“El gran patrimonio de Malasaña es su diversidad”
Diego Barajas sabe cómo debe comportarse una ciudad para ofrecer opciones de desarrollo integral a sus ciudadanos y no ha escatimado en esfuerzos por transmitirlo por todas las vías posibles. Es miembro fundador de Husos, una plataforma de desarrollo de proyectos de arquitectura y urbanismo, y ha ejercido la docencia en más de cuatro países distintos, actualmente es profesor del Departamento de Urbanismo del Instituto Empresa y hace poco participó en el foro Malasaña baja: Laboratorio para la sostenibilidad social.Husos
En esta oportunidad nos cuenta sus impresiones sobre el barrio, su sistema de movilidad y cómo se puede convertir en una zona más sostenible y amigable con el peatón.
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Diego Barajas: En el centro de Madrid el modelo está basado en el consumo en vez de pensar en un modelo de producción. Toda la calle Fuencarral es un ejemplo vivo de esto, sirve a intereses económicos a corto plazo. Esto trae como consecuencia un desarrollo que no es incluyente, lo ideal sería que haya un beneficio privado y turístico pero que también haya un programa de vivienda pública. Se podría decir que la transformación que ha ocurrido en Malasaña ha sido para vender pisos caros.
Gabriel Herrero-Beaumont (Bluemove): Y lo peor de ese sistema es que, en vez de beneficiarlo, le resta espacio al vecino para su vida cotidiana, no hay espacio para la convivencia urbana.
Diego: Exacto, el ocio está sumamente limitado en el barrio, se ha quedado únicamente con los bares de copas y los vecinos están reclamando espacios de autogestión.
El mismo problema afecta el sistema de movilidad del barrio porque las calles están pensadas para facilitar el flujo de personas en vez de servir de lugar de encuentro, eso lo hace excluyente para muchos grupos como ancianos y niños y va en detrimento del desarrollo a largo plazo. Esto se puede constatar mediante un análisis simple, no hay más que ver el ancho de las aceras y la velocidad máxima permitida para saber si una calle está pensada para los coches o para las personas.
Para solucionar esto hay que diversificar el centro de la ciudad. Actualmente se exteriorizan muchas funciones: los parques empresariales, los centros comerciales, están todos en las afueras; hay que traer fuentes de producción y empleo al centro de Madrid.
Gabriel: ¿Entonces cuál es la manera correcta de construir casas?
Diego: El modelo que se aplicó era monofuncional, de movilidad individual y de baja densidad; el metro se utilizó como una herramienta inmobiliaria para llevar el desarrollo a las afueras, porque el crecimiento en Madrid está marcado por la especulación inmobiliaria en vez de ser un modelo plural y promover la densidad en las ciudades.
El fenómeno de Malasaña está relacionado con el proceso de centrificación, por su situación privilegiada, y se buscó rentabilizar en vez de aprovechar el proceso de manera incluyente.
Eso ha traído problemas muy graves para el barrio, como que haya tantos bares de copas pero no exista suficiente infraestructura deportiva, de salud, guarderías.
Gabriel: Y eso es fatal para un barrio como Malasaña. En muy pocas zonas hay tanta interacción entre los vecinos como en este barrio.
Diego: Es verdad, el gran patrimonio de Malasaña es su diversidad, pero no recibe el apoyo necesario. Las iniciativas públicas no están respondiendo al tejido social del barrio.
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