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Tina Modotti en los Cuatro Caminos: las vivencias en Madrid de la fotógrafa comunista cuya vida vale medio siglo

Tina Modotti

Luis de la Cruz

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Nos falta mucho aún para que el vuelo de los años nos de la perspectiva que nos permita calificar el siglo que estamos viviendo, como nos pasa ya con el cercano siglo XX. De este, se ha dicho mucho que fue la encrucijada en que la humanidad se miró al espejo del horror, dibujado en forma de los campos de exterminio; que fue el del último canto de cisne de los grandes relatos o que el consumo y la sociedad del espectáculo lo bañaron todo. El siglo XX es también el de las grandes biografías, vidas de película transcurridas, precisamente, entre estos eventos bélicos y su sublimación sedimentada en la cultura popular. Biografías que aún siguen apareciendo, novedosas para el gran público, que los descubrecon la boca abierta entrado ya el siglo XXI.

Algo así sucede con la fotógrafa y activista política Tina Modotti, de cuya muerte se cumplieron 80 años el pasado 5 de enero. La enumeración es asombrosa: obrera textil emigrada a Estados Unidos en su primera juventud. En San Francisco se casó con el poeta Roubaix de L'Abrie Richey, en Hollywood comenzó su carrera de actriz, luego, pasó de posar a aprender fotografía con el maestro de la cámara Edward Weston. Y solo es el principio.

En realidad, es complicado saber si aprendió de cero con Weston o traía ya parte del oficio por su tío Pietro Mondini, fotógrafo experimental italiano, o a través de su propio padre, que también practicaba la fotografía. En cualquier caso, Tina Modotti pronto se convertirá en una fotógrafa estimada en su tiempo, de la que destacan los retratos, las fotos de los murales de Diego Rivera y José Clemente Orozco, o los detalles de la vida de indígenas y trabajadores mexicanos.

Los años veinte los pasó en México, donde ingresó en el Partido Comunista, relacionándose con Diego Rivera, Frida Khalo y la plana mayor del comunismo de la época. Apoyó desde cerca todas las luchas que tocaban: la de Sandino en Nicaragua, las de Sacco y Vanzetti o la de los estudiantes cubanos. En 1929 su pareja, el estudiante cubano Julio Antonio Mella, es asesinado y muere en sus brazos. Tina fue acusada de ser cómplice del crimen, asunto que se aireó mucho en la prensa mexicana del momento, lo que la afectó mucho. Pese a quedar en libertad sin cargos tras una campaña de apoyo, fue expulsada del país en 1930.  Recalará en Moscú –tras pasar penurias en Berín– lo que da paso a su aventura europea. Tras su participación en la guerra de España (que trataremos a continuación), vuelve a México en 1939 y continúa su actividad política a bordo de la Alianza Antifascista Giuseppe Garibaldi. Su corazón se paró súbitamente a bordo de un taxi en 1942 y Pablo Neruda le escribió un epitafio: “Puro tu nombre suave, pura tu frágil vida, / abejas, sombras, fuego, nieve, silencio y espuma, / combinaron con acero, alambre y / polen para crear tu firme / y delicado ser”.

A pesar de que su fama no es tan grande como los contornos de su biografía, la vida de Tina Modotti ha merecido una obra de teatro, un cómic y hasta un novelón de Elena Poniatowska, que trenza en Tinisima una semblanza impresionante de la italiana, tan prolija en detalles sobre su vida como densa en su retrato psicológico.

Los días de Tina Modotti en España no están entre los más conocidos de su vida, aunque aparecen narrados en la biografía novelada de Poniatowska y conocemos algunos datos gracias a los testimonios de Flor Cernuda, militante comunista con quien compartió militancia en el Socorro Rojo Internacional durante la guerra. Con este testimonio y el análisis de la revista Ayuda, publicación del mismo organismo del que fue supervisora, la historiadora Laura Branciforte pudo reconstruir los pasos de Modotti en España en el artículo Tina Modotti: una intensa vida entre Europa y América.

Tina Modotti –María, durante su estancia española– habría llegado a España el 19 de julio de 1936, solo dos días después que su pareja, el controvertido Vittorio Vidali (en España, Carlos), comisario político del Quinto Regimiento, cuyo cuartel general se instaló en el colegio de los Salesianos de la calle Francos Rodríguez.

