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María Manzanera: “No me he hecho nunca una selfie”

La fotógrafa María Manzanera / E. R.

Elisa Reche

Murcia —

María Manzanera es una mujer que rompe moldes. Una de las primeras fotógrafas de Murcia, además de historiadora y profesora de la fotografía, Manzanera encuentra belleza en lugares en los que normalmente pasa desapercibida y nos la ofrece en sus imágenes. Tras `Murcia huertana´ ha publicado recientemente `Murcia. Día y noche´. Es difícil ver la ciudad de la misma forma tras haber tenido el libro entre las manos. Su manera de expresarse y sus palabras muestran una persona reflexiva y sensible que acompaña de un agudo sentido crítico que irrumpe de vez en cuando la conversación.  

Historiadora de la fotografía, docente de fotografía y fotógrafa. ¿De dónde procede ese interés y entrega a la fotografía en tantas dimensiones?

Me he criado en un ambiente de pintores porque mi tío era pintor [José Antonio Molina Sánchez], mi madre era pintora, aunque no había ningún fotógrafo en mi familia. Siempre me fascinaron mucho los daguerrotipos que veía en las tiendas de anticuario porque era muy misterioso ver una imagen muy pequeña de una persona que siempre estaba oscura. Cuando ya era un adolescente pregunté qué era aquello y luego empecé a ahorrar para comprarlos. Siguen siendo igual de misteriosos porque eran personas a las que les costó muchísimo salir ahí porque eran poses larguísimas, a lo mejor un minuto sin parpadear. Entonces nadie tenía cámara. Más tarde tuve una Yasika, mi primera réflex.

He nacido en un ambiente en el que arte estaba allí. Estoy segura que tengo esa influencia de la pintura y soy historiadora de Arte. De hecho, mi tío me llevaba desde muy pequeña al Museo de Bellas Artes.

Publicaste hace unos meses el libro `Murcia. Día y noche´

He encontrado la salida de hacer un libro porque así comparto mis fotos con todo el mundo. Con el libro siempre puedo encontrar apoyo si hago un tema local. En cambio, no sé cuándo volveré a hacer otra exposición porque son muy caras. Y para que las copias digitales salgan bien cuesta mucho dinero. Aunque no sabemos cuánto van a durar porque las copias analógicas de nuestros abuelos y bisabuelos sabemos que tienen más de 200 años y ahí están. Tengo ya CDs que no se abren. Estoy horrorizada porque con los archivos digitales no sabemos qué va a pasar.

¿Cómo ves la situación del arte contemporáneo en la actualidad?

Desde mi punto de vista el arte está en una mala situación y hay mucha gente decepcionada. También creo que hay mucha gente decidida a hacer arte –del tipo que sea- que, sin seguridad y experiencia, se lanzan. Me parece que debería haber un poco de criba porque en las salas de exposiciones se ven cosas de bajísimo nivel y, desde mi punto de vista, sirve de confusión a los jóvenes que empiezan.

Creo que hay muchas oportunidades que antes no teníamos. Y veo que muchas cosas se hacen para jóvenes emergentes, pero también hay muchas personas que no son jóvenes emergentes y que en su vida han hecho muchas cosas y no han tenido oportunidad de mostrarlas, en general mujeres. En Murcia yo era la única fotógrafa que había y como estaba trabajando en la Universidad, hacía mis fotos en el laboratorio. Pero hasta que me decidí a exponer pasó un tiempo. La primera vez fue en Chys alrededor del año 1980, pero expuse allí por influencia de mi tío. Si no, no hubiera tenido oportunidad.

Por ejemplo, mi madre era una gran pintora, su profesor fue Almela Costa y jamás salió a la luz. Mi tío, que no acostumbraba a emitir juicios de otros pintores, decía de mi madre: “Si hubiera sido hombre, hubiera sido un gran pintor”. Al final también se compra más la obra de los hombres todavía hoy porque de alguna forma se les toma más en serio.

¿Crees que las mujeres proyectan una mirada diferente en la fotografía o en el arte en general?

