Calle de Santa Bárbara: cata del comercio “malasañero”
Entre las calles de Fuencarral y la plaza de San Ildefonso encontramos la pequeña calle de Santa Bárbara, vía desprovista de fama o grandes historias, pero de bastante tránsito por ser uno de los puentes entre la famosa senda del consumismo y Malasaña.
La calle lleva este nombre desde antiguo (ya aparece así nombrada en el plano de Texeira), aunque fue conocida en algunos momentos como Santa Bárbara la Vieja, al igual que a la vecina calle de Válgame Dios. El nombre le viene de la proximidad del convento de Santa Bárbara y también de la ermita, a la que se iba de romería el 4 de diciembre. El convento, que aún hoy da nombre a la plaza junto a la glorieta de Alonso Martínez, estaba más o menos donde hoy está la cervecería Santa Bárbara. Se fundó en 1606 y perduró hasta la desamortización eclesiástica de 1836.
Un Madrid de cafés y cabrerías
Hacia mediados del siglo XIX empezaron a proliferar en Madrid los cafés cantante y otros establecimientos de ocio con espectáculo. En Santa Bárbara encontramos citado el Café de los Artistas, al parecer un gran establecimiento de seis puertas con una elegante escalera de caracol donde la gente bebía y asistía a espectáculos teatrales y musicales hasta bien entrada la madrugada. El café cambió posteriormente de dueño, pasando a llamarse con el apellido del nuevo gerente, Café de la Masa, donde se programaban conciertos clásicos de cuarteto y piano.
Buscando sobre la historia de este café hemos encontrado numerosas referencias a pendencias nocturnas, sin duda consustanciales a las oscuras noches del Madrid decimonónico, aunque ninguna tan curiosa como esta de 1867:
“El domingo por la noche fue tal el entusiasmo que causó a los concurrentes al café de los Artistas la representación de un sainete, que hubo la necesidad de conducir a la casa de socorro a la mujer P... G..., no desvanecida por lo que había visto en el escenario, sino descalabrada durante la función por el golpe de una taza, que en el entusiasmo le arrojó un parroquiano”.
Por lo demás el Madrid más “atrevido” que nacía convivía con el de ecos rurales, y justo enfrente de sus puertas había una cabrería donde se despachaba leche de cabra y se estabulaban caballos.
La calle hoy: el comercio “malasañero” condensado
Si andan despistados pero son asiduos a la comercial calle de Fuencarral quizá localicen Santa Bárbara porque en su esquina ha habido hasta hace poco, y durante bastante tiempo, un gran solar con un muro color amarillo por el aislante del que se desgajó un edificio derruido. A día de hoy el nuevo inmueble empieza a crecer ya por encima de las sucias vayas metálicas.
El comercio de la calle se compone hoy de un par de bares de copas, tres tiendas de ropa vintage, una firma joven de éxito, un outlet, dos peluquerías (sólo una tendenciosa), un taller de fontanería con bonita fachada de comercio histórico – único superviviente – un gran mural, muchas pintadas “guarras”, un restaurante moderno... Una perfecta cata del comercio de Malasaña que casi podría definirlo en su totalidad.
Sin méritos sobresalientes, la calle tiene sin embargo una situación de paso privilegiada que le permite contagiarse del ajetreo comercial de Fuencarral y la vitalidad de San Ildefonso, dos idiosincrasias que – a decir de algunos- empiezan a parecerse demasiado entre sí en los últimos tiempos.
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