Calle de Loreto y Chicote: entre la pasarela y el lumpen
Entre las calles de la Ballesta y la Corredera Baja de San Pablo transcurre ajena a los coches la pequeña calle de Loreto y Chicote, que antes de llevar dos apellidos fue conocida como travesía de Ballesta y, aún antes, calle de San José.
Calle de cómicos
La pareja de cómicos que da nombre a la callecita, Enrique Chicote y Loreto Prado,
fue una de las más afamadas del teatro popular del primer tercio de siglo. La musa del sainete y el empresario-actor vivieron grandes éxitos teatrales como La venganza de la Petra o Los granujas, y
fueron exponentes del Madrid castizo y pícaro,
asiduos de tertulias y protagonistas de dimes y diretes por sus aventuras y
soltería. De ella escribió Emilio Carrere:
Del arte múltiple tiene el secreto;siendo distinta, siempre es Loreto,y es poseedora de un amuletomaravilloso de juventud.Su risa única, que se desataigual que un limpio chorro de plata,hace que estalle, cual cataratade alegres risas, la multitud.
En 1934 el Ayuntamiento decidió en pleno dedicarles una calle. Poco antes, en el número 8 de esta vía vivió Agusto d'Halmar,
escritor chileno autor de Pasión y muerte del Cura Deusto, considerada
la primera novelahomosexual en lengua castellana
. El escándalo le viene de atrás a la calle.
Pasarela de modernidad y desconchón
El adoquinado de la calle (peatonal desde mediados de los setenta) ha resultado en los últimos años un buen reclamo para las tiendas de moda más modernas que, sin embargo, no han conseguido ahuyentar la prostitución, bandera de la zona considerada barrio chino de Madrid desde hace décadas.
Con el impulso de la polémica asociación de comerciantes Triball, el llamado triángulo de Ballesta lleva años intentando mutar de arrabal a Soho.
La tensión del barrio que es y el que no acaba de llegar es evidente: putas viejas y escaparates de diseño; bares de nueva hornada y tascas carpetovetónicas; graffitis de encargo y pinturas “guarras”; una sala de exposiciones vanguardista y el espectáculo de la vida puertas afuera.
En los
ochenta había en la zona una cuarentena de prostíbulos, en 2008 acababan de cerrar una decena (quedaban un par), hoy a pesar de no haber prostíbulos sigue siendo referencia mental de la prostitución a espaldas de la Gran Vía.
Ahora, en los pocos metros de Loreto y Chicote caben un buen puñado de “tiendas bien” entre las que sobresalen la del conocido diseñador Carlos Díez Díez o El Beso, que recientemente diseccionó nuestro “escaparatista indiscreto”.
Poco mentada y de paso, la calle de Loreto y Chicote es, sin embargo, un resumen perfecto de las luchas internas
de la ciudad, un pequeño laboratorio para observar las mutaciones del tejido urbano de la Malasaña que se debate entre seguir o cambiar.
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