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El sector del automóvil no se recuperará de la crisis del coronavirus hasta 2022

Cadena de producción del nuevo Toyota Yaris

Paula Ulloa

La detención de la actividad productiva y comercial debida a la crisis sanitaria del coronavirus ha tenido una grave incidencia en la industria del automóvil, al igual que en otros, y los continuos rebrotes de la enfermedad dibujan ahora mismo un panorama no exento de incertidumbre para la segunda mitad de un año 2020 que quedará entre los más extraños de los últimos tiempos.

La consultora Kiriom ha puesto números a la caída del sector en un estudio que ha titulado Los retos de la automoción ante el Covid-19. En él se cifran las pérdidas en más de 24.700 millones de euros de facturación respecto a 2019 y se indica que la recuperación no llegará hasta 2022. El retroceso de la facturación conjunta del automóvil será agudo y se situará en una horquilla entre el 25% y el 50% en 2020, de modo que tocará afrontar una travesía de dos años hasta recobrar los niveles anteriores a la aparición del coronavirus.

Tras un 2019 en el que empezó a ralentizarse el crecimiento paulatino y continuado que había tenido lugar desde 2012, la automoción debe prepararse para un duro golpe en 2020, asegura la consultora. “La pregunta en el aire ya no es cuál será el futuro -advierte-, sino qué harán las empresas del sector ante este panorama tan adverso”.

El temor a repuntes de la epidemia y las consecuencias del parón económico lastran lo que queda de año y augura mayores dificultades en el segundo semestre. Pero la crisis no se sentirá por igual en los distintos sectores de la industria. El mayor impacto lo sufrirán las empresas de alquiler de vehículos, porque al miedo al contagio se suma la caída del turismo, clave para este sector. También se verá afectada la venta de modelos nuevos debido a la contracción del PIB y a la previsible sobreoferta de coches de ocasión.

Mientras tanto, se defenderá mejor el renting flexible, pues las empresas valorarán especialmente este tipo de soluciones en un nuevo escenario cargado de incertidumbre. También será clave para atraer clientes el renting a particulares, por la rebaja que supone en el coste de acceso al vehículo y por la ausencia de imprevistos durante su uso. Por último, la posventa saldrá menos perjudicada porque, ante la falta de recursos económicos y la inseguridad sobre el futuro, muchos optarán por reparar su coche antes que comprar uno nuevo.

Por otro lado, y como tendencia muy acusada, el análisis de Kiriom resalta la reducción de visitas a los concesionarios que la pandemia ha acelerado, aunque ya se veía venir desde tiempo atrás. Los concesionarios deberán poder apostar, en consecuencia, por el sistema on line, digitalizando su oferta con la esperanza de crear una experiencia diferencial en ese canal y de que se cumpla la promesa de que las ventas por esta vía se doblarán para el año 2025 y se situarán por encima del 10%. Además, los concesionarios necesitan reestructurar sus equipos comerciales para mejorar sus ratios de conversión (es decir, el porcentaje de visitantes de la exposición que acaba adquiriendo un vehículo) y buscar clientes de manera más activa.

A este respecto, otro estudio de la consultora especializada en el crecimiento de empresas sostiene que el nuevo usuario que se acercará a un concesionario será muy distinto del previo a la pandemia. Kiriom explica que el mundo ha cambiado irremisiblemente en cuestión de pocos meses, transformación que nos deja un consumidor decididamente más racional y consciente. También muy afectado por dos preocupaciones que pesarán mucho en su toma de decisiones: la economía y la incertidumbre.

Pero ¿qué factores valorarán más a la hora de comprar un vehículo? En la posición número uno del ranking encontramos la flexibilidad de la compra (pago por uso), señalada por el 33% de los encuestados. Le sigue de cerca el precio, con el 28%, y después aparecen motivos como el impacto ambiental (20%), la utilidad (11%), la innovación tecnológica (5%) o la marca (3%). 

En referencia a este último aspecto, desde la entidad señalan que el nuevo consumidor será menos influenciable por las marcas. Por ello, recomiendan que estas trabajen más su imagen y muestren a la sociedad qué valores específicos pueden aportarle, si no quieren perder su actual relevancia. 

En cuanto al posible freno a la expansión del vehículo eléctrico por las crisis (sanitaria, económica y social) del coronavirus, Kiriom apunta que también resultará afectado su crecimiento. El 90% de los entrevistados estima que para 2025 doblará la cuota de mercado que registra hoy, pero existe división sobre si logrará rebasar la frontera del 10% del parque de coches nuevos. Quienes dudan de su avance aducen el impacto económico del Covid-19, la falta de inversión en infraestructuras de recarga y la tecnología actual de baterías, que limita su uso en viajes largos.

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