En la pintura no sé reconocer eso tanto, pero en la fotografía sí ya que creo que la mujer tiene una mirada distinta. En mí la belleza de las cosas hace una enorme mella. Quiero captar la belleza de las cosas, aunque se considere un lugar feo. Mi visión es que si queda esa belleza, aunque se trate de un lugar degradado, hay que salvarla.

Lo he visto muchísimo en la huerta. He visto fotos de compañeros míos y siempre han denunciado lo feo, lo malo y la basura que había en las acequias, cómo desaparecía la huerta. Cuando empecé a hacer fotografías de la huerta veía la belleza de los árboles encima de esas acequias y veía ese mundo aparte, aunque más allá hubiera un entubado con el que están destruyendo la huerta porque antes era regadío al aire y así es como lo hicieron los árabes. Eso es un patrimonio nuestro y debería estar penalizado. Es como cualquier monumento preciosísimo, pero vivo.

En todos los sitios hay esa belleza que hay que restaurar y valorar de cara a los demás porque mucha gente de Murcia ciudad no conocía la huerta y al ver fotografías bellas de la huerta se han despertado con respecto a ella. Creo que hay buscar la belleza en cualquier sitio.

Eso me ha pasado justamente en la ciudad. Después de ver `Murcia. Día y noche´ la ciudad parecía distinta.

Mucha gente que me ha comprado el libro me ha dicho: “Fíjate, yo que pensaba que en Murcia no teníamos nada y ahora estoy viendo que hay cosas que merecen la pena”. Con el libro también he aprendido muchísimo. Muchas veces en Murcia valoramos más lo de fuera y muchas veces se llama a un arquitecto de Valencia o de Madrid.

También veo un esfuerzo documental importante en el libro.

Hago un esfuerzo documental, pero es como un añadido. Tanto en mis exposiciones como en mis libros quiero mostrar algo que veo, pero dando oportunidad a que la gente aprenda algo. Si en un trabajo que haga nadie saca algo nuevo de eso, no me interesa hacerlo. Mi parte docente es tremenda y pienso que lo heredé de mi padre que era maestro. La fotografía es buenísima para eso porque entra por los ojos. Aunque eso de una imagen vale más que mil palabras... La foto vale mucho, pero la palabra vale mucho también y si a la foto le añades algunas palabras que la enriquezcan más todavía, mejor.

¿Somos conscientes de nuestro patrimonio?

En absoluto. Estamos en un momento peligrosísimo de perder nuestros tesoros. Por ejemplo, el Mar Menor, La Manga y la huerta son tesoros únicos; en Europa no hay ningún país que tengan eso. La calidad de la tierra de nuestra huerta es de lo que no hay y con ese regadío antiquísimo y sapientísimo lo que hicieron los árabes con la contraparada y las acequias, una obra de ingeniera perfecta.

La Manga yo la conocí con dunas de arena sin una sola casa, eso era un paraíso. Si eso lo hubieran hecho parque natural hubiera sido una delicia. Y luego el Mar Menor ya está destrozado y vamos a ver cómo se las componen para regenerarlo porque ahora está el problema enorme de los vertidos. Eso no tiene solución porque los agricultores no van a perder ahora su modo de vida, pero por otra parte si continúan con los vertidos que van a dejar el Mar Menor muerto. ¿Qué hacen ahora?

En otro país donde se valora lo que tienen, esto no ocurre. Aquí todo se ha hecho por esa tendencia al dinero desbocada y no se dan cuenta de que si La Manga lo hubieran dejado como parque natural también hubiera sido una fuente de dinero, aunque no tanto. Y la cementación de la ciudad ha sido terrible, aquí no hay zonas verdes casi.

¿Por qué ese amor por la huerta?

A lo mejor yo tengo algo de herencia huertana porque mis abuelos eran huertanos de Zarandona y por la parte de mi madre, mi abuelo era de la Flota que entonces era huerta. A mí me gusta mucho la naturaleza y veo que esa naturaleza la tenemos al lado de Murcia. Veo las acequias con los plátanos de sombra que hacen como si fuera una catedral gótica y dentro hay un microclima y allí hay un frescor. Me parece hermoso que haya animales, como los pollos que están ahí tan tranquilos y no están metidos en esas cabinas.

