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Automobile Barcelona abre la década de la electrificación

Volkswagen ID.3.

Pedro Urteaga

El año 2020 será un hito de los que se recordarán para la industria del automóvil europea, una fecha que justificará utilizar la manida expresión de que “habrá un antes y un después” de ella. Todo por la entrada en vigor de la normativa europea que prevé fuertes sanciones a las marcas cuya gama de coches supere la media de 95 gramos de CO2 por kilómetro recorrido, a estas alturas un objetivo todavía lejano para la inmensa mayoría y que exige forzosamente vender muchos más modelos de cero emisiones y menos de combustión interna.

En Automobile Barcelona 2019, abierto al público hasta el próximo día 19 de mayo, se ha puesto de manifiesto que la cuenta atrás ha comenzado ya a descontar minutos y segundos, hasta el punto de que Laura Ros, directora general de Volkswagen España, ha afirmado que el salón del automóvil de la Ciudad Condal “abre la década de la electrificación” del sector. Y, a juzgar por todo lo dicho y presentado aquí –tanto por parte de VW como del resto de los fabricantes–, parece no faltarle razón al vaticinio de la ejecutiva catalana.

Al consorcio de Wolfsburg le urge más que a las demás marcas, eso sí, acelerar su metamorfosis eléctrica. Recordemos que, a partir de 2021, la UE penalizará cada gramo de CO2 por encima de los 95 establecidos con 95 euros de multa, y eso multiplicado por cada unidad vendida. Si tomamos como referencia los 1,7 millones de coches entregados por Volkswagen en Europa el año pasado, con desviarse un solo gramo del objetivo (96 g/km) ya tendría que abonar sanciones por importe de más de 160 millones de euros.

Hoy por hoy, únicamente Toyota escaparía a las multas incluso en un escenario pesimista de adaptación lenta a la normativa comunitaria como el que maneja la agencia de calificación Moody’s en un informe publicado recientemente. Las emisiones de la firma japonesa fueron de 103 g/km en 2017 y podrían bajar hasta los 88,5 en 2021, muy por debajo de los 95 fatídicos.

Volviendo a Volkswagen, su propio volumen de ventas se convierte en un peligroso bumerán que puede volvérsele en contra si no hace rápidamente los deberes, esto es, si no comienza a comercializar, rápida y masivamente, vehículos eléctricos al tiempo que reduce las entregas de modelos de gasolina o diésel. Obviamente, ese mismo fabuloso nivel de ventas le confiere el pulmón financiero suficiente para desarrollar y llenar su gama de coches de cero emisiones con los que reducir de forma drástica su promedio de emisiones. Las marcas calculan que cada eléctrico puesto en la calle compensa las emisiones de dos coches de combustión vendidos.

Y así se explica que el grupo alemán haya elegido el Salón de Barcelona para exhibir las novedades eléctricas de cada una de las marcas que lo integran, y para hacer oficial su inversión de 30.000 millones de euros en movilidad limpia en los próximos cinco años. Antes de finalizar 2022, lanzará en el mercado español 35 modelos con alguna clase de electrificación, 20 de los cuales serán de baterías, o sea, 100% eléctricos. Volkswagen adquiere, además, el compromiso de ser empresa neutral en emisiones de CO2 en 2050.

A este respecto, conviene tener presente que las sucesivas reglamentaciones de la UE contemplan rebajar la media de emisiones de los fabricantes –tras los 95 g/km de 2020– a 80 g/km en 2025, a 66 g/km en 2030 y a cero gramos en 2040, lo que supondrá la ansiada descarbonización de la industria del automóvil (que no, aún, del transporte) en el Viejo Continente.

Consideremos, por último, que la regulación europea de emisiones para 2020 estará sujeta, al menos al principio, a algunas excepciones, como la de no contabilizar el 5% de los coches más contaminantes de toda la flota. Se han previsto también compromisos de emisiones particulares que tengan en cuenta la masa de los vehículos vendidos, aspecto que beneficiará particularmente a una firma como Fiat por vender un porcentaje elevado de modelos pequeños, en especial el popular 500.

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