En Madrid tramó una buena amistad con Matilde Landa, con quien trabajó en el Hospital de Jornaleros de Maudes, un singular edificio del primer Antonio Palacios que aún está en pie y que el gobierno republicano incautó para instalar en él un hospital de Milicias Populares organizado por el Socorro Rojo. Junto a ellas, estaban la cubana María Luisa Lafíta, la enfermera inglesa Mary Bingham Urquidi y el doctor Juan Planelles.

Elena Poniatowska, que pasó diez años documentando su trabajo en los distintos escenarios de la vida de Modottí, describe así el ambiente del hospital de Cuatro Caminos:

Cuando oyó que alguien llamaba ”María“ dirigiéndose a ella no le causó ninguna extrañeza y respondió de inmediato. Era el doctor Juan Planelles. María por las escaleras y los corredores de cristal, María en medio del caos de este hospital en organización. María en el quirófano, María frente a los grandes ventanales grises de polvo. Había que lavarlos. Cualquiera sabía que un quirófano tiene que estar impoluto. ¿Dónde los cubos, las bayetas, dónde la farmacia, dónde las camas de repuesto, dónde la ropería y los departamentos de rayos X, dónde, monjas malditas? Ojalá y se pudran. Las salas llevaban números del 1 al 10, cada una con veinticinco camas. ¡Qué descanso ya no ser Tina! En la sala de consejo una fotografía de una monja bigotona y la imagen e San Francisco de Paula adornaban la pared. Matilde al pasar las fue volteando contra la pared al igual que había descolgado crucifijos de los muros de las salas. María Luisa Lafita, enérgica, también quitaba las imágenes piadosas:

–A la basura.

–No van a bastar las camas –advirtió Matilde–, vamos a tener que meter otras; los heridos son más y más, así son las guerras. En la glorieta de Cuatro Caminos vi ambulancias. ¿Dónde van a llevar a nuestros heridos? Menos mal que los ascensores funcionan“.

En Maudes, Modotti cuidó de personas de especial relevancia, entre las que figuran Dolores Ibárruri La Pasionaria, que ingresó por una hepatitis.

Con el traslado del gobierno republicano a Valencia en noviembre, ante la que se creía inminente caída de Madrid, ella se traslada también junto con las oficinas del SRI. Allí, Tina siguió ejerciendo sus labores en la revista Ayuda. Por ejemplo, Modotti y Vidali fueron los promotores en Valencia de la publicación de Vientos del pueblo, de Miguel Hernández (Ediciones del Socorro Rojo), ilustrado con una serie de diecisiete fotografías que probablemente hizo la propia Tina, según la profesora Branciforte.

También continuó con las habituales labores de la mujer republicana en la retaguardia, que tras los primeros meses de defensa popular se habían retirado de los frentes. En febrero del 37 ella y Matilde Landa fueron artífices del traslado de la unidad móvil de transfusiones de sangre del pionero médico canadiense Norman Bethune durante la masacre de miles de civiles evacuados de Málaga, camino de Almería, conocida como La Desbandá.

Aun volvería Modotti a Madrid durante la guerra como miembro de misiones de su organización, como el II Congreso Internacional de los Intelectuales en la Defensa de la Cultura contra el fascismo que se desarrolló entre Valencia y Madrid en julio del 37. Tina Modotti participó en el congreso como representante del SRI y lo cubrió para Ayuda. En el contexto de este evento se produciría el encuentro entre nuestra protagonista con Robert Capa y Gerta Taro, a quienes dijo que no fotografiaba en España porque estaba volcada en su actividad política. A pesar de ello, su compañera Flor Cernuda dijo que Tina siempre iba acompañada de una Leica.

Modotti fue una más de las miles de personas que tuvieron que cruzar la frontera francesa tras la caída de Barcelona, ciudad en la que estaba en ese momento, en enero de 1939. Y lo hizo con Vidali y antes de despedirse de su amiga Matilde Landa, que volvería a Madrid para reorganizar el partido, ser detenida en 1941 y morir en la cárcel un año después.

Solo a partir de los años setenta empezó a redescubrirse la figura de Tina Modotti como fotógrafa y personaje público fuera de México, pero en España es aún poco conocida pese a trabajos como el mencionado cómic de Ángel de la Calle o algunos artículos en la prensa. La imagen de Tina –María– en los Cuatro Caminos, acudiendo al hospital y al cuartel de milicias populares de Francos Rodríguez, nos traslada a la dimensión internacional de la guerra de España en Madrid desde sus primeros días.

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