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El Botón de Oro, la histórica mercería de Chamberí, cerrada y vendida

Entrada a El Botón de Oro | SOMOS CHAMBERÍ

Diego Casado

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Casi al final de la calle Juan de Austria, llegando a Eloy Gonzalo, dos faroles y unas letras doradas, de carácter gótico, llaman la atención del viandante. Están colocadas desde hace décadas a la altura de su número 33 y en ellas se lee Botón de Oro, el nombre de la mercería más antigua de Chamberí... hasta este verano.

La familia Gil Herráiz, propietaria del negocio durante medio siglo, decidió echar el cierre y abandonar el barrio después de hacer muchas cuentas. “Ya no funcionaba a nivel económico y decidimos vender”, explica a Somos Chamberí Javier Gil, tercera generación de comerciantes dedicados a la mercería. El local lo adquirió su padre, Arsenio Gil, hace ahora 50 años y lo gestionó junto a su mujer, Gloria Herráiz, hasta que los hijos de ambos, Virginia y el citado Javier, tomaron el relevo.

El cierre se consumó en verano y la venta fue bastante rápida. Se desconoce quién fue el comprador y a qué dedicará este local que tiene una elevada protección debido a su gran valor histórico. “No se puede tocar ni un clavo”, advierte el antiguo propietario. El Botón de Oro está protegido de forma integral desde el año 1997, por una normativa municipal que preservó el interior de más de un centenar de comercios históricos de Madrid, entre ellos el de esta mercería. Los techos, carpinterías, muebles, anaqueles y hasta el mostrador deben preservarse tal y como fueron concebidos hace casi un siglo.

El interior de la merecería es espectacular, con decenas de cajones en tonos verdes y un mostrador en forma de U que aparecen perfectamente descritos en este post de Comercios antiguos de Madrid. A través de este espacio se llega a la trastienda, donde se encuentran los elementos más destacados, con unas reproducciones de los cuadros de Goya La gallina ciega y El cacharrero sobre las hileras de cajones superiores.

“El interior es muy bonito, pero a nosotros, como comerciantes, solo nos valió para complicarnos la vida”, explica Javier, quien se queja de que no existe ningún tipo de ayuda municipal para ayudar al mantenimiento de este tipo de negocios. “Recuerdo que hace más de tres décadas mis padres pidieron un presupuesto para restaurar unos angelotes que se habían caído y nos pasaron una cifra enorme, de más de 30 millones de pesetas (unos 180.000 € hoy), algo inasumible”, añade.

La mercería de un transformista

El origen de El Botón de Oro es incierto, algunas fuentes hablan de que la mercería fue abierta en el año 1910 y otras de la década de los 30 del siglo XX. En lo que sí que parecen ponerse de acuerdo los historiadores es en que el responsable de la original decoración de la tienda fue un hombre llamado Alfonso Molina, que solía actuar como transformista bajo el pseudónimo de Edmon de Bries.

Molina se quedó en paro después de la Guerra Civil y comenzó a trabajar en esta mercería, que decoró a su gusto con cientos de detalles en los huecos más recónditos, de forma totalmente artesanal. Decoraciones como las arpías de bronce que sujetan las repisas de la entrada o las ya citadas copias de Goya que adornan la trastienda, pasando por las pinturas del techo.

Todo este patrimonio deberá ser respetado por los nuevos y desconocidos propietarios de este inmueble, que todavía conserva en el escaparate los precios y retales que dejaron sus anteriores propietarios. La familia Gil Herráiz mantiene otra mercería abierta hace 24 años, también llamada El Botón de Oro, pero en la calle Marceliano Santa María, 7 (Chamartín). Allí continuarán con un negocio que inició el abuelo de la saga, Luis Gil, con una mercería en la céntrica calle Montera.

Galería: el interior de El Botón de Oro

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