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Por qué han derribado el edificio neomudéjar de Bravo Murillo 315 pese a la moratoria

Bravo Murillo 315 antes y después del derribo

Luis de la Cruz

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Son muchos los vecinos que se han llevado las manos a la cabeza con motivo del derribo del edificio neomudéjar popular que había en la calle Bravo Murillo 315, que ya es total. Por un lado, las buenas nuevas sobre la moratoria de derribos de edificios de esta tipología, y la posterior noticia de protección de 321 de ellos, ha inducido a pensarlo. Por otro, ha influido la noticia publicada por este medio el pasado mes de marzo, que explicaba que la acción del Grupo por la Protección del Patrimonio de Tetuán y la Asociación Vecinal Cuatro Caminos-Tetuán había conseguido que se modificara el proyecto de edificación en marcha para introducir una reconstrucción de la fachada reutilizando materiales originales.

Cuando en  2021 el recién creado grupo vecinal se interesó por la supervivencia del icónico inmueble, este tenía ya licencia de demolición y había un proyecto residencial en marcha. Decidieron entonces personarse en el expediente, dentro de la Comisión para la Protección del Patrimonio Histórico, Artístico y Natural (CPPHAN), para pedir la protección de la fachada. Esta tenía una catalogación 3 (la más baja), nivel Ambiental, de restauración obligatoria, que no se respetaba en el proyecto original. Se consiguió que la comisión lo rechazara (hasta en dos ocasiones) y pidiera a los promotores presentar otro proyecto que, al menos, cumpliera con estos requisitos restauradores y de conservación del ambiente urbano.

Por otro lado, el inmueble no se encontraba incluido en el listado de edificios beneficiados de la moratoria de derribos ni en la nómina final de neomudéjares populares a proteger porque estas listas excluían explícitamente a aquellos edificios que tenían expedientes en curso.

Así lo han explicado desde el grupo en un completo hilo de twitter, donde añaden que la “pretensión era haber conseguido el mantenimiento íntegro de la fachada original, pero llegamos casi tarde, luchamos hasta donde pudimos, en esta primera batalla”. Se refieren a que, aunque el derribo se haya producido ahora, el caso de Bravo Murillo 315 fue el primero de una serie de hitos de organización vecinal que incluyó el mapeo popular de los edificios del distrito, la elaboración de un informe técnico y la petición de protección que ha desembocado en que muchos inmuebles vayan a ser incluidos en el catálogo de edificios protegidos.

El derribo, por lo tanto, era parte de la hoja de ruta pero, a la vista de la virulencia con que se ha producido, lejos del cuidado que precisa un desmontaje, desde el Grupo por la Protección del Patrimonio de Tetuán se muestran preocupados con el posible resultado final.

El proyecto aprobado proponía integrar en la nueva fachada toda la rica cerrajería, la mayor parte del ladrillo y el zócalo de granito. Además, se decía que se iban a “integrar elementos ornamentales en las jambas y en los machones tomados directamente de la planta baja, y se recupera el taqueado de remate bajo la línea de balcones”. En la primera planta, se incluirían elementos representativos del actual edificio, “como los aparejos de la línea de imposta de la cornisa, las guarniciones de los balcones y las barandillas de rejería sobre las que se, propone su desmontaje, limpieza de pinturas y óxidos” A la vista del derribo, surgen dudas acerca de la posibilidad de utilizar “la mayor parte del ladrillo”.

El edificio de 1900 ya no existe. Durante la demolición de la fachada quedó al descubierto en el interior un mural falangista, recuerdo fugaz de una de sus muchas vidas anteriores. Si el nuevo edificio se parece al diseño presentado, su espíritu seguirá presente en la calle Bravo Murillo, junto al Centro de Especialidades José Marvá, pero no son pocas las voces que dudan acerca de que se estén llevando a cabo los suficientes esfuerzos para llegar a buen puerto.

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