A mí me gustan muchísimos los pájaros, pero no puedo ver un pájaro enjaulado. Les pongo mijo en mi ventana y vienen muchísimos gorriones, pero se van cuando quieren. Poco a poco, los gorriones no pueden vivir porque no les ayudamos. Les estamos perjudicando todo el tiempo. No encuentran árboles ni comida ni lugar donde hacer nidos. Me acuerdo de que en París sí que hay gorriones y van a tu mano a tu comer, no como aquí que salen corriendo cuando ven a una persona.

He echado de menos el barrio del Carmen en el libro.

Sí, de hecho en el libro pongo al final que no he podido sacarlo todo de Murcia, pero que se remediará.

Haces fotografía histórica frente a lo pasajero que recogen las redes sociales.

No me siento bien con esa fotografía momentánea. De hecho nunca lo hago, no me he hecho nunca un selfie. Autorretratos sí, pero con un trípode. Tendrá su explicación, pero me parece un poco absurdo porque lo que me parece es que la ganas por hacer fotografías se han desbordado. Si vamos hacia atrás en el tiempo, a principios del siglo XX sólo hacían fotos los fotógrafos que sabían muchísimo porque conocían la luz, no tenían cámaras con fotómetros. Ahora todo el mundo cree que puede hacer fotografía.

Leí un artículo hace un tiempo de Sebastiao Salgado que decía que lo que se hace ahora no es fotografía, sino imagen. Los pintores pintan con una técnica, y en fotografía todo el mundo hace fotografía haga lo que haga y eso me parece mal porque la técnica digital no se parece en nada a la química. Habría que decir cuándo se utiliza Photoshop, por ejemplo. Todo este cambio ha sido tan rápido, no se ha clasificado.

En un momento dado me decidí a pasarme a la digital y veo que tiene muchos pros, pero muchas personas que han nacido con lo digital no conocen la luz. No me siento atraída por hacerlo todo con el móvil. Creo que es un mundo de rapidez y de estrés innecesario.

Alguna vez he visto a algún joven haciendo una foto en la plaza de la Cruz de la catedral con la luz en contra y le he dicho que si se esperaba un poco iba a tener la luz lateral, que es la mejor, y me ha dich que ya le daría la luz con el ordenador. Y me queda un poso de tristeza porque ese chico jamás conocerá la luz. El efecto que produce la luz en un edificio es muy hermoso. Y veo que todo eso se pierde porque es bastante con lo que tienen con el móvil.

¿Sabemos leer tantas imágenes? ¿No estamos sobrepasados por la cultura de la imagen?

Creo que estamos desbordados absolutamente por las imágenes. A veces vemos las imágenes de los anuncios sin más, pero otras veces no vemos la información subliminal o en qué lugar dejan muchas veces a la mujer o los homosexuales. Eso está dando lugar a que las imágenes tengan que ser cada vez mejores porque si no, no van a destacar.

Si alguna vez se delimita lo que es fotografía y está hecho por fotógrafo y lo que está hecho con la intención de sacar una imagen porque te interesa para lo que sea, sería estupendo. Si no, será una amalgama de imágenes y no distinguiremos cuáles están hechas con una intención especial. Creo que todavía se distingue, pero lo mismo lo hacemos ya sólo las personas mayores que llevamos ya un poso de otras cosas. Pero los chicos muy jóvenes de ahora, no sé.

¿Tienes cuenta de Instagram?

No sé qué es Instagram. Me encontré un día con unos chicos muy jóvenes, como de 15 años, por la acera y les dije que estaban para una foto y que era fotógrafa. Me preguntaron si tenía cuenta de Instagram y yo ni sabía qué era eso. Y, ¿sabes lo que me pasa? Que no quiero meterme en más cosas. Y pienso, si no doy abasto en el Facebook y me meto cada siete días o así porque veo que me engancha.

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