíritu Santo, pero bueno, entre tanto, me encuentro perfectamente cegada por el sol otoñal, voy a tener que cambiarme de compartimento. Oculto tras un fortín de gambas rojas con tocado churrigueresco de fideos de arroz crujiente se encuentra el arroz venere —Venus para los amigos— rodeado de un foso de salsa curry con parmesano. El arroz me gusta especialmente, es sabroso, fibroso, unos guisantes, con su dulzor, contrastan con su sabor salino derivado de saltearlo con soja; las gambas sencillitas, ricas sin alharacas y el foso de curry con parmesano no me sabe ni a curry ni a parmesano, pero puede ser que estén ahí, el Aperol y el calor nublan mis sentidos. En cualquier caso, el conjunto resulta sabrosón y disfruto especialmente de ese arroz que parece ser mi segunda o tercera tentación.

Le solicito a M. que me cambie el asiento, el sol está dejándome frita, él no tiene problema, es amable y el sol y él se llevan bien, se conocen de siempre. El joven y atento interventor del tren se percata del cambio y procede a cerrar la cortina, en realidad procede a bajar un toldo exterior pero es que esto se supone que es un tren.

Estación: Bérgamo-Liguria-Sicilia. Hamburguesa de pez espada (11,50 €). Filete de pez espada, queso taleggio, crema de tomates cherry, aceitunas negras taggiasche, berenjenas a la plancha con aroma a tomillo y ajo, canónigos y chips de cebolla morada crujiente, esta es la propuesta. No veo tentaciones, veo todo sencillo y claro, espero no confundirme, el tren pasa lento por esta estación, el calor del sol y el Aperol lo impregnan todo con un suave velo de sopor, qué agradable el sopor. Trocitos de pez espada a la plancha se mezclan con todo lo señalado creando un todo en el que predomina la berenjena, con su picante y su braseado, y el pez espada, también con su braseado. El pan está estupendo, no es el típico pan blanco suavecito de hamburguesa, es ligeramente crujiente, es pan de toda la vida que contrasta estupendamente con el interior salseado, fresco y, sí, braseado. La hamburguesa iba acompañada de patatas gajo con piel y dos salsas, que no recuerdo... En cualquier caso, muy agradabilis. Creo que, esta vez, no he caído en ninguna tentación; la travesía me confunde.

Estación: Piamonte-Lombardía. Mousse de Nutella (5,50 €) con aroma de grappa, coulis de frutos rojos y crumble de bizcocho. Me temo que esta es la tercera tentación, o la cuarta, ya no sé, el sol otoñal es más traicionero que el veraniego y el Aperol se ha unido al mismo para hacer que llegue a la mousse rendida a sus pies, sin voluntad, sin ni siquiera probarla. Al degustarla mi rendición se convierte en adoración y, creo, vi la luz, no sé si es el torrado soleil o que, al final, el Espíritu Santo estaba allí, a pesar de caer en las tentaciones, o que ya no sabía en qué calle estaba. Cremosa mousse de chocolate con leche, densa y suave, presenta la textura de la Nutella aireada por las claras de huevo creando un conjunto delicioso para el que adore el chocolate con leche, con ella contrasta agradablemente un ácido coulis de frutos del bosque mientras que el crumble aporta su crujiente. El aroma de grappa no lo encontré, tal vez el Aperol nuble mis sentido. En cualquier caso, ¡he visto la luz, sí, la he visto y es una mousse de Nutella! Una luz que iluminará mi camino de vuelta a casa, al fin de trayecto, luz que me hará dormir una siesta memorable, ¡oh, mousse de Nutella, inspírame! Deliciosa, realmente deliciosísima combinación, deliciosa por todos sus costados, encantadora; la gula es lo mejor.

Bueno, pues solo puedo recomendar este sitio para el que quiera disfrutar de una cocina desenfadada, alegre, sabrosa, una cocina juvenil, reconfortante, en un viaje sin pretensiones que te proporcionará satisfacción si te dejas llevar por el chachachá del tren.

Aquí, la web de Péscame mucho

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